Los
monumentos megalíticos han sido, sin duda, una de las manifestaciones del
hombre prehistórico que más ha llamado la atención. Buena
prueba de ello es la cantidad de leyendas populares que rodean a algunas
construcciones atribuidas, según los países, a gigantes, druidas, brujas o
extraños. El tamaño de dichos monumentos y el significado que debieron de tener
para sus constructores no pasaron inadvertidos desde la antigüedad. En
algunos casos, las grandes piedras paganas fueron cristianizadas mediante la
adición de símbolos de la nueva religión. En la actualidad, el monumento de
Stonehenge, en Inglaterra, sigue congregando cada año grupos de personas que
pretenden resucitar antiguos ritos celtas, sin saber seguramente que dicha
construcción es bastante anterior a la presencia de dicho pueblo.
Túmulo de Newgrange, en el valle de Boyne (Irlanda). Datado hacia 3200 a.C. El pasadizo interior es de unos 19 metros, hasta llegar al compartimento principal, tres pequeñas cámaras revestidas de grandes losas. En el solsticio de invierno, al amanecer, se cuela el sol por una pequeña abertura que hay en la entrada y penetra al mismo centro de la cámara y la ilumina espectacularmente.
Túmulo de Barnenez, en Bretaña (Francia). Aspecto exterior. Uno de los edificios más antiguos erigidos por el hombre, datado a mediados del V milenio a.C. El tamaño del túmulo es de 72 metros de largo por aproximadamente 20 a 25 metros de ancho, y unos 9 de alto, el más grande de Europa, con un peso estimado de unas 12.000 a 14.000 toneladas. Está constituido por piedras amontonadas que recubres 11 dólmenes que dan a un pasillo.
Naturalmente, estos monumentos llamaron también la atención de los estudiosos, y son numerosas las hipótesis que han tratado de explicar cómo y por qué aparecieron estas construcciones en la Europa prehistórica. Llamaba la atención el carácter monumental de las mismas, por lo que no se entendía que pueblos tan primitivos como los de la Europa neolítica fueran capaces por sí solos de inventar semejante arquitectura. Hubo explicaciones peregrinas, como la propuesta por Elliot Smith, a comienzos del siglo XX, que pretendía que fueron los egipcios los que en sus navegaciones llevaron los conocimientos arquitectónicos a Europa y, posteriormente, al continente americano. Por fortuna, esta hipótesis pasó sin demasiados adeptos, porque obviaba razones históricas, geográficas, tipológicas, técnicas y cronológicas que la invalidaban. Pero durante muchos años, hasta la década de 1960, ha predominado la creencia de que el megalitismo europeo es el resultado de una difusión de técnicas constructivas y creencias religiosas desde el Egeo. La razón de esta expansión se buscaba en la necesidad de metales -cobre y estaño- entre las comunidades egeas y su búsqueda en Occidente. Así llegaron al sur de la península Ibérica, donde se establecieron en colonias como Los Millares, en Almería, o Vila Nova de Sao Pedro, en la desembocadura del Tajo. Al mismo tiempo, introdujeron el ritual de enterramiento colectivo en tumbas monumentales, los tholoí, sepulcros de cámara circular con cubierta en falsa cúpula y corredor o dromos de entrada. Desde allí, la gran arquitectura se extendería por gran parte de Europa occidental, dando lugar a diferentes tipos de construcciones que ya no se ceñían a la técnica constructiva de los tholoi. Actualmente, se sabe que algunos monumentos megalíticos occidentales son mucho más antiguos que los del Egeo; datan de comienzos del IV milenio, por lo que se les considera como una creación de las comunidades neolíticas de Europa occidental para expresar unos rituales funerarios y creencias acordes con los cambios de organización social que el trabajo de la tierra y la vida sedentaria habían generado.
La arquitectura megalítica, como su nombre indica
-megas: grande, lithos: piedra-, hace referencia a construcciones de grandes
bloques de piedra sin trabajar que delimitan un espacio y que originan una
cubierta plana; es, pues, una arquitectura adintelada. Se distribuye por gran
parte de Europa occidental: Escandinavia y norte de Europa, Francia, Islas Británicas,
gran parte de la
península Ibérica, Córcega y Cerdeña, y algunos ejemplares en
las Baleares.
