El llamado Ares Ludovisi
es una obra atribuida a Lisipo, el último escultor del período clásico.
Perteneciente al segundo clasicismo, al siglo IV a.C., destacará junto a otros
dos escultores famosos: Praxíteles y Scopas.
Lisipo fue el escultor
predilecto de Alejandro, trabajó para él y sus compañeros, lo que le dio gran
fama y notoriedad. Fue excesivamente prolífico, pues todo apunta a que llegó a
ejecutar más de 1.500 obras. Las primeras de las que conservamos copias
fidedignas parecen ser posteriores al 350 a.C.; pero lo cierto es que su
trayectoria escultórica comienza sin duda antes de esta fecha.
La mayoría de sus obras
fueron cuerpos de atletas a los que parece darles vida y en donde el movimiento
se articula con toda verosimilitud, captados en magníficas instantáneas. Fue un
renovador de la técnica escultórica. Él mismo se congratulaba de no seguir los
modelos de sus predecesores.
Como todo escultor griego
buscaba un ideal de belleza basado en el equilibrio y la proporción, pero
destacó por representar a los hombres "tal como se ven" y no
"como son".
Revolucionó completamente
las proporciones elaborando su propio canon. Intentó dar a sus esculturas una
marcada esbeltez mediante la reducción del tamaño de las cabezas
contraponiéndolas a las largas piernas. Los músculos tensos animaban las
figuras, las cuales mantenía algo del pathos
de Scopas.
Sin embargo, el elemento
más característico de su producción fue el otorgar a sus obras múltiples puntos
de vista: sus estatuas invitaban a darles la vuelta, a ser admiradas desde
cualquier perspectiva desvelando, de esta manera, aspectos diferentes en cada
nueva posición.
En la estatua de Ares Ludovisi emergen de manera ejemplar
todos los rasgos que se le atribuyen. El dios de la guerra se presenta desnudo,
sentado, pero sin desprenderse de su espada que sostiene con la mano izquierda.
A pesar de estar descansando, se está conteniendo en su marcha, aguantando una
pierna con las manos, impaciente, inquieto, como corresponde al belicoso dios.
Tiene jugueteando entre sus piernas el amorcillo que le impide incluso levantarse
y salir a guerrear.
La cara conserva todavía
la mirada profunda y patética típica de Scopas; pero en cambio, la obra de
Lisipo es una estatua con múltiples facetas. Se acentúa la tendencia al
realismo al dar más importancia a la expresión y al movimiento. Un realismo que
abrirá las puertas del helenismo. En este período, la exaltación de las
emociones y de las pasiones, sin olvidar el movimiento en sus formas, se
antepondrá a todos los demás conceptos.
A los ritmos estáticos,
el célebre escultor contrapone un verdadero estado de agitación. En el joven
Ares de semblante relajado, se desprende una tensión de movimiento en su
cuerpo. Una inquietud que se contrapone con el aspecto de serenidad que
despierta. Esta es la clave de arte de Lisipo.
La copia del original del
Ares Ludovisi de Lisipo, fechado
hacia el 320 a.C., se conserva en el Museo de las Termas de Roma, aunque
también hay otra copia de la misma obra en el Museo de Nápoles.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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