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Arte de la Mixteca-Puebla


Pues los mixtecas se van a revelar, durante el período posclásico, como los más extraordinarios artesanos de Mesoamerica. Integrando un importante complejo cultural que abarca desde la zona de Oaxaca hasta los valles de Puebla y Tlaxcala (complejo conocido por los arqueólogos como la “Mixteca-Puebla”), dan a las artes menores un impulso y un grado de refinamiento inusitados. En los trabajos de orfebrería -que acaban de hacer su aparición en esta área del Nuevo Mundo- realizan creaciones de una delicadeza sorprendente, como pueden verse entre los numerosos objetos hallados en la famosa “tumba 7” de Monte Albán, una tumba zapoteca que los mixtecas volvieron a utilizar: pectorales que ostentan máscaras de deidades, collares, anillos, pulseras, protecciones para las uñas, mangos de abanicos, etc., realzados con diminutos cascabeles y otros adornos de un gusto exquisito. Y las grecas que ornamentaban los edificios de Mitla son cinceladas con esta misma sensibilidad de orfebre.

⇦ Vaso antropomorfo (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). Este personaje de prominentes orejas que sirven de asas y con los brazos cruzados decora esta pieza de la época Monte Albán II.  


⇨ Urna (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). Perteneciente a la época de Monte Albán 111 (entre los años 1 y 700 d.C.), la del apogeo cultural, esta urna representa a la Diosa 13-Serpiente, que aquí aparece con un importante tocado y las manos cruzadas sobre el pecho. 



El refinamiento mixteca se refleja en múltiples aspectos: delicadas tallas en madera y hueso, copas y estatuillas en cristal de roca, elaborados mosaicos en turquesa, conchas, coral y otros materiales. La cerámica, que desde tiempos preclásicos se ha distinguido en México por su cuidadosa ejecución y por la riqueza de sus formas, se cubre ahora con una ornamentación particularmente fina y aplicada con esmero. Algunas de las vasijas presentan tanta minuciosidad en su elaboración, que parecen páginas arrancadas de uno de los afamados “códices” o manuscritos pintados de esta región, aquellos manuscritos hechos sobre largas tiras regulares de papel de “amate” o de piel de venado estucada que, cuidadosamente dobladas a manera de un biombo, constituían los archivos y los libros sagrados de los antiguos mexicanos. También en el arte de los códices descollaron los pintores-escribas mixtecas, como puede apreciarse en los escasos ejemplos que han logrado sobrevivir al paso del tiempo y a la sistemática destrucción llevada a cabo a raíz de la conquista española.


Estela de los Danzantes, en Monte Albán (Oaxaca). En el Templo y la Galería de los danzantes se han hallado unas lápidas de piedra con bajorrelieves, que representan a personajes en aparente movimiento. Aquí se ofrece un ejemplo de este tipo de manifestación artística perteneciente al período de Monte Albán 1 (650-200 a.C.).  

Pectoral (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). Procedente de las tumbas de Zaachila, es una pieza en forma de disco solar con sus rayos, que en el centro reproduce el dios Tonatiuh.  Perteneciente a la época del posclásico temprano de la cultura mixteca, la simbología demuestra la influencia del culto a los astros en este pueblo precolombino. 

Ruinas de Oainzú, en Oaxaca. Vista parcial del sitio arqueológico, cuya antigüedad se remonta al año 600 a.C. Los restos llegan hasta la población de Macuilxóchitl y com· prenden varios mogotes y el cerro llamado La Fortaleza, donde se encuentra la base de un centro ceremonial. 


⇨ Urna funeraria (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). Realizada en barro por un artesano zapoteca, esta pieza procede de la tumba 1 de Loma Larga y pertenece a la cultura de Monte Albán (Oaxaca). La urna representa al dios viejo, que seguramente habría de proteger al difunto. 


⇦ Urna funeraria (Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México). Estas urnas funerarias de barro representan el aspecto más característico del arte zapoteca, aquel que describe unos dioses de rostro altivo y cabeza cubierta con complejos tocados en los cuales destaca siempre una máscara. Cubren su pecho con amplios pectorales y, sentados con las piernas cruzadas, posan enigmáticamente sus manos sobre las rodillas. 



Paralelamente al influjo cultural tolteca que marcó con su sello militarista y sanguinario los últimos siglos de vida precolombina, la influencia artística mixteca se hace sentir en el antiguo México, suavizando en gran parte la rudeza “toltequizante” que imperaba entonces. Se sabe, por muchas de las crónicas posteriores a la conquista, que el mismo emperador azteca Moctezuma no consumía para su servicio personal sino las más finas vasijas hechas en Cholula, ciudad que se había convertido en el más renombrado productor de cerámica a la vez que en el santuario más venerado de Mesoamérica. Además, es muy probable que muchas de las joyas tan admiradas por los españoles (y tan ponderadas por Durero) hayan sido hechas por manos mixtecas, aunque bajo el mandato azteca. En otras palabras, el toque de “buen gusto” era dado en aquella época por el arte refinado de la Mixteca-Puebla, y por lo tanto cabe hablar de una mezcla de influencias tolteco-mixtecas en estos últimos siglos que anteceden a la conquista española y durante los cuales empiezan a borrarse las fronteras estilísticas que delimitaban hasta entonces muchas regiones de Mesoamérica.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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