Si
se aceptan las semejanzas que hasta aquí se han dibujado, hay que convenir que
el movimiento Dadá, antitradicionalista por esencia, pertenece, no obstante, a
una antigua tradición. Sin embargo, tiene algunas características específicas
la principal de las cuales es debida a las circunstancias históricas de su
aparición: nació durante la I Guerra Mundial y tenderá, a su vez, a ser
mundial. Es interesante desde luego observar que el dadaísmo se manifestará con
su máxima violencia en las naciones que fueron más directamente antagonistas en
aquel conflicto: Alemania y Francia. El derrumbe de los valores occidentales se
convertirá en el motor esencial de la rebelión Dadá.
Cinéma Calendrier du Coeur Abstrait de Jean Arp. (Thomas Press, Michigan). Estas dos xilografías que ilustraban un libro de Tristan Tzara originariamente publicado en 1920 pone de manifiesto el representativo arte plástico de Arp dentro del grupo dadaísta de Zurich. En su obra se denota el gusto del autor por explorar las posibilidades del azar y el dibujo automático que luego sería desarrollado por los posteriores surrealistas.
El movimiento Dadá rompió todas las reglas, incluidas las de la decencia. El único facto coherente que se puede discernir en aquel monumental y genial castillo de fuegos artificiales - si se exceptúa el pacifismo y el odio a la guerra- fue quizá la voluntad generalizada de hacer tabla rasa, de liquidar las "conquistas culturales" Pese a todo ello, la tabla rasa no se logró de manera completa. Pero la apertura conseguida fue importante. Tal como sucedió anteriormente con los movimientos poéticos precursores del simbolismo, como los hirsutes y los hydropathes, el movimiento Dadá nació, a principios de 1916, en un café cantante de Zurich donde se recitaban poemas. En esta ciudad, adscrita desde 1519 al puritanismo ardiente de Huldrych Zwinglio y tradicionalmente germanófila, brotó la chispa de la abigarrada cohorte de emigrantes, llegados allí para escapar de la guerra y fomentar las futuras revoluciones. Un joven poeta alemán, Hugo Ball, que era director de teatro, y su mujer, Emmy Jennings, bailarina y música, concibieron el proyecto de transformar el Meierei, una taberna de mala nota del barrio popular de Niederdorf, en un café literario que habría de acoger a la intelligentsia exiliada. Se concluyó el acuerdo y el Cabaret Voltaire abrió sus puertas el 1 de febrero de 1916.
Placa de huevos de Jean Arp. (Colección particular, Bélgica). Esta obra realizada en madera recortada y pintada es una de las primeras composiciones a partir de formas elementales reunidas con cierto carácter irónico. Si bien al principio de su carrera este tipo de piezas serían características de la obra de Arp, en años posteriores el artista elegiría en cambio otros caminos más complejos de la abstracción.
⇦ Priére, éclair du soir de Marcel Janco. (Galería lm Erker, Saint-Gallen). Este joven estudiante rumano de arquitectura fue presentado en 1916 por el poeta Tristan Tzara al grupo Dadá presidido por Hugo Ball en el Cabaret Voltaire de Zurich, desarrollando a partir de entonces una estrecha relación con algunos escritores alemanes como ilustrador de sus libros. En otras obras como este óleo que aquí se expone, se refleja las preocupaciones formales que le abrirían a su autor las puertas de la abstracción.
El peludo de Marcel Janko. (Museo de Israel, Jerusalén). También conocida como El veterano, esta pintura-collage de 1924 refleja el espíritu auténticamente dadá de su autor, más preocupado por las formas plásticas que por la creación de una composición armónica que responde a un acrecentado interés por las posibilidades de la abstracción a partir del empleo de materiales como el alambre, la pintura y los relieves de yeso.
Hombre azul de El peludo. (Kuntshaus, Zurich). Este pintor alemán decidió romper con su primera formación pictórica en las academias de Berlín y Weimar en cuanto ingresó en el grupo dadaísta de Zurich, como pone de manifiesto este óleo de 1917 Posteriormente se dedicó a la investigación plástica de los contrapuntos rítmicos y jugando con variaciones formales abstractas, y experimentaría con formatos tan inusuales como los rollos de papel y unos pioneros filmes abstractos tras su nacionalización estadounidense en 1940. Su gusto por la pintura abstracta a partir de 1950 sería sin embargo una vuelta a sus orígenes pictóricos, imitando el estilo que ya expuso en este Blauer Mann.
