Pintado en 1920, este óleo es una muestra de la atracción
que muchos artistas de la Bauhaus sentían por la estética de las máquinas. El
mismo Moholy-Nagy rechazaba la idea de que las imágenes existieran previamente
a la visión del espectador, ya que consideraba que tan sólo podían ser elaboradas
a partir de los elementos de la naturaleza, de la imaginación del hombre o de
la recreación del artista para elaborar objetos empleando herramientas
artificiales. Muy influidos por los futuristas y el inabarcable avance del
nuevo desarrollo industrial y tecnológico, el arte del momento reivindicaba la
hibridación de lo orgánico con lo mecánico, del racionalismo y de la emoción, y
de la representación de la máquina como complejos celulares con vida propia.
(Stedelijk Van Abbe Museum, Eindhoven)
Fuente: Historia del Arte. Editorial
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