Punto al Arte: 03 Culturas de los Andes
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Pachacutec Inca Yupanqui

Genealogía dellncario (Gent Magazine, Mayo de 1752). En este 

grabado de una antigua publicación del siglo XVIII se han inclui-

do los retratos de seis notables incas, cada uno ataviado con un
sombrero, un hacha y una tablilla que denotan su condición je-
rárquica.
Pachacuti o Pachacutec Inca Yupanqui fue uno de los soberanos más importantes del pueblo inca. Hijo menor de Viracocha, que había ampliado considerablemente los límites del Imperio, Pachacutec murió en el año 1471 y gobernó desde el año 1438. En ese tiempo, consiguió importantes logros militares, y entre ellos el más destacable es, sin lugar a dudas, el hecho de que arrebatara Cuzco de manos de los chancas.

Una vez que subió al poder, coronado Sapay Inca, continuó con sus exitosas campañas militares, pues, por ejemplo, llevó las fronteras del Imperio hasta el lago Titicaca. Para dominar tantos territorios conquistados, Pachacutec optó por reprimir cualquier intento de disensión que pudiera darse en alguno de los más de 500 pueblos que tenía bajo su poder. De este modo, no dudó en ahogar a sus subditos con un rígido sistema de impuestos y, asimismo, deportaba lejos de su pueblo de origen a cualquiera que mostrara signos de rebeldía.

Por otro lado, aparte de su labor militar y represora, dotó a las ciudades que anexionaba de la moderna estructura administrativa inca. Aunque, siempre con el objetivo de no dejar escapar un ápice de poder en beneficio de los pueblos conquistados, los gobernantes de las ciudades asimiladas debían ser incas formados en Cuzco, la capital del Imperio. Asimismo, se considera que Pachacutec fue el impulsor de que se adoptara el eficaz sistema de cultivo por terrazas, propio de la agricultura inca.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Cuzco y sus alrededores

La capital del Imperio fue la ciudad de Cuzco, cuyo núcleo primitivo data de los comienzos de la cultura incaica y comprende edificios antiguos como el Collcampata o palacio de Manco Cápac, en la ladera de Sacsahuamán, con largos muros de aparejo de mampostería y vanos trapezoidales. En la parte central de la ciudad, creada por Pachacutec, se hallaba la plaza de Huacapata (550 m de largo por 250 m de ancho), atravesada por el río Huatanay; sobre esta plaza estaba el palacio del mencionado Inca o Cesana, la casa de las Acllas o Vírgenes del Sol, de la cual quedan algunos muros, y el Amarucancha o palacio de Huaina Cápac.

El edificio más importante de la ciudad era el templo del Sol o Coricancha, sobre el que se construyó posteriormente el convento de Santo Domingo. Parte de este templo se conserva, evidenciándose su planta rectangular terminada en curva, donde las puertas se abren en uno de los lados mayores. Adjuntas están las capillas de la Luna, de Venus, del Rayo y de las Estrellas, que son recintos rectangulares con hornacinas y una sola puerta. La cubierta del Coricancha era de madera y paja, y una parte de sus muros se hallaba recubierta con láminas de oro. En 1534, los españoles encontraron el disco solar que era de este metal.

Muros de la fortaleza de Sacsahuamán (Cuzco). Por su insólita tecnología y por las gigantescas proporciones de sus bloques de piedra se ha llegado a comparar esta antigua ciudad con las pirámides de Egipto y las construcciones megalíticas de Stonehenge. Para el cronista Garcilaso de la Vega, la fortaleza tan sólo pudo haber sido hecha "por vía de encantamiento o a manos de demonios y no hombres". Se ha calculado que posiblemente participaron en su construcción más de 20.000 peones. El complejo entramado de las murallas y de las callejas de piedra comprendía un verdadero laberinto que ocultaba en el subsuelo una red de pasadizos y un perfecto sistema de canalizaciones herméticas por las cuales llegaba el agua desde emplazamientos secretos. Se cree que originariamente existía un torreón central de cinco pisos de forma cilíndrica cuyas paredes estaban recubiertas con planchas de oro, y que los conquistadores españoles arrancaron para su uso lucrativo. 


Fortaleza de Sacsahuamán (Cuzco). Aunque originariamente se trataba de un templo dedicado al culto solar. los conquistadores españoles le adjudicaron una atribución militar por su excelente situación estratégica. La antigua ciudad, que componía un vasto complejo urbano de baluartes, altares, acueductos, templetes y anfiteatros, era de una grandiosidad majestuosa. Utilizaron sus ruinas como cantera para la construcción de la catedral de Cuzco y para numerosas casas coloniales.  

