Entre el siglo VI a.C y el siglo
XII ya en nuestra era se desarrolló una importante cultura, la del imperio
Tiahuanaco-Huari, que primero tuvo su capital en Tiahuanaco, muy cerca del lago
Titicaca y que más tarde, en los últimos siglos del imperio, tuvo su más
importante centro cultural, económico y social en Huari, enclave que se
encuentra muy cerca de la actual localidad de Ayacucho, en Perú.
El influjo de la cultura del
imperio se realizó primero desde Tiahuanaco y luego desde la que fuera ciudad
rival de ésta, Huari, conquistada asimismo por los pobladores de Tiahuanaco.
Una de las grandes razones que motivaron el dominio de Tiahuanaco fue que se
encontraba en una privilegiada posición estratégica en la cuenca lacustre, lo
que le permitía controlar el flujo comercial de la zona, en la que tenían gran
valor productos como el maíz, el ají y la coca. Por otro lado, una sociedad que
había sido capaz de levantar un imperio tan importante debía de ser,
lógicamente, compleja y estratificada.
Efectivamente, el poder residía
por entero en la capital, Tiahuanaco, desde la que se gobernaban las provincias
que conformaban los extensos límites del imperio. Asimismo, la clase dirigente
constituía una aristocracia que se arrogaba un gran número de privilegios y que
controlaba tanto los aspectos relacionados con la política de las colonias como
la distribución de los bienes que eran producidos en la capital.
Por su parte, Huari fue una
ciudad con un marcado carácter militar, en la que los guerreros gozaban de un
privilegiado estatus, mientras que los últimos escalafones de la sociedad se
encontraban los pastores y los agricultores. Además, con la eclosión de Huari
se inicia, como veremos más adelante, la época de los grandes asentamientos
urbanos.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario.