Punto al Arte

Otto Dix (1891-1969)



Dix, Otto (Gera (Turingia) el 2 de diciembre de 1891 - Singen el 25 de julio de 1969). Pintor alemán.

Biografía

Trabaja como aprendiz de pintor decorador entre 1905 y 1909, año en el que consiguió una beca para ingresar en la Escuela de Artes y Oficios de Dresde, donde estudió hasta 1914. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial se alistó voluntario. Sirvió en artillería en Francia y Rusia.

La lectura de Nietzche le produjo una impresión decisiva y tras la guerra no fue ni militarista ni pacifista. Su experiencia de la guerra fue realmente un deseo de experimentar la realidad, pero, a diferencia de Beckman, Grosz o Kirchner, él fue capaz de afrontar la experiencia del miedo extremo sin perder la compostura. El tema de la guerra, que ocupó gran parte de su trabajo hasta los años cuarenta, le sirvió para expresar el sufrimiento humano, no como instrumento de agitación política. Por ello estudió la pintura de la Edad Media y el Renacimiento, no sólo para encontrar procedimientos técnicos, sino un repertorio de imágenes que le sirviera para expresar la experiencia moderna de la guerra.

Después de probar y rechazar modelos cubistas, futuristas y expresionistas, cultivó una meticulosa técnica de barnices a la manera de los viejos maestros, con recursos frecuentes tomados de la pintura pre-moderna. Esta manera de expresarse es una forma de realismo social que se denominó Nueva Objetividad. En Doctor Mayer-Hermann (1926) la figura masiva del personaje está sentada en posición frontal y enmarcada por los instrumentos vagamente amenazadores de su profesión. Aunque no hay nada extraño, la poderosa confrontación le da un sentido de irrealidad. Para esta clase de hiperrealismo, tan distinta del surrealismo, se acuñó el término relismo mágico: una forma de representación que tiene un aura de fantasía por la presentación exagerada y extremadamente detallada de los objetos comunes... (Arnason).

Aunque su visión de los temas fue fundamentalmente apolítica, fue censurado por los nazis, que destruyeron su carrera y su reconocimiento público, separándole de la labor docente, arrestándole y difamándole. Su cuadro La trinchera (1923) se convirtió en el icono fundamental de la campaña contra el "arte degenerado".

Cuando se le levantó el arresto se trasladó al sur de Alemania, donde pintó paisajes y alegorías políticas como Cementerio judío de Randegg bajo la nieve (1935) o El triunfo de la Muerte (1934-1935). A pesar de lo peligroso de su situación, como atestigua el hecho de haber sido detenido temporalmente bajo la sospecha de estar implicado en la preparación de un atentado contra Hitler, permaneció en Alemania con la única protección de su amistad con Franz Lenk, un profesor de la Academia de Berlín. Fue llamado nuevamente a filas a los cincuenta y cuatro años de edad y apresado en Alsacia. De esta época es su Autorretrato como prisionero de guerra (1947).

Dejó su depurada técnica de barnices en favor de una expresiva pintura más suelta. Su tema de la Pasión de Cristo refleja su constante tendencia a utilizar fórmulas tradicionales como metáfora de experiencias modernas.

Tras la guerra recibió numerosos homenajes, fue invitado a exponer en las dos Alemanias y dio clases en Dresde y en Düsseldorf.

Han sido numerosas las retrospectivas hechas de su obra. En España, la primera tuvo lugar en febrero de 2006, en la Fundación Juan March, donde se exhibieron ochenta y cuatro pinturas y dibujos del artista alemán.


Obras comentadas


Más obras
Autorretrato, 1912. Verismo

Pequeño Autorretrato, 1913

Metrópolis de Otto Dix


Tríptico pintado en 1927. El realismo que destilan las composiciones del autor es cercano a la caricatura, recupera elementos del expresionismo alemán inicial y los dota de un carácter crítico. De trazos ágiles y vigorosos, las obras del Otto Dix están llenas de simbolismos sociales, y fueron tildadas de “arte degenerado” por los nazis, que en 1933 le apartaron de la tarea pedagógica que desarrollaba en Dresde desde 1927.

(Kunstmuseum, Sttutgart)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Camarera de Otto Dix


Este pintor procedente del ámbito proletario, dio gran energía a la última fase del expresionismo, y representó la más decidida reacción contra el arte abstracto. Su arte fue un instrumento satírico y acusados de la sociedad burguesa contemporánea. Integró también el grupo de la “Nueva Objetividad”. Este rostro patético que ocupa toda la tela está envuelto en un halo de fantasía que lo hace enormemente emotivo.

(Museo de Arte Moderno, Roma)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Adolf Dietrich (1877-1957)



Dietrich, Adolf (Berlinguen, 9 de noviembre de 1877 - 4 de junio de 1957) era un trabajador suizo y, como uno de los más reconocidos artistas naif, uno de los pintores suizos líderes del siglo 20.

Biografía

Adolf Dietrich nació entre agricultores pobres en el cantón de Thurgau, siendo el menor de siete hermanos. Al descubrir su talento gráfico excepcional, su maestra le sugirió que se conviertiese en litógrafo . Sus padres, sin embargo, se negaron: necesitaban su hijo menor como peón.

Dietrich permanecería en casa de sus padres, como soltero, durante el resto de su vida. Debido a que la pequeña granja proporcionó pocos ingresos, tenía que trabajar en casa y como jornalero en un local de la fábrica textil, así como en el bosque. Sólo los domingos podía dedicarse al dibujo y la pintura. Su primer cuaderno de dibujo data de 1896 y sus primeras pinturas de 1900. Él creó sus obras sin ninguna experiencia o modelo; pero siguió los consejos de paisajistas que confiaban en su capacidad de observación.

Durante años, Dietrich intentó sin éxito exponer sus obras al público. [ Más tarde sus trabajos fueron presentados por primera vez en Constanza en 1913, recibió un cierto reconocimiento en Alemania , donde se asoció con el movimiento Neue Sachlichkeit llamado "alemán Rousseau ". En 1924, Dietrich fue capaz de renunciar a su trabajo en casa a pesar de los escasos ingresos que le proporcionaba la venta de sus obras en Alemania.

Los ingresos de Alemania cesaron con el nazi Machtergreifung en 1933 y la huida de su marchante judío, Herbert Tannenbaum . Sin embargo, los museos y las galerías suizos fueron interesándose poco a poco  en Dietrich, y su éxito internacional llegó en 1937-38, cuando la exposición Les maîtres Populares de la réalité en París , Zürich y Nueva York siendo él el principal representante del arte naif.

Dietrich mantuvo su modesto estilo de vida a pesar de su fama repentina y la demanda de sus obras. Fue, sin embargo, trabajador en la comercialización de la producción como "maestro de la pintura de Berlingen", como ahora se llama a sí mismo. A veces, utilizo por deseos de sus clientes) de platillas de cartón para la reproducción en serie de motivos  populares.

Los motivos de las obras de Dietrich se limitan a sus alrededores inmediatos en Berlingen, e incluyen los paisajes rurales, animales, personas y naturalezas muertas.  Él creó todas sus obras en una habitación de su casa, utilizando dibujos a lápiz, fotografías hechas a sí mismo, peluches y libros como modelos. Sobre la base de su capacidad de observación, Dietrich se centró en sus bodegones y pinturas de animales con un fuerte sentido de la materialidad y los ejecutó con una precisión excepcinal para un pintor sin formación. Sus imágenes de personas y escenas imaginarias, por el contrario, parecen relativamente sencillas o incluso torpes.

Los méritos artísticos de las obras de Dietrich se encuentran en su fuerte sentido intuitivo de color, lo que intensifica el impacto de sus obras de colores brillantes, y en su excepcional capacidad de observación, lo que le permitió combinar con gran precisión la atención en sus temas.

Algunas de las obras de Dietrich se exhiben en el Museo de Arte del Cantón de Thurgau , el Kartause Ittingen , el Kunstmuseum Winterthur , el Museo zu Allerheiligen Schaffhausen y la Kunsthaus Zürich .

Fuente: Texto extraído de: en.wikipedia.org

Obra comentada


Obra
Límite del bosque cerca de Langenargen, 1917

Límite del bosque, 1918

Niño en el carrito de Adolf Dietrich



La precisión en el dibujo y la rusticidad del entorno son rasgos característicos de este artista suizo que pintó el cuadro en 1921. La mirada directa e incisiva del niño parece preguntar al autor qué es lo que está haciendo.

(Museo de Arte, Thurgau)

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.


El realismo de Courbet


Gustave Courbet (1819-1877) nació en Ornans (Doubs), en el Franco Condado, hijo de un rico hacendado. Fue Courbet hombre de temperamento exuberante y de ideas avanzadas, y con una decidida vocación por la pintura. Su padre hubiera querido hacer de él, primero un polytechnicien, luego un abogado (y con esta intención le envió a París); pero tuvo que resignarse a que su hijo se dedicara a la pintura, sin lograr, empero, que en la Escuela de Bellas Artes entrara en los estudios de los profesores entonces más reputados entre la burguesía francesa. En gran parte, pues, fue un autodidacto, que aprendió con RembrandtF. HalsVan Dyck y Velázquez, a los que estudió (y a veces copió) en el Museo del Louvre.

En 1846, con su amigo, el crítico Champfleury, y con otro gran amigo suyo, Max Bouchon, después “de haber discutido los errores de los románticos y de los clasicistas “-son sus propias palabras- decidió “alzar el pendón” de una nueva escuela, para la que se encontró el nombre de Arte Realista.


 El Autorretrato con un perro negro (Museo del Petit Palais, París) fue pintado por Courbet. en 1842, a los 23 años de edad, en una época en que -recién llegado a París- recurría casi exclusivamente a sí mismo como modelo. Ya desde este momento, se aprecia que el pintor será un gran colorista, dominador de la técnica llamada "de las sombras luminosas". 


Al Salón de 1847 presentó su autorretrato titulado L’homme á la pipe, que fue rechazado; después viajó por Holanda, y aunque intervino en la Revolución de 1848, se abstuvo de tomar parte en los hechos sangrientos acontecidos durante el mes de junio de aquel año.


En su estudio de la Rué de Hautefeuille se reúne ya por aquel entonces con sus amigos; éstos son, además de los citados, un pintor hoy injustamente olvidado, François Bonvin, Baudelaire, Murger, el de la Bohéme, y el soñador teórico de la Revolución Social, Fierre-Joseph Proudhon.


El Salón de 1849 -en una época plenamente revolucionaría- ofreció la gran ocasión a Courbet, porque se decidió que el jurado de admisión lo constituirían los propios artistas. A él envió cuadros de importancia; pero la tempestad estalló en torno a su nombre y sus obras en el Salón del año siguiente. Envió pinturas tan importantes como su retrato de Berlioz (que el retratado se había negado a admitir), los Canteros (lienzo hoy destruido, antes en el Museo de Dresde) y el enorme lienzo Entierro en Ornans (ahora en el Musée d’Orsay). Estas dos últimas pinturas escandalizaron a la crítica y al público por sus asuntos, que se juzgaron inadmisibles.



Bonjour, Monsieur Courbet! o El Encuentro (Museo Fabre, Montpellier). Se trata de una de esas grandes composiciones de Courbet -como El estudio del pintor-, cuya admirable calidad pictórica se impone por su segura maestría y hace que olvidemos la vanidad y la autosatisfacción, un poco ridículas, de su autor.  

Mientras tanto, el clima político había cambiado; en diciembre de 1851 Luis Napoleón daba su coup d’Etat y se proclamaba emperador con el nombre de Napoleón III. Hubo una extremada censura de prensa y se practicaron detenciones en masa; el grupo de amigos de Courbet se dispersó y él se marchó a Ornans con su familia.


Al Salón de 1853 envió, con otros dos lienzos, su cuadro Les Baigneuses. Representa a dos mujeres cerca de una charca; una de ellas, de carnes, por demás, opulentas, aparece casi completamente desnuda y vista de espalda.


El cuadro despertó la indignación, no sólo del mismo emperador, sino de Merimée y de Delacroix, que escribieron en términos muy ásperos sobre esta pintura. Pero un amateur de Montpellier, Alfred Bruyas, la compró. El artista pasó en casa de éste los meses del otoño de 1854 y en esta ocasión pintó varias obras, todas las cuales se hallan en el Museo Fabre, de Montpellier, con el antedicho lienzo escandaloso; la más importante es la titulada El Encuentro, y también Bonjour, Monsieur Courbet! Théodore de Banville alude al título de este lienzo -paradigma del arte realista- en versos sonoros, y de tono humorístico, en su Occidentale Sixieme (Es la Naturaleza quien habla): 