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Corredor interior
del túmulo de Gavrinis en Bretaña (Francia). El túmulo recubre un pasillo largo que conduce
a la cámara funeraria.
Las baldosas están decoradas suntuosamente: cayados, hachas, curvas o líneas se
combinan de muy diferentes modos. Sobre 29 baldosas que forman las paredes, 23
son adornadas y 21 casi recubiertas en su totalidad sobre su cara visible;
todavía hay que añadir a ello la piedra del umbral a la entrada de la cámara,
ciertas baldosas del suelo y las superficies no visibles desde el interior de
la cripta.
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La mayoría de estas construcciones eran de uso
funerario, y servían para enterramientos colectivos, es decir sucesivos, de una
comunidad. Según el tamaño y la planta, se puede hablar de diferentes tipos
como: sepulcro de corredor (cámara poligonal y corredor de entrada); galería
cubierta (planta rectangular alargada sin separación de cámara y corredor,
aunque sf se pueden distinguir en alzado, puesto que aquélla suele ser más alta
que éste); dolmen o cámara sencilla (planta poligonal sin corredor destacado, a
no ser a veces un pequeño vestíbulo), y tholoi.
A partir de estas formas pueden darse enormes variaciones. En algunos casos, y
esto es característico de los territorios atlánticos, las grandes piedras
estaban decoradas por su cara interna con grabados de temas abstractos,
geométricos. Aunque, en la actualidad, la mayoría de estos monumentos están al
descubierto y se puede ver su arquitectura, no era así en el pasado.
Efectivamente, todas las cámaras funerarias estaban cubiertas por un túmulo, de
tierra o a veces de piedras, que sólo dejaba al descubierto la puerta de
entrada. En Bretaña y en las Islas Británicas no es extraño que un gran túmulo cubra dos o más estructuras funerarias:
Barnenez es un gran túmulo de planta rectangular que cubre nueve sepulcros de
corredor. Es interesante que lo que actualmente parece una arquitectura monumental,
en el pasado fuera una arquitectura para no ser vista. Lo que sí destacaba en
el paisaje era la enormidad del túmulo, y es evidente que la obtención de la
piedra, la construcción del monumento y la cubrición con el túmulo supusieron
una gran cantidad de horas y de mano de obra invertidas. Está claro que el
objetivo primario de las tumbas era el de albergar los cadáveres de una
comunidad, generación tras generación, manteniendo después de la muerte unos
lazos de parentesco que les habían unido en vida; pero actualmente se piensa
que, además, podían cumplir otros cometidos, como servir de símbolo de
identificación de una sociedad o comunidad determinada y, al mismo ti e mpo,
constatar el derecho de uso de la tierra donde se asentaron sus antepasados.
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Menhir caído de Le
Table de Marchands,
en el yacimiento de Locmariaquer (Bretaña, Francia). Al caer, este gran menhir,
que superaba los veintidós metros de altura, se rompió en tres trozos. Quizás
se utilizara para el culto o para la observación astronómica; es una cuestión
que aún no se ha determinado.
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Dolmen de Pierres
Plates, en el
yacimiento de Locmariaquer (Bretaña, Francia). La mayoría de arqueólogos creen
que estos grabados muestran collares y joyas a una diosa del matriarcado,
posiblemente símbolo del culto a la Luna.
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Pero, paralelamente al desarrollo de esta
arquitectura funeraria, hay otras construcciones de más difícil
interpretación. Los menhires son
grandes piedras enhiestas que suelen estar relacionadas espacialmente con
sepulturas, a veces claramente distribuidas por rutas de trashumancia.
Excavaciones realizadas en la base de algunos de estos monumentos han revelado
la existencia de vasos cerámicos como depósitos de fundación; piensan, algunos
investigadores que por sí mismos podrían tener un significado religioso,
considerándolos como posibles símbolos fálicos. Ciertamente, en el sur de
Francia son frecuentes las estelas-menhires con representaciones antropomorfas,
por lo general femeninas, que podrían reflejar su sentido religioso. Algunos
son de gran tamaño, hasta de 6
metros, siendo el menhir caído de Locmariaquer el más
famoso de todos por su longitud de 22 metros.