⇨ Piedra de los doce ángulos (Palacio de Hatunrumiyoc, Cuzco). El sillar del palacio de Inca Roca es un ejemplo de la paciencia, la obstinación y la perseverancia del pueblo inca para enfrentarse con las empresas más difíciles. En su complicado encaje de ángulos irregulares se han empleados bloques de piedra de formas desiguales consiguiendo no obstante un ajuste perfecto. Todos los sillares coinciden unos con otros con asombrosa precisión milimétrica y se ensamblan con tan sólida estabilidad que no se ha necesitado argamasa para su construcción. 



Edificio notable, por la perfección de su aparejo, es el Hatunrumiyoc o palacio de Inca Roca, en cuyo muro principal se halla la famosa piedra de los doce ángulos.

La fortaleza de Sacsahuamán está situada sobre una gran explanada, frente al Rodadero, en la montaña que domina la ciudad. Tiene tres líneas de murallas, en diente de sierra, formadas por aparejo megalítico; en el centro se halla un torreón circular, que constituía la torre de homenaje y última defensa de la fortaleza, con doble hilera de recintos y patio central circular.

⇦ Muralla en zigzag (Fortaleza de Sacsahuamán, Cuzco). La triple muralla megalítica que rodea la antigua ciudad está construida con bloques de piedra caliza que pueden llegar a alcanzar los cinco metros de altura y más de 130 kg de peso. La organización de la muralla, en forma de tres serpientes paralelas, la exactitud del ensamblaje antisísmico de las piedras y el desconocimiento que tenían de la rueda en el momento de su construcción, inspiraron múltiples explicaciones de tipo sobrenatural a los cronistas. 



A 68 km al noroeste de Cuzco se yergue, sobre una ladera, la ciudad de Ollantaytambo. Está rodeada por una muralla de cuatro a seis metros de altura, en la que se abre un pórtico de piedra que sirve de entrada; en el interior destaca un edificio de muros poligonales con hornacinas. Llama la atención la enorme mole megalítica de seis piedras perfectamente ensambladas (3,65 m de altura). En la parte alta hay dos monumentos rupestres: “el trono de la princesa” y el “altar del Inca”. El barrio de viviendas, construido mediante el sistema de canchas, está trazado en forma de damero en torno a una plaza.

Pisac está a 62 km al norte de Cuzco, sobre la margen derecha del río Vilcanota. Situada sobre una montaña, es accesible sólo a través de un largo camino que asciende mediante escalinatas entre andanerías agrícolas. En la parte superior, y rodeadas de murallas y plazuelas, se hallan varias construcciones religiosas, entre las que destaca el Intihuatana, de forma troncocónica. Todos los edificios tienen aparejo de sillares.

Treinta kilómetros al sur de Cuzco se halla Pikillacta, que tuvo como función ser un gran almacén de granos y guarnición militar. Situada sobre una falda inclinada, a orillas del río Huatanay, tiene forma rectangular (770 X 680 m). Las calles, muy regulares, se cortan en ángulo recto. Dos plazas, una mayor para la descarga del grano y otra cívica en torno a la cual se agrupaban las viviendas, constituyen los únicos espacios abiertos; el resto está ocupado por las collcas (secaderos de grano) y silos. La existencia de una muralla perimetral da cuenta de su calidad militar.

Ruinas de Ollantaytambo (Cuzco). La antigua fortaleza inca sirvió como centro defensivo de una vasta zona de cultivo. Talladas en roca, sus galerías y estancias se suceden unas a otras, quedando la ciudad a medio construir al haber sido abandonada por sus canteros cuando los invasores tomaron la zona. Los portadores tuvieron que dejar grandes moles de piedra a medio camino, conformándose un curioso collar gigante de "piedras cansadas" que señala el camino hacia la fortaleza. 

Tambomachay, muy próxima a Cuzco, parece ser un lugar destinado al culto del agua; consta de dos cuerpos de sillar pulimentado, adosados a la montaña, sobre los que continuamente cae el agua. Pucapucara es una pequeña fortaleza construida de piedra sencilla, que protege uno de los accesos a Cuzco.

