Gran amigo de Durero y el más romántico de los pintores alemanes, Altdorfer traspone al cuadro de caballete las finuras y los detallismos de la miniatura. Maestro del paisajismo y dotado de una elegante paleta colorista, rompería con su estilo habitual con esta obra de 1 537 en la que imita la plasticidad de Durero concediendo más importancia a las figuras humanas que al escenario. En el fondo, detrás de la segunda hija de Lot, arde la ciudad de Sodoma, un complemento narrativo que le sirve al autor como contrapunto moralizador.
(Kunsthistorisches Museum, Viena).
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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