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Artistas de la A a la Z

Nuevos aires naturalistas

A partir de mediados del siglo XIX ya se percibe un cambio en el tratamiento de la escultura y de los materiales tales como la piedra, el metal y la arcilla.
El mármol como material ostentoso propio del Neoclasicismo dejará paso a éstos por facilitar extraordinariamente la expresión viva. Las nuevas viviendas burguesas requieren un formato de escultura menor. El bronce de adorno será en consecuencia muy solicitado.

León con una serpiente (Museo del Louvre, París), de Antoine-Louis Barye. Grupo escultórico en bronce que refleja el vigor naturalista de la escultura romántica y al mismo tiempo el gusto por lo salvaje y lo exótico, que este artista logra trasmitir con notable tensión y realismo.

Antoine-Louis Barye (1796-1875) es uno de los primeros ejemplos más representativos de los nuevos aires naturalistas. Trabaja generalmente con bronce y suele presentar animales en lucha. Al mismo tiempo recoge el gusto del hombre romántico por los países exóticos al plasmar animales salvajes (Indio montado en un elefante, Tigre devorando un gavial, etc.). Poco más tarde reencontraremos en España este gusto naturalista por el animal en manos de Mariano Benlliure (1862-1947). Gran aficionado a los toros, dedicará buena parte de su actividad a interpretar sus más diversas actitudes.

Tigre devorando un gavial (Louvre, París), de A.-L. Barye. Esta obra que mereció una medalla de segunda clase en el Salón de 1831. Barye se caracteriza por las numerosas esculturas animalísticas, generalmente de bronce. De gran importancia en su carrera como escultor fue su período de aprendizaje con un orfebre, para quien modelaba pequeñas figuras de animales, así como su docencia en el Museo de Historia de París. Entre sus alumnos se encontraba Rodin.

Francisque-Joseph Duret (1804-1865) es otro de los máximos representantes de esta nueva corriente. Sus Pêcheurs, como en el caso del Joven pescador bailando (1833), recogen la alegría y la vivacidad populares, inspirados en el antiguo fauno danzante. Sus esculturas de muchachos jóvenes tienen una gran precisión anatómica y naturalidad, respirando mucha frescura e ingenuidad. Estos Pêcheurs inauguran la corriente pintoresca en escultura, ya extendida en el campo de la pintura y la literatura. Carpeaux seguirá ampliamente esta nueva corriente, logrando un gran realismo lleno de vivacidad.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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