Punto al Arte: 02 El arte griego arcaico
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La cerámica geométrica


Cerámica ática geométrica (Museo Na-
cional de Atenas). Esta forma está re-
presentada por los vasos funerarios
hallados en una necrópolis de los siglos
IX al VIII a.C., junto a las "dobles
puertas" o Dípylon de Atenas. Son crá-
teras enormes -ésta mide 1 ,23 metros
-donde depositaban las ofrendas al di-
funto, cuyas esquemáticas exequias
(carros fúnebres, caballos, plañideras
y catafalco) se distribuyen en zonas
cortadas por líneas paralelas.
La pintura griega debió de comenzar también sus ensayos hacia esta época; ya se ha visto que los templos primitivos son los que tienen decoración policroma más abundante. Acaso se conservarían algunas tradiciones de la antigua pintura prehelénica, pero los escritores griegos creían que los primeros maestros pintores habían sido oriundos de Egipto. La única base positiva que ha permitido aventurar conjeturas es la cerámica. En esta época en la decoración de la cerámica predominan las ornamentaciones geométricas; el espíritu dórico se ha impuesto sin vacilación. Los vasos, algunas veces gigantescos, con buena copia de zonas de decoración, tienen cubierto su enorme vientre de combinaciones geométricas, y se dividen, además, las fajas en zonas verticales como metopas. Si se representan caballos, cisnes y figuras o aun escenas humanas, todos estos elementos figurativos son estilizados, de contornos rectilíneos, marcando siluetas geométricas, como formadas con triángulos. Los cuerpos están recortados, con estrechas cinturas, y vistos de frente, de un único tono negro sobre fondo claro. Esta cerámica es llamada del estilo del Dípylon, porque la casi totalidad de los vasos de este género se encontraron en el cementerio de Atenas, situado al exterior de la antigua puerta doble o Dípylon.

Ánfora (Museo Cerámico de Atenas) Pieza que está datada hacia el año 800 a. C. y presenta una decoración geométrica compuesta por grecas, puntos, esvásticas y pájaros que llenan el espacio, en auténtico horror al vacío.



Parece una burla del destino que los vasos del cementerio del Dípylon en Atenas sean los más instructivos, no sólo por lo que al gusto hace referencia, sino también por lo que atañe a los usos y maneras de los dorios. Se ha dicho que parece una burla porque Atenas no fue una ciudad dórica y se preciaba orgullosa de tener ascendencia jónica. Pero los pocos o muchos dorios que se introdujeron en el Atica dejaron tal tesoro de información con sus vasos pintados, que parecen empeñarse en ilustrar aquella época tan oscura de la historia de Grecia, sobre todo en su aspecto dórico.

Menelao combatiendo con Deífobo (British Museum, Londres). Placa de arcilla procedente de Rodas, cuya decoración muestra el combate entre los dos héroes griegos.
En las islas y ciudades de Jonia el estilo de la cerámica no era tan rigurosamente geométrico como aparece en los productos que proceden del continente; en algunas escuelas de cerámica arcaica jónica, como las de Corinto y Rodas, se hace notable la influencia oriental. La cerámica de Corinto y de las islas no tiene representaciones figuradas con escenas de funerales; la decoran zonas de rosas, esfinges, leones, cérvidos y palmetas, que son frecuentes en el repertorio tradicional de Oriente. El empleo de los vasos de las islas y de Corinto es también diferente del de la cerámica dórica: son en su mayoría alabastrones y aríbalos, pequeños receptáculos para aceite y grasas de tocador.

Vasijas corintias (Museo Arqueológico, Corinto). Piezas decoradas con figuras negras de animales, seres fantásticos y motivos florales.
Casi todos los vasos del Dípylon servían para contener cenizas de un cadáver, porque las pinturas que los decoran suelen representar escenas de funeral. En algunos están figurados el cadáver en su lecho mortuorio, con la esposa en la cabecera y los compadres o amigos cantando con gesto trágico, mientras las plañideras o lloronas, que entonan el vocero, se mesan los cabellos.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

Koré del peplo


La conocida Koré del peplo es una de las obras maestras de la escultura arcaica griega. Realizada en mármol de Paros y procedente de la Acrópolis ateniense, se trata de una figura cargada de gran originalidad.

Entre los años 1885 y 1889 los griegos excavaron el subsuelo de la Acrópolis. Los objetos que se desenterraron llamaron la atención por su belleza y por ser anteriores a la destrucción persa, acaecida en el año 480 a.C. Entre las numerosas esculturas descubiertas se desenterraron casi sesenta: había una serie de figuras femeninas que se llamaron Koré, Kórai en plural, es decir, virgen o doncella portadora de un don, que se han convertido en la verdadera maravilla del arte griego arcaico.

Estas estatuas, que representan jóvenes vestidas, solían ofrecerse como exvoto a las divinidades por parte de las grandes familias y mantenían los ideales femeninos de la época. Las Kórai sólo mostraban el rostro, convirtiéndose en el mejor utensilio para el estudio escultórico de las vestimentas.

La Koré del peplo, datada alrededor del 540 a.C., es una de las expresiones más altas del arte antiguo. Ataviada con una larga túnica se presenta con suma elegancia y sencillez. El vestido, simple y pesado, apenas deja percibir los detalles anatómicos del cuerpo femenino, únicamente marca la cintura y deja intuir los senos. El artista ha aprendido a hacer notar el cuerpo bajo la austera superficie simple, plana de la tela, pero sin adoptar el elevado esquema oriental que en esos momentos se esta imponiendo. El grosor del paño determina la caída de los pliegues que en el borde inferior aparecen minuciosamente trabajados.

Tales elementos confieren a la estructura un aspecto casi ceremonial, que contrasta con la minuciosa y refinada ejecución del peinado, trenzas largas que le cuelgan por delante, y con la delicadeza del rostro.

Alrededor de mediados del siglo VI a.C. se introduce la nueva moda procedente de la Grecia oriental, el lujoso peplo jónico, que consistía en abundantes pliegues y que se convertiría en la indumentaria habitual. Sin embargo, la exquisita Koré viste todavía a la manera antigua: el peplo dórico por encima del jitón.

Se aleja de los convencionalismos establecidos adquiriendo una preocupación evidente para plasmar expresividad. La extraordinaria calidad en ei modelado de las facciones, la forma más suave y natural de la boca y ojos, y el movimiento del brazo izquierdo son rasgos del avance de la estatuaria griega arcaica hacia un cierto clasicismo.
 
Es cierto' que la escultura todavía no ha logrado liberarse de la rigidez y estilización típica del arte primitivo: no obstante, comparándolas con sus contemporáneas presenta ya una mayor perfección y caracterización.

A pesar de que los colores se han perdido casi en su totalidad, se puede observar restos de policromía en el pelo, ojos, boca y bordados del vestido, a lo que contribuye aún más a la singularidad de esta Koré.

Su autor se considera un gran maestro ático, al que también se le atribuye el Caballero Rampin, imagen de un joven montando su caballo.

El Museo de la Acrópolis de Atenas alberga esta magnífica Koré del peplo de 1 ,20 m de altura, realizada en el tercer cuarto del siglo VI a.C. con mármol pintado. Una obra maestra que ejemplifica el momento clásico del estilo arcaico.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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