"Ami, si tu me vais a ce point triste et laide, C' est que monsieur Courbet vient de passer par la! Et le sombre feuillage, évidé comme un cintre, Les gazons, le rameau qu'un fruit pansu courbait, Chantaint: "Bonjour, M. Courbet, le maitre peintre!" "Monsieur Courbet, salut! Bonjour, M. Courbet", etcétera. "



Le ruisseaux de la Breme a la sortie du Puits Noir (Musée des Beaux Arts et d' Archéologie, Besanc;on), de Courbet. Cuadro emblemático de la maestría de Courbet para el paisaje. Pocos como él han sabido expresar la transparencia y el frescor del agua, la vegetación impregnada de humedad, la umbría del bosque y el pelaje sedoso de los corzos.

En el cuadro se ve a Bruyas y a su criado, que han salido al camino para recibir al pintor; éste viste como un excursionista y empuña un cayado, y en la espalda (a modo de mochila) lleva su caja de pinturas, e inclina hacia atrás la cabeza, levantando su aguda y famosa barba assyrienne. A lo lejos, en una curva, puede aún verse la diligencia en que ha llegado, y que prosigue su camino.



Una de sus obras más significativas, y que más claramente denotan el modo de ser de su autor, es el Estudio del Pintor, del año 1855. Aquel año Courbet, indispuesto con el jurado del Salón, inauguró una exposición particular en un barracón que había construido, ayudado por A. Bruyas, en un solar del Puente de Alma, y allí se exhibió este enorme lienzo. Su autor le tituló Alegoría real, y representa al artista en pleno trabajo. Era, no ya un autorretrato, sino una "autoapoteosis", que resumía su labor de siete años. Será útil que expliquemos el asunto de este cuadro: Courbet aparece en el centro, mientras da los últimos toques a un paisaje de su tierra natal; un mozalbete mira cómo pinta, y detrás del artista, un bello desnudo de mujer, La Verdad, personifica a sus modelos vivientes. En la izquierda del lienzo se agrupan todos los tipos sociales que han despertado el interés del pintor: un cura, un cazador, un payaso, un vendedor ambulante, una fille de joie, etc. A la derecha aparece, en el extremo, Baudelaire absorto en la lectura (La Poesía); después, un matrimonio burgués, y una joven pareja de amantes que, al fondo, se besan (aquéllos personifican el Amor mundano; éstos, el Amor libre); luego está, sentado, Champfleury (La Prosa), y en el fondo, Promayet (La Música), Max Bouchon (La Poesía Realista), Bruyas (El Mecenas) y Proudhon (La Filosofía Social). 

De Proudhon terminó Courbet un retrato en 1865 (cuando el retratado murió). Es un retrato póstumo porque, aunque la obra se empezó en 1853, Proudhon se había negado a "posar". Le representa en el jardincillo de su casa con sus dos hijitas. Una de ellas juega a la "comidilla", mientras la otra se distrae deletreando el abecedario, y el revolucionario pensador aparece absorto en sus sueños sociales, teniendo junto a sí el tintero, sus papeles y libros. 

El fuerte, impulsivo y egocéntrico temperamento de Courbet se halla reflejado en la misma abundancia de sus obras de grandes dimensiones; algunos de sus autorretratos se cuentan entre lo mejor de su pintura. Pintó cacerías, pero uno de sus temas preferidos fue la mujer. Sus Demoiselles de Village (Metropolitan Museum, Nueva York) son señoritas de pueblo que han salido a pasear con su perrito, y las Demoiselles des bords de la Seine (Petit-Palais, París), son dos cortesanas lujosamente ataviadas que sestean junto al río. 


El Mediterráneo en Palavas (Musée Fabre, Montpellier), de Courbet. Una de las obras maestras de este artista que algunos críticos han comparado con algunas creaciones del alemán Kaspar David Friedrich por su fuerte carga dramática que constituye la diminuta figura del hombre enfrentado a la inmensidad del mar. 

Como Millet, Courbet pintó también escenas en que aparece la mujer campesina; pero sobre todo cultivó, en gran número de cuadros, el desnudo femenino, con una gran generosidad y libertad, y algunas veces incluso, con total impudor. 

Como pintor animalista, dejó, entre otras obras, su bello lienzo Corzos en el arroyo, en que un grupo de estos animales descansan bajo los árboles al lado de un arroyo. 

