Con esta obra, el pintor fundía con incomparable genio la tradición pictórica renacentista con el estilo prerrafaelista del momento. La escena ilustra a Venus y sus doncellas contemplando su propia imagen en el reflejo de un estanque, rodadas por un paisaje árido y montañoso. El color y el ambiente son claramente prerrafaelistas, pero la dulzura y la elegancia de las figuras recuerdan la escuela renacentista encabezada por Botticelli. La concepción del conjunto, eminentemente estética, es una mera excusa para mostrar un círculo de bellas damas vestidas con amorosos ropajes con un mínimo de contenido narrativo.
(Fundación Calouste Gulbenkian, Lisboa).
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.