Detalle
de una sítula procedente de Este (Italia)
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El
arte de las sítulas, que se encuentra íntimamente vinculado con la religión
celta y su creencia en la vida después de la muerte, tuvo su punto de apogeo en
el siglo VI a.C. y su desaparición se relaciona con el fin de la cultura
oriental de Hallstatt.
La palabra latina sítula procede del término istrio-veneciano secio, que designa un pequeño recipiente en forma semicúbica. En
general, miden de 20 a 30 centímetros y presentan de una a cuatro franjas
horizontales decoradas, cuyo relieve se efectuaba mediante el repujado, desde
la cara interna, siendo retocadas con punzones por el exterior. Las ornamentaciones
presentes en las sítulas son un tanto arcaicas, estando las figuras en perfil,
y las soluciones expresivas empleadas poco innovadoras.
Normalmente se representaban en ellas tanto
seres humanos como animales, y a menudo plasmaban escenas importantes de la
vida de la élite celta, como banquetes, cacerías, acontecimientos deportivos y
procesiones.
Más raros son los casos de sítulas que
presenten divinidades o mitos. Se trata de un tipo de receptáculo ritual
utilizado para libaciones de agua, vino y leche. Junto con los calderos
ceremoniales, poseían un importante valor ceremonial, ya que en cierta manera
simbolizaban la regeneración. Esta característica se hace patente sobre todo en
aquellas sítulas que contienen decoraciones que aluden a banquetes, haciendo
referencia a los festines que se tenían en el más allá. Según una antigua
leyenda galesa, estos recipientes podían incluso llegar a devolver la vida a
los guerreros muertos.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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