Aunque resulte del todo imposible completar todos los detalles acerca de las peripecias de la vida de Courbet, sin embargo es esencial explicar su actuación durante el período de la Commune en 1870, que tuvo como consecuencia, para el rebelde pintor, su destierro. La Commune había decretado la demolíción de la Columna de la Plaza Vendome, y aunque (según parece) Courbet, cuando fue demolido el monumento, había ya dimitido a su cargo de Delegado de Bellas Artes, para el que le nombrara el gobierno revolucionario, el caso fue que se le hizo responsable de aquel bárbaro acto, y permaneció recluido en prisión durante seis meses. 

Esta condena le cerró las puertas del Salón. Pero en 1873, el asunto de la Columna de la Plaza Vendome volvió a removerse cuando el mariscal Mac-Mahon, presidente de la República, proyectó reconstruir el monumento, y entonces se le cargaron a Courbet las costas de la reparación (323.000 francos). El pintor huyó a Suiza, y se estableció en la Tour de Peilz, cerca de Vevey, donde murió. 

Courbet, por un lado, con el estallido de su realismo, y por otra parte, Charles Daubigny y Harpignies, en el paisaje, autores que conectan a un tiempo, con Corot y con la Escuela de Barbizon, presagian, en cierto modo, a Manet o a los impresionistas. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

El estudio del pintor


En una carta dirigida a su amigo, el coleccionista Alfred Bruyas, Gustave Courbet manifestaba: “Tiene treinta figuras de tamaño natural. Es la historia moral y física de un taller. Están todas las personas que me sirven y que participan en mi trabajo. La titularé primera serie, porque espero hacer pasar por mi estudio a toda la sociedad y expresar mis inclinaciones y mis repulsas. Tengo dos meses y medio para terminarlo y, por tanto, será preciso que vaya a París para hacer desnudos, de modo que en total me quedan dos días para cada figura. Usted se da cuenta de que no voy a divertirme (…)”. Se refería a su obra El estudio del Pintor (L’atelier du peintre), que él mismo había subtitulado Alegoría real de siete años de vida artística. La pintura significa para numerosos críticos un manifiesto del Realismo y, curiosamente, representa la única obra alegórica de todas las realizaciones de Courbet.

La escena del lienzo se desarrolla en el estudio de Courbet en París y está dispuesta en tres grupos: en el del centro, él mismo, el artista; a la derecha, sus amigos, y en el centro aquellos a los que se refirió como quienes medraban con la muerte, no sólo sus enemigos y las cosas que él combatió, sino también los pobres, los desposeídos y los perdedores. En el fondo del cuadro se intuyen dos de sus obras castigadas por la crítica (La vuelta de la feria y Les Baigneuses); a la izquierda un chino, un judío, un veterano de la Revolución Francesa, un obrero, una irlandesa y un cazador furtivo, en quienes veía representados a los perdedores y explotados, los que permitían que sus enemigos vivieran y medraran.

El cazador furtivo que aparece en primer término no es otro que Napoleón III, contrario al ánimo republicano del pintor. Detrás de la tela donde trabaja el artista, un crucificado, símbolo del arte académico, relegado a segundo plano por Courbet y reemplazado por la obra realista que se encuentra pintando. Sobre una mesa a la izquierda, una calavera representando a los críticos que determinaban los gustos populares de la época.

El niño que está de pie junto al bastidor representa la inocencia y franqueza que Courbet prefiere frente a la opinión supuestamente culta. La mujer, representa la Verdad desnuda guiando el pulso del artista. Situadas a la derecha figuran las personas más queridas y respetadas por el autor: en el grupo de cuatro hombres de negro, Alfred Bruyas, el socialista Joseph Proudhon, Urbain Cuenot y Max Buchón. No identificados específicamente, junto al vano de la puerta, una pareja de jóvenes amantes representan el Amor libre y un matrimonio burgués el Amor mundano. La figura central es la del escritor Champfleury, realista literario.

El hombre leyendo en la mesa a la derecha es Baudelaire, detrás de él, junto al espejo, la figura de su amante, Jeanne Duval. El niño arrodillado en el suelo dibujando sobre un trozo de papel, como el otro niño, tampoco ha sido limitado por la rigidez moral, y se dedica sólo a copiar, uno de los principios básicos del Realismo.

El óleo, del año 1855, mide 360 x 600 cm. y se encuentra en el Musée d’Orsay, París.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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