Muy cercano a Cuzco está el Kenko, santuario rupestre de singular importancia. Consta de un semicírculo levantado en torno a un intihuatana, o menhir, siendo la construcción de piedra pulimentada con nichos, donde probablemente se colocaban momias para ritos funerarios. Esta edificación está junto a una gran roca en la cual se han tallado escalones y un complicado sistema de canales con símbolos; debajo existe una cámara sagrada subterránea.

El complejo de Chincheros, al norte de la capital, tiene una serie de edificios entre los que se distingue un templo con muros pulimentados que sirvieron de base a la iglesia virreinal. Lo más interesante es la parte rupestre, constituida por grandes rocas a través de las cuales se abre una puerta. En ella hay un sistema de canales y escalones tallados en la piedra. El conjunto, como es usual, está rodeado de andanerías agrícolas.

Puerta dolménica (OIIantaytambo, Cuzco). La fortaleza comprendía inicialmente un conjunto de viviendas, cementerios y lugares de culto sagrado, a los que se accedía por escaleras o cruzando algunas estancias de uso privado. Los bloques de piedra, escrupulosamente pulidos, se insertan en una muralla continua que oscila entre los cuatro y los seis metros de altura.

Moray, cerca del pueblo de Maras, es una estructura arquitectónica muy original, compuesta en forma de anfiteatro. De planta circular, está constituido por andanerías en profundidad. El conjunto tiene 209 X 147 m y una profundidad de 150 metros.

Aunque un poco alejado, también deberá considerarse en el complejo cuzqueño, el templo de Viracocha, cerca del pueblo de Cacha, que es el mayor del Imperio. De forma rectangular (105 X 26 m), tiene una estructura de cuatro naves; en el centro se alza un elevado muro de adobe de 12 m de altura, con cimiento de piedra y en el que se abren puertas y ventanas; a los costados, dos hileras de columnas del mismo material sostenían una cubierta de madera y paja. Junto al templo se hallan las habitaciones sacerdotales en torno a canchas. Las viviendas del pueblo son de planta circular alineadas de diez en diez. Es posible que en esto se mantenga una estructura urbana preincaica.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Otras ciudades

Machupicchu, la más conocida y mejor conservada de las ciudades incaicas, fue descubierta en 1911. Se halla sobre una de las márgenes del Vilcanota a 112 km de Cuzco. Está situada entre cuatro cerros, el más importante de los cuales es el Huayna Picchu; la ciudad se halla rodeada de una muralla y flanqueada por andanerías agrícolas. En torno a una plaza rectangular se agrupan las edificaciones escalonadas, creando barrios tanto religiosos como residenciales. Destaca en el primero, el torreón de las tres ventanas, de planta circular, debajo del cual hay una construcción sagrada rupestre.

En la plaza religiosa se yerguen los restos del gran templo que descansa sobre bloques monolíticos tallados en la roca viva, con muros en talud y hornacinas; de allí se sube, por una escalinata de setenta peldaños, al punto más alto de la ciudad en medio de la cual se alza el Intihuatana. La zona de casas, al parecer pertenecientes al pueblo, es quizá la mejor conservada; muestra edificios de piedra cortada con un muro en el centro, cuya finalidad es sostener el techo. Las calles, muy empinadas, salvan los desniveles mediante escalinatas. La arquitectura y el trazo urbano, perfectamente adaptados a la topografía, hacen de Machupicchu la más bella ciudad del incario.

Baños reales (Tambomachay, Cuzco). Dedicado al culto del agua, su edificación consta de dos cuerpos de sillar finamente pulidos y adosados a la propia montaña, por la que se desliza constantemente el agua recuperada de lo alto del monte. Sirvió como balneario de reposo, pero por los restos de un torreón circular de vigilancia que se conserva enfrente se cree que debió tener también fines de defensa y comunicación. 

Los incas, en su expansión hacia la costa, ocuparon lugares de importancia como Huánuco Viejo, enclavado en el centro de la tierra peruana. Casi de forma elíptica, la ciudad se agrupa en torno a una gigantesca plaza (600 por 400 m), en el centro de la cual se alza un edificio denominado El Castillo. Sus muros son pulimentados y su disposición simétrica. Huánuco se divide en barrios, al margen de éstos está la Casa del Inca y el Acllahuasi, ambos situados en la parte este de la plaza. Son edificios de planta trapezoidal y complicada distribución interior.

