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La arquitectura lombarda

Mientras tanto, en el norte de Italia, durante el período carolingio, se iba formando una escuela arquitectónica que después hubo de contribuir principalmente a la estabilización del arte románico. La llamamos lombarda porque se supone creada, o al menos difundida, por grupos de maestros albañiles que tuvieron su centro principal en Como, pequeña población lombarda a pocas horas de Milán. Según la leyenda, durante el saqueo de Roma por Alarico, en 410, la corporación de maestros albañiles abandonó la Ciudad Eterna y fue a refugiarse en una isla del lago de Como. Estos romanos, desterrados voluntariamente en el norte de Italia, fueron más tarde llamados a regiones lejanas del otro lado de los Alpes.

Iglesia de San Miguel (Fulda, Hesse). Fechada en el siglo VIII bajo la influencia del imperio de Carlomagno, la iglesia presenta una forma de rotonda sobre planta cuadrada, con un ábside en herradura en cada uno de los tres lados, igual que su cúpula y sus arcos, manifestando el predominio del modelo basilical bizantino e incluso evidencias del arte visigodo.
A pesar de su rudeza, los reyes longobardos hubieron de reconocer muy pronto la importancia de los albañiles comacinos y les concedieron privilegios cuyos textos todavía se conservan. Los primeros son dos edictos del rey Lotario, de l643, relativos a la responsabilidad de empresarios y obreros en los accidentes ocurridos en las obras. Ochenta años más tarde Luitprando, en su código, incluyó también una serie de reglas para favorecer al gremio de maestros comacinos o Magistri casari, señalando los precios de las paredes, bóvedas y arcos, estucos y carpintería. Las dificultades inherentes a la construcción de las bóvedas se reconocen de plano por el mero hecho de estipular en dichas reglas para ellas un precio quince a dieciocho veces mayor, por superficie, que el señalado para la obra común de paredes.

Y, sin embargo, la especialidad de los albañiles comacinos, que debía hacerles tan famosos, era la construcción de bóvedas. Para ello dividían la planta de la sala o nave en espacios cuadrados por medio de arcos transversales y cada cuadrado estaba cubierto por una bóveda en arista, sostenida sobre unos arcos diagonales que iban de pilar a pilar.

Iglesia de San Jorge (Oberzell, isla de Reichenau). A ambos lados de la nave central se representan los milagros de Cristo entre las orlas que discurren por entre los arcos y las ventanas. Aprovechando los fondos arquitectónicos como escenario teatral de las imágenes y una gama cromática basada en los colores claros, aportan a la perspectiva un cierto ilusionismo y aportan una naturalidad al contexto espacial de innegable encanto.
Estos arcos transversales descansaban sobre unos ensanchamientos del pilar, lo que da a los pilares forma compuesta; no son ya pilares simples de planta rectangular o circular, como los que sostenían las antiguas bóvedas, sino que están formados por haces de pilares distintos pegados e intersecándose.

Los más antiguos pilares compuestos, característicos de la arquitectura lombarda, se descubrieron en 1869 en Milán al practicarse las excavaciones para construir los cimientos de un banco. Llevan inscripciones que los sitúan en la primera mitad del siglo VIII. Más tarde aparecen los pilares compuestos en otras iglesias lombardas: en San Ambrosio de Milán, en San Miguel de Pavía y en la infinidad de edificios de este tipo que levantaron las corporaciones de albañiles comacinos o lombardos en Italia y fuera de ella. Aunque la fecha de su construcción es incierta, San Ambrosio de Milán y San Miguel de Pavía, las dos muy parecidas, tienen que considerarse las iglesias madres del estilo, ambas prerrománicas. 

La iglesia de San Ambrosio de Milán es ahora una basílica latina de tres naves, cubierta toda por bóvedas de arista con arcos diagonales en cada sección cuadrada de la planta; sólo delante del ábside había una cúpula octogonal, hoy destruida. Esta solución de la planta de una iglesia demuestra mayor libertad en disponer las formas que la capilla palatina de Aquisgrán, pobre imitación de San Vital de Ravena.

Iglesia de San Ambrosio (Milán). Considerado uno de los edificios más importante de la arquitectura lombarda, del antiguo templo de tipo basilical sobre el que se levanta la iglesia románica que es hoy quedan pocos vestigios. El atrio porticado de la fachada occidental sería un añadido típico de la arquitectura paleocristiana que venía siendo una fórmula habitual de los arquitectos carolingios y otonianos en el siglo XII.

Otra preocupación de los maestros comacinos es la de decorar el edificio con las mismas formas arquitectónicas. Así, por ejemplo, los arcos de refuerzo se apoyan sobre unas pilastras adosadas a la pared y forman pilares combinados que dan un poco de variedad al aspecto interior del edificio. Exteriormente se decoran los muros con fajas de piedras salientes o con remates de arquillos ciegos, que forman una comisa terminal. En los campanarios, estas líneas de arquillos se repiten en todos los pisos, dividiéndolos en varias zonas horizontales; y en los ábsides, las pilastras verticales y las fajas de piedras se combinan con los arquillos. Los edificios de los maestros lombardos están raramente decorados con esculturas; sólo los capiteles y las fajas de relieves en las puertas tienen monstruos y entrelazados. Queda aún muy oscuro el origen de este arte decorativo de los constructores lombardos, el cual conserva todavía algo de bárbaro y germánico, pero que manifiesta haber recibido ya la influencia bizantina.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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