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Alineamientos de
Carnac en
Morbihan (Bretaña, Francia). Estos fantásticos alineamientos agrupan varios
miles de menhires dispuestos
paralelamente en una extensión fabulosa, que cubre más de un kilómetro en línea
recta. Ello prueba que la sociedad que los construyó era próspera y contaba con
gran organización. La cronología de las tumbas más antiguas se establece a
fines del III milenio, mientras que las alineaciones se creen erigidas en la
primera mitad del II milenio.
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Alineamientos de
Avebury en
Malborough (Gran Bretaña). Sin duda uno de los santuarios prehistóricos más
impresionantes de Europa, que marcan el descubrimiento de la arquitectura. Es
el mayor santuario megalítico de Gran Bretaña. Está compuesto por tres partes:
tres círculos de piedras enormes (de hasta 100 metros de diámetro);
un complejo menor formado por varios círculos concéntricos de piedras y postes
(de 40 metros
de diámetro máximo), y una avenida bordeada de monolitos que unía ambos
conjuntos.
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En ocasiones, las piedras monolíticas están
agrupadas formando conjuntos complejos que ocupan una gran extensión de
terreno. En Bretaña aparecen los famosos Alineamientos, como los de Carnac, que
consisten en una gran avenida formada por hileras de menhires dispuestas de una
manera no exactamente paralela, sino ligeramente convergente, aunque nunca
llegan a unirse. En Gran Bretaña son famosos los Círculos, Cromlech o
monumentos Henge, como los de Avebury
o Stonehenge (que significa círculo de piedra). Son recintos circulares -el de
Avebury abarca una superficie de 19 hectáreas generalmente delimitados primero
por un foso y terraplén e inmediatamente, en el interior, por grandes piedras
levantadas. El círculo de Stonehenge es de una gran monumentalidad; lo que se
puede ver hoy es el resultado de varias fases constructivas. Se sabe que,
inicialmente, en el IV milenio, el lugar fue usado para realizar varios
enterramientos; había adquirido ya un significado simbólico importante. En el
III milenio empezó la construcción del círculo con la apertura del foso y de
los 56 agujeros llamados de Aubrey. Posteriormente se construyó el doble
círculo de menhires, el interior llamado de "piedras azules", de unas
4 toneladas cada una de ellas y procedentes del País de Gales, a más de 200 kilómetros de
distancia. Ya en el II milenio se levantó el gran círculo adintelado y, en el
interior, cinco trilitos (dos piedras verticales y otra horizontal encima)
dispuestos en forma de herradura de caballo: este momento final, de gran
esplendor, corresponde ya a la denominada cultura de Wessex, durante la Edad
del Bronce. Es una muestra evidente del uso de un espacio, seguramente sagrado,
durante milenios.
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Templo de Mnajdra en la isla de Malta. Datado
alrededor del tercer milenio antes de Cristo, está enclavado en una roca y el
aspecto de sus piedras es rugoso. En el complejo de Mnajdra han sido
descubiertos tres templos: dos edificios grandes con dos pares de ábsides y uno
mucho más pequeño, el más antiguo de los tres, con una disposición de trébol.
Los dos monumentos principales fueron limpiados por Vance durante el año 1840
pero no se conoce ninguna relación detallada de la excavación. El
primer plan exacto fue hecho por el doctor Albert Mayer en 1902. En 1910, los
miembros de la escuela británica en Roma, ayudaron en las investigaciones.
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Templo de Hagar Qim en la isla de Malta. Este templo
fue excavado por primera vez en 1839, con una datación de 3600 - 3200 a.C. Consiste en una
sola unidad de templo, aunque no es claro si al principio fue construido con
una estructura de cuatro o cinco ábsides. El patio delantero y la fachada
siguen el modelo típico de los templos en la zona. Es notable por su
impresionante fachada y el tallado de la entrada, así como por los enormes
bloques utilizados en la
construcción. Se encontraron algunas figuras femeninas en el
recinto (Venus de Malta).
