Punto al Arte: Difusión y pervivencia del surrealismo

Difusión y pervivencia del surrealismo

Fuera de Francia, el movimiento no tardó en extenderse a ciertos países europeos, empezando por Yugoslavia, que asistió al nacimiento del primer grupo surrealista no parisiense. Los poetas Marko Ristic, Dusan Matic, Kotcha Popovic y los pintores Van Bor, Djordje Kostic y Zivanovic Noe fueron, de diferentes maneras, sus promotores. En Checoslovaquia, el poeta Karel Teige y los pintores Jindrich Styrsky, Toyen y Heisler supieron dar a la idea surrealista un impulso cuyos efectos repercuten aún hoy en toda una juventud ansiosa de libertad. En Rumania, Victor Brauner, Jacques Hérold y Ghérasim Luka, trasplantados los tres a París, encarnaron con rigor las exigencias poéticas y morales del movimiento. En 1936, tuvo lugar en Inglaterra la primera exposición internacional del surrealismo, organizada por Roland Pemose con la participación de Herbert Read y la contribución de Henry Moore, Paul Nash, Graham Sutherland, John Banting, Eilen Agar, Leonora Carrington y Humphrey Jennings.


Mito de la luz de Marie Germinova, llamada Toyen (Museo Moderno, Estocolmo). A partir de 1934, la artista se adhiere al surrealismo y con los medios que utiliza sabe suscitar inquietantes visiones. Este ambiente angustioso se prolonga en las obras de posguerra, como ésta, realizada en 1946. 



El gran transparente de Jacques Hérold (Galerie de Seine, París). Este bronce de 1946, que alude al título de la famosa obra de Breton, se halla en realidad a medio camino entre el expresionismo y el surrealismo. Quizás fue su amistad con Tanguy, más que el sentido de su obra, la que le llevó a exponer repetidamente con el grupo surrealista. 


Kabyline en acción de Victor Brauner (Colección León Jérusalemi, Le Vésinet). El autor consideraba a este extraño personaje, mitad monje mitad vampiro, como un descendiente espiritual del Pére Ubu de Jarry. Lo pintó varias veces en ambientes insólitos. En esta tela, el inquietante personaje parece a punto de desvelar un misterio horripilante, sin perder cierta candidez aprendida quizás en las series filmadas de Fantomas. 


La máquina de coser electrosexual de Osear Domínguez (Galería A. F. Petit, París). Obra pintada en 193 5 por el surrealista canario, que se hizo famoso en París por sus ensambles de objetos hirientes, verdaderos desafíos a la sensibilidad. Hay en su obra, que recorre la escala entre la crueldad y el fino humor, la influencia de los poetas malditos, especialmente la del conde de Lautréamont. Además, exploró las posibilidades de la calcomanía o transferencia de un papel a otro de las acuarelas o los dibujos a tinta, mediante una presión.


Alemania vio nacer los dominios angustiados de Richard Oelze, de Hans Bellmer y de Unica Zürn. De las islas Canarias surgió el maravilloso" caimán" Óscar Domínguez; de Cuba, WifredoLam; de Chile, Roberto Matta. Bajo el padrinazgo de Giacometti y de Man Ray, Meret Oppenheim llegó de Suiza para construir objetos irónicos y mágicos. Si fuera preciso citar a todos los artistas del presente que han sido alcanzados, a veces momentáneamente, por la gracia surrealista, se sobrepasaría rápidamente el centenar. Algunos, de acuerdo con las motivaciones del movimiento y su orientación general, prefirieron mantenerse aparte del "grupo" y de su disciplina. No es menos cierto que artistas como Alberto Savinio, hermano de Giorgio De Chirico, el checo Frantisek Musica, Léonor Fini, Joseph Cornell, Félix Labisse, Stanislao Lepri y algunos otros, tienen en su activo una obra surrealista en su esencia. Después de la guerra, ciertos brotes espectaculares atestiguan la vitalidad de un movimiento que, demasiado apresuradamente, se creyó muerto. Dorothea Tanning realizaba su mutación, a partir de la figuración meticulosa de escenas oníricas, hasta el estallido de las formas y su dilución en un espacio sin límites, donde se reconstituyen en visiones hurañas y fugaces. Arshile Gorky, desaparecido prematuramente y de un modo trágico, también había atravesado el espejo e intentaba captar el secreto de las esencias. Actualmente, y en pleno auge, pueden citarse a los yugoslavos Miljenko Stancic, Vassilje Jordan, Miodrag Dado y Ljuba Popovic; a los italianos Cesare Peverelli, Sandro y Guido Sornare, Arturo Carmassi, Carla Guarienti y Sergio Dangelo; a los checos Y van Theimer e Irene Dedicova; a los cubanos Ramón Alejandro y Roberto García-York; al peruano Gerardo Chávez; a los franceses Marc Janson, Philippe Labarthe, Alain le Yaouanc y Olivier O. Olivier; a los belgas Daniéle y Le Moult.


Umbral de Wifredo Lam (Centro Nacional de Cultura George Pompidou, París). Este pintor cubano buscó en Europa las respuestas a sus inquietudes, que superaban sus raíces étnicas, y, en efecto, llegó en plena eclosión del surrealismo. Sin embargo, aunque adoptó sus principios, no olvidó su procedencia. Se puede decir que Lam asume lo primitivo a través de la mirada francesa. 


Sin título de Roberto Matta (Museo ThyssenBornemisza, Madrid). Pintada en 1939, es una de las telas más famosas de este artista. Este pintor, que quiso ser arquitecto, construye espacios y vacíos en los que aparecen imaginarios edificios, laberintos, extrañas estancias, poblados de personajes informes, a modo de máquinas orgánicas emparentadas con la mariée de Duchamp


¡Buen provecho, Marcelo! o La reina blanca de Meret Oppenheimer. Uno de los temas tratados por esta artista suiza fue el "objeto", que interesó enormemente al movimiento surrealista, no con el sarcasmo de los readymade que presentó el dadaísmo, sino como una expresión eminentemente poética (objets trouvés, objets composés, objets naturels, etc.).

Así, el surrealismo ha seguido ejerciendo sobre la fracción más inquieta de la juventud una atracción confirmada cada día. Con seguridad, esta longevidad de su influencia deriva de que el surrealismo no es una escuela de literatura o de arte, sino más bien un estado de ánimo, una disposición de espíritu, que se dirige a un conocimiento inmediato del ser y a su aprehensión total. Se ha mostrado antes cómo los surrealistas pusieron el acento en el sueño, el sondeo del inconsciente y la solicitud del azar como vía de acceso a la realidad poética en donde tiene lugar la verdadera vida. Es un "en otra parte" lo que busca el artista surrealista, pero un" en otra parte" que puede, a cada momento, hacerse presente para quien sepa hacerlo surgir. Sólo falta comunicarlo a los otros, y es ahí donde las técnicas intervienen: automatismo, búsqueda del segundo estado, sueños despiertos u orientados, análisis de los signos proporcionados por el azar, lectura inspirada de los datos naturales, son otros tantos medios que permiten acceder a la vertiente nocturna de la consciencia, o, como diría Y ves Bonnefoy, a ese tras-país del ser que no se deja asir más que detrás del horizonte

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

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