Punto al Arte: La atracción de París

La atracción de París

En la década de 1890, los artistas españoles asumirán la evolución plástica europea, y en particular la procedente de París. A partir de las aportaciones del impresionismo, París se ha convertido en el centro de atracción para los artistas, a pesar de que las academias u otros centros de arte oficial continuaban enviando sus alumnos a Roma, que continuaba siendo la capital del " arte oficial".

Serán los artistas catalanes y los vascos los que inicien el que será, durante todo el siglo XX, viaje obligado a París. Los pintores Santiago Rusiñol (1861-1930) y Ramón Casas (1866-1932) fueron, en Cataluña, los primeros entusiastas innovadores de la modernidad.


Plein air de Ramon Casas (Museu Nacional d' Art de Catalunya, Barcelona). La coloración grisácea de la paleta del pintor queda rota por los leves toques amarillos, blancos y asalmonados. En esta pintura, el autor contrapone una situación bien definida en primer término sobre un fondo desdibujado en el que sólo resaltan un molino y la figura de un hombre, dando a la escena una sensación de instantánea fotográfica. 


Rusiñol llegó a París a principios de 1889, donde se encontró con Miguel de Utrillo y el escultor Enrie Clarasó (1857-1941). Los tres compartían el mismo taller y forman un grupo de trabajo al que se les une en seguida Ramon Casas.

La renovación que se aprecia en la pintura catalana de esta década -una renovación tanto técnica como temática- se debe al intenso trabajo de Casas y Rusiñol en este período, con una serie de obras de muy similar factura, en las que la huella personal de uno u otro queda muy matizada por el trabajo colectivo. Rusiñol y Casas asimilan las aportaciones de los grandes pintores del momento, la pincelada suelta, el color y la luz que practicaban los impresionistas junto con el gris y el azul de la escuela de París, las insólitas perspectivas de Degas; pero también una nueva temática: el mundo de los bulevares, el suburbio y la vida cotidiana.


Desnudos de Francisco lturrino (Museo de Bellas Artes de Bilbao). Considerado uno de los introductores del fauvismo en España, en esta obra de la década de 1900, el autor aborda uno de sus temas favoritos: los desnudos femeninos en grupo. Su dominio del dibujo y de los juegos de luz dan a este cuadro un intenso movimiento lleno de sensualidad. 


Para los artistas catalanes de una segunda generación, Isidre Nonell (1873-1911), Ricard Canals (1876-1931) o el malagueño formado en Barcelona, Pablo Picasso (1881-1973), el viaje a Francia fue también una cita imprescindible. El primer artista vasco que inicia el viaje a París es Adolfo Guiard (1860-1916); por su parte, Ignacio Zuloaga (1870-1945), amigo de Rusiñol, llega a París en 1889, pero Italia desempeña también un papel importante en su formación; finalmente, hay que mencionar a los otros artistas que trabajan en la capital de Francia, ya en la primera década del siglo XX: Juan de Echevarría (1875-1931), Francisco Iturrino (1864-1934) y Aurelio de Arteta (1879-1940), que asimilan las corrientes de las primeras vanguardias europeas.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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