Otro dadaísmo representa Arp, gran amigo de Tzara, por otra parte, quien, tanto por su persona como por su arte y su poesía, evocaba lo que el romanticismo creó de más singular, más vivo y más agudo. Comenzó a sentirse a sus anchas entre los héroes de Ludwig Tieck, de Clemens Brentano o de E. T A Hoffmann. Nadie como él ha sabido trazar la más sutil de las conjunciones entre la emoción y la risa, la profundidad y una ligereza absolutamente aérea. En el siglo, su escultura ha sido el instrumento de una renovación esencial, y, a través de sus escritos, se ha revelado, al decir de Max Ernst, como el poeta más considerable de la Alemania contemporánea.
Manchas cuadrangulares evocando a un grupo de personajes de Sophie Taeuber. (Colección privada). Esta artista se unió al movimiento Dada junto a Jean Arp, con el cual se casaría en 1921 Su carrera artística incursionaría en el collage, la escultura, el relieve y la tapicería. A partir de 1916 comenzó a pintar motivos no figurativos en gouache y al óleo.
⇦ Otoño de Hans Richter. (Kuntshaus, Zurich). Datado de 1917 este sencillo dibujo se caracteriza por el manejo de las sombras y los colores que progresivamente desarrollaría su autor durante el período que abarca su exilio a Estados Unidos hasta su muerte en 1976. La armonía de la composición responde a una búsqueda de los efectos rítmicos del movimiento, reflejada de manera sutil en las hojas en contraste con el estatismo del pequeño pájaro.
Según nos cuenta Arp, Marcel Janco" se consagraba a un naturalismo en zigzag". Por su parte, Huelsenbeck, llamado el anti Tzara, era médico y poeta, pero su función en el seno del dadaísmo fue más bien la de un propagandista y quizá también la de teórico. El sueco Viking Eggeling se dedicaba a un arte abstracto que se proponía explorar nuevas propiedades psicofisiológicas del ojo. A partir de una noción melódica que denominaba "el con trabajo continuo de la pintura", concibió, con la colaboración de Hans Richter, los "rodillos", a lo largo de los cuales las formas se orquestaban al estilo de las partituras de un organillo. Estas experiencias plásticas se llevaron a cabo en películas, de las que puede calificarse de más lograda la Sinfonía diagonal, de Eggeling, junto a Ritmo 21, de Richter.
Carta postal a Tristan Tzara de Johannes Baader. (Biblioteca Literaria Jacques Doucet, París). Este artista alemán llamaría la atención del grupo Dadá por su escandalosa actitud provocadora frente a los medios de comunicación, más que por su obra plástica. Controvertido y desigual, Baader representa el más alucinado de los artistas del movimiento, capaz de todo tipo de locuras sin freno desde su primera exposición de manuscritos con collage, objetos inútiles y tarjetas de visita aberrantes que compiló como único equipaje tras su fuga de un manicomio a finales del siglo XIX.
Walter Semer, médico como Huelsenbeck, era
poeta y moralista, pero ante todo fue dadaísta por su comportamiento. Tal como
escribe Hans Richter, "su panfleto Letzte Lockerung (1918) fue la última
palabra de cuanto Dadá representaba en los niveles filosófico y moral: Todo
debía ser liberado, ya no más tomillos en su sitio usual, una vez destruidos
los agujeros hechos antes a su medida, entonces será posible ver al tornillo y
al hombre encaminados a desempeñar nuevas funciones que no podrían ser
reconocidas antes de la negación total de todo lo ya existente, pero, mientras
tanto, escándalo, destrucción, provocación y confusión. Y el azar no se
concebiría ya en absoluto como factor de enriquecimiento de la dimensión
artística, sino como el principio consciente de la disolución, de la
indisciplina y de la anarquía. Por consiguiente, el “antiarte".
En su libro, Hans Richter tiene razón cuando indica que, entre 1916 y 1918, a despecho de las manifestaciones, de los escritos de las revistas, para el dadaísmo se trata todavía de un período de incubación. El verdadero asalto en todos los frentes data de 1918, a partir de la conjunción Tzara-Picabia y de la asociación en Colonia de Arp, Max Ernst y Baargeld.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat
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