Van der Weyden, Rogier (Tournai, h. 1400 - Bruselas, 1464) Pintor flamenco, conocido también como Roger de la Pasture. Está considerado el mejor pintor flamenco de la segunda mitad del s. XV. Discípulo del Maestro de Flémalle, en el colorido, en el ambiente y en los fondos de paisaje es tributario de aquél. Sus pinturas poseen un dibujo incisivo, con propensión a las formas alargadas, y se caracterizan por su patetismo y a la vez por su ternura; su colorido es brillante y, a veces, utiliza el oro en los fondos de sus cuadros. Su obra fue muy apreciada por sus contemporáneos; en 1432 fue nombrado pintor oficial de la ciudad de Bruselas y recibió encargos de los grandes señores de Borgoña. En 1450 viajó a Italia, visitó Roma y Florencia y estableció contacto con los grandes pintores italianos de la época. Una de sus obras más importantes, realizada entre 1442 y 1445, es el políptico del Juicio Final (Hospital de Beaune). Para San Pedro de Lovaina pintó su famoso Descendimiento (h. 1443; Museo del Prado), composición admirable por su equilibrado dramatismo y color, que destaca sobre un fondo de oro. Otras obras suyas son el Entierro de Cristo (Uffizi), el retablo de los Reyes Magos (Pinacoteca de Munich), el tríptico Braque (Louvre) y el Altar de la Virgen, pintado para la Cartuja de Miraflores de Burgos (Museo de Berlín). Fue un excelente retratista: Retrato de una dama (National Gallery, Londres), el más famoso, Felipe de Croy (Museo de Amberes) y el Hombre de la flecha (Bruselas).
Era de la región de Flandes donde se habla francés, pero Roger tradujo en flamenco literalmente su nombre haciéndolo Van der Weyden. Consta que hizo el aprendizaje con
Campin y que fue aceptado en el gremio de los pintores de Tournai en 1432. Después pasó a instalarse en Bruselas, donde adquirió gran reputación, y murió en 1464. Van der Weyden también viajó; de la visita que hizo a Italia en 1450 y su contacto con Leonello de Este, en Ferrara, se ha hecho siempre especial mención.
El descendimiento de la Cruz de Roger van der Weyden (Museo del Prado, Madrid). Esta obra es una equilibrada composición escenográfica. Las trágicas figuras expresan la emoción del arte gótico en todo su patetismo. El San Juan, que sostiene la Dolorosa casi caída en el suelo, se considera uno de los retratos más atractivos de este pintor flamenco nacido en Tournai. El color lívido del rostro de la Virgen, entre gris y violeta, traduce el clímax de su dolor.
⇦ La Virgen y el Niño de Van der Weyden (Museo del Prado, Madrid). Formaba parte, posiblemente, de un díptico. Puede apreciarse en el rostro de la Virgen la inefable ternura hacia su Hijo, de rostro muy maduro, que juega torpemente con las páginas del libro. El decorado de piedra que enmarca las figuras no es de estilo románico, al gusto de Van Eyck, sino de un gótico caprichosamente estilizado. Las figuras destacan sobre un fondo negro, porque el mundo exterior parece interesar poco a este pintor que eligió sobre todo los fondos opacos, ornamentales o simbólicos.
Los italianos demostraron gran admiración por sus obras, y él, a su vez, quiso imitarlos, pero los dos espíritus nunca se fundieron: ni Italia se desvió de sus esfuerzos para producir la resurrección del espíritu clásico, ni los Países Bajos llegaron, hasta muchos años después, a desprenderse de su gótico humanismo para adoptar el clásico de la Italia del Renacimiento. Por esto, Roger van der Weyden resulta el mejor ejemplo de lo que el contacto entre el norte y sur de Europa podía entonces producir. Su retablo con el “Descendimiento de la Cruz” (hoy en el Museo del Prado), tan hondo en la primera manera de este artista que podríamos decir se halla dentro de las concepciones de Campin, es una composición trágica con pliegues angulosos en los vestidos -de sus figuras, transidas de dolor, que llevan grandes tocas y turbantes. Fue pintado en forma de tríptico (pero las tablas laterales se han perdido) para la Compañía de Arqueros de Lovaina y debió causar gran sensación, pues se conservan de él varias copias, gracias a las cuales es posible advertir -pese a su inferior calidad- de la monumentalidad del conjunto.
⇨ Detalle de El Calvario de Roger van der Weyden (Monasterio de El Escorial. Madrid). El manto, de un delicado gris azulado, se pliega en cuidadoso modelado, cuyos ángulos, abundantes, describen líneas quebradas de gran valor dramático. Este tipo de plegado es muy característico de los artistas flamencos y borgoñones del siglo XV, y de todos aquellos que -bajo su influencia- se agrupan en el último capítulo del arte gótico con la denominación de "estilo gótico flamenco".
El genio de Van der Weyden, menos ambicioso de originalidad y de invención que el de Van Eyck, no se reveló plenamente en composiciones teatrales, cual el “Descendimiento”, sino en tablas con la Virgen y el divino Infante. Las Vírgenes de
Jan Van Eyck eran doncellas ataviadas con grandes mantos rojos paseándose por el interior de las catedrales o sentadas en un trono de piedra gris. Las de Van der Weyden son señoras cubiertas, como máximo, con un velo transparente.
Algunas de las Vírgenes de Van der Weyden eran sólo hojas de un díptico, con el retrato del poseedor rezando en la otra hoja, y actualmente están desperdigadas. Los retratados van, por lo regular, vestidos de negro, pero sus caras reflejan lo único que desean exhibir: su fuerte personalidad. Raramente estos caballeros que rezan a la Virgen se presentan con un fondo de paisaje o una ventana abierta; en general, los identifica su blasón o mote.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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