O'Gorman pintó en 1941 este mural en una antigua iglesia mexicana reconvertida hoy en biblioteca para honrar homenaje a la mítica heroína que murió fusilada durante su cautiverio carcelario. En esta obra, el artista combina los dos rasgos característicos de la pintura moderna hispano-americana; por un lado el indigenismo, que pone de manifiesto el rostro de los personajes, y por otro la crítica social y la temática revolucionaria. En esta composición el pintor se vale de un evidente y nada disimulado recurso pedagógico que repetiría en años posteriores, denunciando algunos pasajes de la historia mexicana, e insistiendo en las escenas sobre la conquista española.
(Iglesia de San Agustín de Pátzcuaro, Michoacán).
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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