Más al norte, cerca de las ruinas preincaicas de Marcahuamachuco, los incas construyeron Viracochapampa, ciudad de planta cuadrada. Dentro del recinto amurallado se distinguen calles trazadas en corte ortogonal, destacando la plaza central de 85 m de lado. Plazuelas menores agrupan en torno a sí las viviendas del pueblo. Esta ciudad fue construida hacia la mitad del siglo XV.

Baños reales (Tambomachay, Cuzco). Los sillares están tallados con gran precisión para que puedan encajar sin argamasa y constituyan un muro de probada solidez. Construida en piedra labrada, la edificación está conformada por cuatro terrazas escalonadas adosadas al cerro y hechas a base de poliedros irregulares muy bien ensamblados. El balcón superior presenta cuatro grandes nichos trapezoidales de dos metros. 

Típico campamento militar, que luego quedó convertido en ciudad, es Incahuasi, sobre el río Cañete. Fue construida por Tupac Inca Yupanqui, en su campaña contra los yuncas. La ciudad se divide en cuatro partes claramente establecidas: sector religioso, cuarteles, palacio del Inca y depósitos o graneros. Junto al río Pisco se construyó Tambo Colorado, también con finalidad militar y administrativa. Edificado junto a unos cerros, se desarrolla en torno a una plaza trapezoidal. Una muralla flanquea el edificio principal que, siguiendo el influjo de la arquitectura del Norte, ostenta un friso de adobe en celosía.

Paramonga y Pachacamac, ambos preincaicos, fueron remodelados y ampliados en tiempos del imperio inca.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

La arquitectura incaica en Bolivia

En la zona del altiplano y valle bolivianos, la arquitectura incaica sufre la superposición de elementos locales, principalmente collas. Los restos más importantes se hallan en las islas del Sol y de la Luna, en el lago Titicaca; en esta última, está el palacio de Pilcocaina que tiene estructura cuadrangular, y originalmente tenía dos pisos cubiertos con falsa bóveda. La estructura es de piedra cortada y se hallaba recubierta por arcilla pintada de rojo y amarillo. Asimismo en la isla del Sol está la Chincana, edificio similar al anterior, pero de planta asimétrica, y el Templo del Sol, muy arruinado. En la isla de la Luna, llamada también Coati, está el Templo de las Vírgenes. Tiene forma de “U”, en torno a un patio, y las fachadas que se levantan sobre él tienen fina ornamentación a base de puertas y hornacinas con dinteles escalonados.


Ruinas de Machupicchu (Cuzco). Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1983, fue redescubierto por un arqueólogo de la Universidad de Yale en 1911 y posteriormente explotada con fines lucrativos y turísticos. Está considerado como el más espectacular monumento precolombino de América del Sur. Concebido como una serie de plataformas a modo de terrazas, adaptadas a la compleja topografía del terreno, presenta un aspecto singular debido al clima de la zona, que envuelve con una perpetua niebla la vista panorámica del lugar. La muralla que rodea el complejo se alza sobre las rocas a tres mil metros por encima del nivel del mar, enmarcando un conjunto de hasta ciento cincuenta edificios de diversa función, entre los que se han identificado varios templos, plazas y santuarios, interconectados por más de cien escalinatas de piedra a veces esculpidas íntegramente en un solo bloque de granito de hasta veinte toneladas de peso. En el subsuelo se ha hallado una complejísima red de canales de agua cuyas fuentes brotan de la propia roca incisa. 


Templo del Sol (Machupicchu, Cuzco). El lugar destinado a los sacrificios rituales está construido al modo inca clásico, con las piedras cuidadosamente pulidas y unidas entre sí con precisión y solidez sin argamasa. Este excepcional sitio arqueológico, que parece crecer naturalmente de la mismísima roca, presenta los típicos sillares poligonales y un recubrimiento de adobe mezclado con piedras pequeñas para conferir volumen a las paredes.  

La ciudadela de Incallacta, en las estribaciones de la Cordillera Oriental, levantada para contener la invasión chiriguana, es la más importante de la zona. Está situada en una ladera, entre dos ríos, protegida en su parte norte por una muralla dentada. El edificio principal del conjunto tiene 78 m de largo por 25 m de ancho y, como es usual, se abren puertas en uno de los lados mayores en tanto que los demás se decoran con hornacinas interiores. No existe huella de muro central, por lo que puede suponerse que el techo se apoyaba en horcones de madera. Junto a este gran edificio hay otros menores, de estructura similar, llegando su número a cuarenta.


lntihuatana (Machuplcchu, Cuzco). En el centro de una hondonada en la antigua ciudadela se alza una columna, en forma de tetraedro tallada en la roca desde el suelo, que servía de reloj solar. Cada ángulo indica los puntos cardinales, y por la sombra proyectada sobre la base se podían definir las estaCiones, las horas, los eclipses y los solsticios. El intihuatana es el eJe central de toda construcción religiosa del imperio inca y generalmente medía entre uno y dos metros de altura y dos de ancho. 


