Esta pintura de 1913 responde a un antiguo recuerdo que
conservaba el autor sobre una máquina de moler chocolate en plena actividad.
Fascinado por el molinillo, tomó el aspecto mecánico del aparato para
desarrollar un estudio plástico de la puesta en marcha del artefacto. Con esta
obra, que serviría como semilla germinal de lo que luego sería el Gran Vidrio, Duchamp no perseguía una
expresión de originalidad formal, sino una innovación de tipo técnico que
fijara el movimiento circulatorio de los cuerpos del mecanismo.
(Museo de Arte, Filadelfia)
Fuente: Historia del Arte. Editorial
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