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Proverbios neerlandeses de Pieter Brueghel el Viejo


Los Proverbios neerlandeses (Le monde renversé, représenté par p/usieurs Proverbes et Moralités) es una de las primeras obras más importantes de Bruehgel el Viejo, uno de los principales pintores flamencos del siglo XVI. El sentido moralizante era uno de los temas vigentes en la pintura del momento. Los proverbios se convirtieron en un importante medio de expresión en los Países Bajos, incluso se realizaban grabados con estas representaciones, que se vendían a bajo coste a los amantes de este tipo de trabajos.

El resultado de la composición de Brueghel no es muy equilibrada, pero es vivaz en color y movimiento. Los personajes de la escena están próximos unos de otros y cada uno de ellos, ya sea mediante una sola figura o un grupo, se identifica con un proverbio.

El artista ha conseguido reunir en esta tabla unos ciento veinte dichos, muchos de ellos resultan hoy casi incomprensibles, mientras que la mayoría son interpretados de diferente manera. El significado global puede ser, sin embargo, resumido en la lámpara colgada al revés en la primera casa de la izquierda, o sea: el mundo al revés. De hecho, con este título, la pintura era registrada, en 1668, en el inventario de los bienes de Peter Stevens de Amberes, rico coleccionista, que poseía otras diez obras del pintor.

A continuación, se identifican algunos de los proverbios. En la parte superior izquierda, el vivir bajo la escoba se relaciona con la pareja que vive en pecado al llevar vida marital sin estar casados; en la ventana de la casa vemos a una persona que defeca sobre la bola del mundo, no le importa absolutamente nada; la misma figura hace trampas con las cartas, la suerte está echada, mientras que en el interior dos hombres se cogen las narices, claro símbolo de necedad; en el necio que se cae entre dos taburetes al intentar sentarse, el desear mucho y no obtener nada; un cerdo quitando la espita de un tonel, simboliza el exceso y la gula como también el saber hacer sólo las cosas más sencillas; la mujer que lleva el agua en una mano y el fuego en la otra, chismorrear o también hacer mal por una parte y remediarlo por otro e incluso la indecisión; el hombre que sujeta un pilar, símbolo de la iglesia, es la hipocresía; la figura que ata al diablo al cojín, homenaje a la astucia femenina.

Algunas de la zona central, la mujer que pone la capa azul al marido, en lenguaje popular flamenco, que lo engaña; una, enrueca lo que la otra hila, es el difundir chismes malévolos; el que cubre el pozo tras haber caído dentro el ternero, poner el remedio tarde mientras que el personaje medio introducido en el globo de cristal representa el hipócrita, el oportunista o el necio. El lanzar flechas, no ser recompensado el propio trabajo o como asimismo imagen de optimismo.

En la derecha de la tabla se aprecia un hombre con el mundo en sus manos, como símbolo de la sabiduría, pero también del saber engañar a todos; el hombre que pone una barba a la figura de Cristo, del creer salir bien librado. En el río se encuentra a un personaje masculino cogiendo la anguila por la cola. Esta alegoría se refiere a quien se implica en un asunto difícil que irremediablemente terminará mal. El hombre que arroja dinero al río es la imagen clara del despilfarro.

El cuadro, que mide 117 x 163 cm y conservado en el Museo de Berlín, debe ser considerado del primer período de la actividad del pintor, de hecho, la fecha autógrafa lo confirma: "Brueghel. 1559".


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat. 

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