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Se ha discutido mucho sobre el posible significado
de estas enormes construcciones. Sí que parece evidente que, por lo menos los
círculos, pudieron estar relacionados con determinados cultos solares. El eje
principal de Stonehenge está orientado hacia la salida del sol en el solsticio
de verano, pero esta orientación se detecta también en algunas tumbas
megalíticas de Bretaña en las que el primer rayo de sol del solsticio va a dar
cfuectamente a la cámara, como ocurre en el gran templo funerario de Ramsés II
en Abu Simbel. Esta coincidencia, por supuesto, no implica ningún tipo de
interdependencia de w1 lugar a otro. Todos los pueblos primitivos comparten
cultos solares, reconociendo al Sol como principio creador y regenerador de
vida. Pero, probablemente, estos lugares tuvieron un significado mucho más
complejo que el exclusivamente religioso y cultual. Se piensa que estos
espacios delimitados arquitectónicamente -los círculos o los alineamientos-
podrían ser centros comunitarios para w1as poblaciones dispersas en el
territorio y que se desarrollaran en ellos toda una serie de relaciones
económicas, sociales y religiosas de gran transcendencia para la continuidad de
los grupos humanos y de sus vínculos sociales.
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Templo de Tarxien en la isla de Malta. El complejo
consiste en cuatro templos construidos entre el 3300 y el 2500 a.C. Es una
construcción que está situada en el centro de un espacio cerrado por un muro,
con forma de herradura, alberga una especie de celdas intercomunicadas. La
decoración espiral en bajo relieve, y los motivos zoomorfos que aparecen
grabados en el templo, son una constante que se repetirá en los monumentos megalíticos.
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Junto a este megalitismo que se podría denominar
clásico, en el Mediterráneo se desarrollan otras formas de expresión que no
dejan de ser monumentales. Por ejemplo, en la península Italiana,
Sicilia y Malta, no hay tumbas megalíticas, de construcción aérea. Allí, los
enterramientos colectivos se realizan en hipogeos, que son cámaras excavadas en
el subsuelo, pero que reproducen la misma idea de distinguir un corredor y una
cámara, y a veces llegan a adquirir plantas muy complejas: ocasionalmente, en
la excavación de los diferentes ámbitos se reproducen en la roca blanda
elementos arquitectónicos, como jambas y dinteles, a veces decorados con
grabados o bajo relieves. El más famoso y sorprendente es el de Hal Saflieni en
la isla de Malta. Hipogeos aparecen también en las islas de Córcega, Cerdeña,
las Baleares, así como en el sur de Francia, donde también se construyen
megalitos.
Pero quizá sea la arquitectura maltesa y su
antiquísima construcción uno de los logros culturales más sorprendentes de la antigüedad. Durante
el III milenio, contemporáneamente al desarrollo de los hipogeos, se empiezan a
construir en esa pequeña isla una serie de templos que impresionan por su
tamaño, complejidad constructiva, y por el número relativamente elevado en toda
la isla, aproximadamente unos 30. Estas construcciones en un principio eran de
planta lobulada, recordando con frecuencia los hipogeos más sencillos. Pero en
la época de máximo apogeo, el llamado período Tarxiense, se pasa a las plantas
trilobuladas y a las más complejas absidales. En esta última fase es frecuente
también que algunas partes de los templos estén decoradas con frisos en bajo
relieve, donde se desarrollan temas geométricos, de espirales sobre todo,
conociéndose también temas animalísticos de un gran naturalismo y hermosura. Es
en estos templos, así como en algunos hipogeos, donde han aparecido las
estatuillas femeninas, por lo que puede hablarse de un culto a la Diosa Madre.
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Torre megalítica de
Cuntorba en la
isla de Córcega (Francia). Erigido sobre un cerro, el denominado "Castello
de Cuntorba" es un ejemplo de los monumentos circulares atribuidos a la
Edad del Bronce en el sur de Córcega. Consta de un recinto y de varios
habitáculos articulados alrededor de una cámara central donde serpentea un
pasillo de circulación. La construcción dominaba todo el golfo de Valinco.
