Tras las Bodas de Cana, Paolo Caliari, conocido como el Veronés, afrontó el nuevo encargo para el refectorio del convento de los monjes dominicos de los Santos Giovanni y Paolo. Anteriormente, en el mismo lugar se colocó una Última Cena de Tiziano, destruida por las llamas en el año 1571.
Originariamente, la obra representaba la Cena de Cristo, pero el tribunal inquisidor acusó al artista de haber pintado en un cuadro de contenido sagrado escenas y actitudes con figuras muy poco respetuosas. Sin atender a razones, los inquisidores le obligaron a modificar las escenas que consideraban poco dignas. Sin embargo, en lugar de retocar el contenido del cuadro, el artista decidió cambiar el título original y lo llamó La cena en la casa de Leví (Cena in casa de Leví).
El Veronés sitúa la narración visual del tema del banquete en una grandiosa galería de tres aberturas perfectamente equilibra entre figuras y ambientes. El ritmo ascendente de las balaustradas laterales hace que el interés vaya hacia el arco central, de modo que el episodio dominante es el lugar de la mesa donde se sienta Jesús, entre algunos apóstoles y otras figuras. Más allá de la columnata se representa la ciudad, con figuras que asoman por los ventanales de algunos de los edificios. La imagen de la ciudad no otorga una perspectiva sino que su propósito es crear una extensión de las zonas de color del primer plano.
La composición escénica se divide, pues, en tres episodios que se representan en los arcos respectivos. En el centro la figura dominante de Jesús hablando con San Juan. Entre los personajes se ha querido identificar algunas figuras como el mismo autorretrato del artista, representado en el caballero erguido del primer plano, próximo al enano y al negrito. El hombre a la derecha, en un ángulo, con la servilleta sobre el hombro, sería el propio comitente. Bajo el arco de la izquierda tiene lugar una animada conversación. También se muestra animado el grupo de figuras que están bajo el arco de la derecha.
Con esta obra, el pintor transformó el relato evangélico en un acontecimiento mundano de carácter fastuoso. Una multitud diversa y variopinta de personajes se reúnen en el lienzo, desde bufones, enanos hasta borrachos. El Veronés despliega en esta pintura todo el arte de su estilo, por el perfecto equilibrio entre personajes, por la estructura compositiva, y, sobre todo, por el tratamiento cromático. Destaca la expresividad de los movimientos y la riqueza de los trajes, el preciosismo de los adornos y el arreglo de la mesa.
Conocedor como ningún otro pintor del siglo XVI de telas, piedras preciosas y perlas, para el Veronés, lo mismo que para Tiziano, el color era el instrumento más importante de la creación artística. No obstante, a diferencia de éste, la estructura cromática del Veronés siempre esta estrechamente vinculada a los objetos de la composición.
Las ricas telas de seda que aparecen en todos sus cuadros son un pretexto que le permite hacer gala de su arte en los sombreados, sin que los colores se emancipen de los objetos concretos. A él le interesaba sobre todo el efecto decorativo de sus trabajos, concretamente la composición de colores que daba a sus obras su especialísimo toque personal.
Este óleo sobre lienzo que representa La cena en casa de Leví, de 555 x 1.280 cm, se puede admirar en la Galería de la Academia de Venecia.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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