Ruinas de lngapirca (Cañar, Ecuador). Todo el complejo arqueológico que comprenden los restos de este templo abarca un cementerio, varios observatorios solares, los aposentos de los sacerdotes, depósitos de agua, plazas, bodegas, un mausoleo, una zona de baños, un aposento donde se albergaba exclusivamente a las doncellas escogidas y un precioso jardín, todo ello interconectado por una red de caminos y patios. Se cree que lngapirca no fue tan sólo una fortaleza militar sino que sirvió también como centro administrativo y religioso, ya que en el lugar se oficiaban habitualmente algunas ceremonias de culto al Sol. 

La última fortaleza incaica en territorio boliviano es Samaipata, situada en el departamento de Santa Cruz, en tierra de chiquitanos. Aunque la tradición la supone construcción militar, su estructura se corresponde en todo al estilo ceremonial rupestre ya descrito. Se trata de un montículo de 80 m de largo, tallado en roca viva con escalones, pozos y símbolos de animales.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Cerámica, orfebrería y textiles

La escultura, prohibida por el inca Pachacutec, fue poco practicada por este pueblo; sin embargo, existen algunos pumas tallados en piedra y ultis o diminutas llamas, hechas en el mismo material.

⇨ Kero de madera. Procedente del sur del altiplano peruano, este vaso alto de 20 cm del siglo XVI presenta los típicos detalles de la decoración doméstica incaica, generalmente dedicada a escenas de la vida cotidiana o a imágenes trágicas de los conquistadores. Combinando incisión, pintura y barnices de resina, se obtiene un resultado cromático brillante y dinámico. 



La cerámica incaica es sobria; sus temas decorativos se circunscriben a trazos geométricos y escasas representaciones zoomorfas, totalmente esquemáticas. La forma principal de las vasijas es el aríbalo, cántaro de base apuntada, que tiene extraordinarias dimensiones, pues suele alcanzar hasta un metro y medio de alto, y se decora con grecas; con diseños negros, blancos y rojo indio sobre el color pardo natural de la cerámica. Otra forma es el plato, cuya asa imita la cabeza de un pájaro, decorado con diseños negros que representan, muy esquemáticamente, peces, llamas o pájaros. Por último están las ollas de pie alto, que carecen de toda decoración pintada.

La orfebrería incaica, que contaba con una rica tradición anterior, tiene un buen desarrollo; las piezas más corrientes son figuras pequeñas de hombre y mujer, acaso amuletos, finamente realizados en oro y plata; también se conocen vasos ceremoniales y tumis (cuchillos en forma de media luna con mango central), éstos decorados con cabezas de llama o alpaca.

Uncu o túnica corta (Museum für Volkerkunde, Berlín). Los motivos típicos que decoran estos vestidos tapizados, rígidos y esquemáticos, se han interpretado como signos de una ancestral escritura ideográ- fica que ha pervivido como mera ornamentación de la artesanía textil de los antiguos incas.

El kero, típicamente incaico, es un vaso de madera decorado con incisiones en las que se coloca una pasta coloreada de consistencia resinosa. Es una técnica mixta que pervivió en la época virreinal. Aunque la forma del kero tiene su antecedente en la cerámica tiahuanacota, su técnica y realización es muy característica del arte incaico. Los temas decorativos, realzados con vivos colores, representan escenas de la vida incaica y de la conquista.

Los textiles superan en técnica a los de Paracas (unos 500 hilos por pulgada cuadrada), pero sus diseños son muy sencillos: figuras geométricas, ajedrezado en dos tonos, cruces, diagonales, etc. La forma más usual es el uncu o túnica corta, que constituye el vestido tradicional masculino, y que se trabajaba con la técnica de tapiz. Del mismo estilo son los ponchos decorados con franjas horizontales que alternan las zonas enriquecidas con ornamentación a base de animales estilizados y motivos florales. Esta técnica continuó hasta el siglo XVIII, adaptándose a las formas virreinales en textiles que muestran un arte mestizo.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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