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Capítulo aparte merecen las construcciones
ciclópeas de las islas de Cerdeña, Córcega, Mallorca y Menorca que, bajo ningún
concepto, deben ser confundidas con el megalitismo. Pertenecen a una cronología
bastante más tardia, puesto que son del II milenio, ya en plena Edad del
Bronce, y además tienen una función o significado diferente; por otra parte,
desde el punto de vista tecnológico, las grandes piedras utilizadas en las
construcciones han sido previamente trabajadas para conseguir un mejor ajuste.
En primer lugar, hay que tener en cuenta las
construcciones que cumplen una función defensiva, como las murallas que rodean
los poblados, y, sobre todo, unos edificios turriformes llamados talaiots en las Baleares, torres en Córcega y nuraghes en Cerdeña, y que han servido para dar nombre a las
culturas talayótica, torreense y nurághica. Estos últimos recintos, de planta
circular por lo general, aunque también pueden ser de planta cuadrangular, es
posible que cumplieran otros fines, quizá como lugar de vivienda, o de culto.
Efectivamente, no son torres macizas, sino que en su interior suele haber un
corredor que da a una cámara cuyo techo está sostenido por una columna central.
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Taula del santuario
megalítico de Torralba (Menorca). Período Talayótico III (del 800 al 450 a.C.) Las taules son monumentos únicos, formados
con dos bloques de roca caliza los que forman una T, uno de ellos clavado en el
suelo y en posición vertical; el otro colocado sobre el primero de forma
horizontal. Se le atribuye un carácter mágico y protector y se los ha
identificado como los símbolos del equilibrio en el Cosmos y de la Suprema Proporción.
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En Menorca hay otros tipos de construcciones. Una
de ellas es la taula. Consta de una
gran losa de forma rectangular con otra piedra rectangular encima, aparentando
una mesa; son muy altas y pueden tener otra pequeña taula inclinada y apoyada en uno de los lados estrechos actuando
como soporte. Por lo general, estas taulas se hallan en el centro de
estructuras circulares delimitadas por grandes piedras verticales. La taula ha dado pie a numerosas
interpretaciones; se la ha relacionado con el culto al toro, aceptando que ella
misma representaría una estilización de ese animal, o con sacrificios humanos,
en cuyo caso funcionaría como un altar.
Una tendencia actual la considera simplemente como
un elemento arquitectónico de sostén, siendo la columna central que sostendría
algún tipo de techado. Por lo general, estos conjuntos ocupan un lugar central
privilegiado dentro del poblado, evidenciando un significado especial entre las
demás construcciones de tipo doméstico.
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La naveta des Tudons, en la isla de Menorca. Este
monumento funerario de dos plantas y forma de nave invertida, se considera como
una de las construcciones megalíticas más antiguas de Europa.
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Finalmente, hay que aludir a las célebres navetas,
como la llamada des Tudons. Son construcciones hechas de piedras bien
trabajadas para que ajusten, de planta absidal y cubiertas por aproximación de
hiladas; la fachada es recta y de forma trapezoidal. En conjunto aparentan la
forma de una nave invertida, y de ahí el nombre. En realidad, construcciones de
planta absidal se conocen ya en el período pretalayótico en Mallorca y, en ese
caso, se trata de estructuras domésticas en el interior de los poblados. Las navetes menorquinas son monumentos numerarios,
para enterramientos colectivos, y por lo general tenían dos pisos, actuando el
superior como osario para las deposiciones secundarias.
Es evidente que las islas del Mediterráneo centro occidental
muestran, pues, una serie de características comunes que ponen de manifiesto la
existencia de contactos y relaciones entre los habitantes de las mismas. Estas,
bien sea por su riqueza en materias primas o por su posición geográfica idónea
en la ruta marítima hacia puntos concretos del Mediterráneo -la costa italiana
o el sur de la península
Ibérica, por ejemplo-, están llamadas a desempeñar un papel
importante en las colonizaciones y actividades comerciales de gentes como los
micénicos, los fenicios y los griegos.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat