La figura de Napoleón es repetidamente
plasmada por los escultores como símbolo de gloria y poder. Posteriormente
serán los monarcas los personajes más representados. La mayor parte de las
estatuas reales del siglo XIX corresponden a estatuas ecuestres. En Nápoles,
Carlos III y Fernando I de Borbón, por Canova; en Munich, Maximiliano I de
Baviera, por Thorvaldsen, etc.
La escultura romántica se
concentra básicamente en el género del retrato. En particular, la escultura
francesa recoge una influencia muy específica: los bronces renacentistas de Donatello, Verrocchio y sus sucesores.
Otro de los elementos
representativos de la escultura romántica es la proliferación de retratos de
personajes contemporáneos, como respuesta al gusto preponderante de los
principales mecenas de la época.
Izquierda: Retrato de Félix Fauré (Museo de Versalles, París), de René de Saint-Marceaux. La escultura romántica tuvo en el retrato de personajes notorios de la época otro de sus temas principales. Saint-Marceaux retrató sobre todo a muchos de los artistas e intelectuales que acudían al salón de Meg, la joven Margueritte de Saint-Marceaux, entre ellos Fauré, Ravel, Debussy, lsadora Duncan y otros. Derecha: Busto de Chateaubriand (Musée des BeauxArts, Angers), de David d'Angers. Como en otras creaciones escultóricas románticas, David d'Angers procura reflejar en sus retratos el carácter y los valores morales de sus personajes. En este caso, percibimos la cierta y honda serenidad espiritual del poeta Rene de Chateaubriand.
Busto de Victor Hugo (Musée des Beaux-Arts, Angers), de David d'Angers. Pierre-Jean David, tal era su verdadero nombre, expresa en bustos de aparente estatismo las tensiones interiores de sus personajes no sin dejar en el modelado la huella de su admiración por ellos como encarnaciones de los valores espirituales exaltados por el romanticismo.
La manera más rápida de trabajar
viene dada por el medallón. También las estatuillas son muy representativas del
momento. Se realizan en serie y en pequeño formato, adaptándose
maravillosamente a las características espaciales de la nueva vivienda
burguesa. En gran parte de los retratos encuentra un gusto eminentemente
naturalista a la hora de reflejar el carácter más íntimo del retratado, interés
poco compartido desde el campo de la escultura monumental. Estas obras tendrán
como último destino embellecer la ciudad, no siendo más que un discurso oficial
en piedra o metal.
Pierre-Jean David (1788-1856), llamado David d’Angers, es igualmente una figura clave para la comprensión del naturalismo en el género del retrato. Desarrolló el camino iniciado en Francia con esculturas de formas estáticas y tranquilas, al mismo tiempo que incorporaba un nuevo elemento: el realismo de sus retratos. Al gusto por la expresión se sumará, así mismo, la veneración por la figura heroica propia del momento. Además de numerosos medallones, ejecutó más de seiscientos bustos de personajes que resumían los valores morales románticos por excelencia: Chateaubriand, Lamartine, Goethe, Victor Hugo, etc.
Autorretrato (Bibliotheque National, París), de Honoré Daumier. La obra escultórica de Daumier se caracteriza por la espontá- nea expresividad que consigue, que en este caso se concentra en el ceño y en la frente despejada para transmitir la «mirada interior» del artista con recursos naturalistas.
⇨ Le gourmet (Bibliotheque Nationale, París), de Honoré Daumier. Este busto del político AlexandreSimon Pataille es una de las obras maestras de Daumier, quien logra expresar con naturalidad el carácter jovial y gozoso del personaje, al que imprime a su vez con sutil ironía su gusto por la caricatura exagerando la carnosidad de la nariz en contraste con las líneas de los ojos y de los labios.
El pintor y escultor HonoréDaumier (1808-1879) es uno de los artistas más representativos del nuevo
aire naturalista que dominaba la escultura a mediados de siglo. A partir de
1830 se dedicó a modelar treinta y seis pequeños bustos llenos de interés por la expresión. Los
modelos en arcilla le facilitarán extraordinariamente la concentración en los
efectos escultóricos. La despreocupación técnica no será un freno a la hora de
reflejar su interés en el carácter personal del retratado. Esta faceta es
complementaria a sus dibujos de caricaturas aparecidos en los periódicos
satíricos del momento. Sus personajes muestran la vertiente más íntima de su
personalidad, sin rehuir lo más exagerado. Lejos se encontrará la escultura
neoclásica. Posteriormente Daumier modeló obras escultóricas entre las que
destaca Ratapoil (1850), en bronce, símbolo de la demagogia bonapartiana.
William Cobbet con Daniel O'Conell (Musée Carnavalet, París), de J. P. Dantan. Lejos de la severidad de la escultura neoclá- sica, esta obra de Dantan de 1835 impone un tono satírico, próximo al espíritu de Daumier, tal como lo hará con otros personajes contemporáneos del mundo de la literatura, el arte y la ciencia.
En los mismos años, Jean Pierre
Dantan (1800-1869) realizó caricaturas escultóricas de personajes
contemporáneos del mundo de la literatura, del arte y de la ciencia, conocidas
bajo el nombre genérico de Dantanorama.
La exageración de las formas y la comicidad se reflejan en sus estatuillas de
terracota.
Los aires realistas serán cada
vez más fuertes. El escultor Eugéne Guillaume (1822-1905) plasmará su
admiración por Roma, donde residió durante cinco años después de su gran premio
de 1845, en sus retratos apenas idealizados, como en el caso de Marc Seguin (1881).
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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