Precisamente,
fue Breton quien escribiera el manifiesta con el que nacía de forma
"oficial" -valga la paradoja para un movimiento que no quería serlo- el
surrealismo. En ocasión de la publicación del manifiesto, alrededor de Breton
se encontraban Louis Aragon, Paul Eluard, Benjamin Péret, René Crevel, Robert
Desnos, Georges Limbour, Georges Malkine, Philippe Soupault, Max Morise, Joseph
Delteil, Pierre Naville, Francis Gérard, Roger Vitrac, Jacques André Boiffard,
Jacques Baron, Max
Emst,
Man
Ray,
Jean Carrive, Antonin Artaud, Charles Baron, Georges Auric, Théodore Fraenkel, Francis Picabia, Marcel Duchamp, Marcel Noll, Jean Paulhan, Georges Ribemont-Dessaignes
y Pierre de Massot. Casi in mediatamente después se unieron a ellos André Masson, Michel Leiris, Joan
Miró
y Roland Tual. Era una asamblea resplandeciente, si se tiene en cuenta que dos
terceras partes de ellos han dejado huella de su paso con obras significativas
en varios aspectos y esenciales en muchos casos.
El mismo año se inauguraba, en el número 15 de la calle Grenelle, el Centro de Investigaciones Surrealistas, al que Aragon calificó de "romántico albergue para las ideas indeseables y las rebeliones perseguidas". Finalmente, el 1 de diciembre de 1924 apareció el primer número de La Révolution Surréaliste, con un Préface firmado por J. A Boiffard, P. Eluard y R. Vitrac, que empezaba así: "Como el proceso del conocimiento ya no tiene lugar y la inteligencia no se tiene ya en cuenta, sólo el sueño deja íntegro el derecho del hombre a la libertad. Gracias al sueño, la muerte no tiene ya un sentido oscuro y el sentido de la vida se vuelve diferente". Luego se encuentra esta frase que justifica el análisis realizado del "movimiento desenfocado": "Todo es murmullo, coincidencia; el silencio y la llama arrebatan su propia revelación".
El mismo año se inauguraba, en el número 15 de la calle Grenelle, el Centro de Investigaciones Surrealistas, al que Aragon calificó de "romántico albergue para las ideas indeseables y las rebeliones perseguidas". Finalmente, el 1 de diciembre de 1924 apareció el primer número de La Révolution Surréaliste, con un Préface firmado por J. A Boiffard, P. Eluard y R. Vitrac, que empezaba así: "Como el proceso del conocimiento ya no tiene lugar y la inteligencia no se tiene ya en cuenta, sólo el sueño deja íntegro el derecho del hombre a la libertad. Gracias al sueño, la muerte no tiene ya un sentido oscuro y el sentido de la vida se vuelve diferente". Luego se encuentra esta frase que justifica el análisis realizado del "movimiento desenfocado": "Todo es murmullo, coincidencia; el silencio y la llama arrebatan su propia revelación".
Fuente: Historia del Arte. Editorial
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