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Caravanas árabes arribando a la costa


A lo largo de los salientes bajo rocas escarpadas, varias caravanas se reúnen en una gran llanura antes de dirigirse hacia la flota de veleros que se vislumbra a lo lejos, amarrados frente a la costa bajo el atardecer rojizo. El carácter árabe de la vestimenta de las bulliciosas hileras de minúsculas figuras que avanzan a pie o a caballo es apenas reconocible, y el motivo de su largo viaje también queda a la imaginación del espectador, aunque lo más probable es que vayan a cargar sus mercancías en barcos mercantes o zarpar hacia tierras lejanas. La absoluta fascinación que sentían los pintores románticos europeos por el exotismo del remoto y misterioso mundo árabe –que constituyó un género artístico singularmente importante a lo largo del siglo y que ha sido estudiado con un interés muy renovado en los últimos años– causó lógicamente una impresión especial en la sensibilidad de los pintores españoles por su proximidad geográfica y cultural al mundo islámico, particularmente a Marruecos. Al igual que su íntimo amigo Genaro Pérez Villaamil, tampoco Eugenio Lucas pudo resistir el atractivo seductor, tan cercano y tan lejano, que las estampas más típicas y legendarias de las costumbres árabes ejercieron para el público occidental y que la inagotable imaginación de Lucas no tuvo dificultad en evocar. desde la comodidad de su estudio. Porque, contrariamente a lo que podría sugerir su afición por los temas árabes, no hay constancia de que haya viajado alguna vez a África. Las obras del pintor madrileño abordan frecuentemente temas marroquíes, siempre ejecutados con una técnica ágil y vigorosa, e incluyen otras escenas de caravanas acercándose a un puerto costero como las tituladas Costa mora al atardecer –muy relacionada con el presente lienzo en la disposición de las masas de figuras y el tratamiento del cielo – y "Costa mora bajo la luna", que también es muy similar pero representada en un ambiente nocturno. En la presente obra, el artista apenas insinúa las figuras utilizando pinceladas rápidas y nerviosas y toques de color sintéticos extremadamente ligeros que a veces no son más que puntos para crear un rico efecto pictórico. Esto se ve acentuado aún más por su característico dominio de los efectos de claroscuro, que insinúan hábilmente los diferentes planos y configuraciones espaciales de las figuras, desde el primer plano hasta la brumosa distancia. Además, Lucas vuelve a demostrar en este lienzo su indiscutible dominio del paisaje, que todavía no ha sido plenamente reconocido pero que se manifiesta aquí tanto en la concepción panorámica de la vasta llanura que se extiende hasta el horizonte marino que apenas se distingue, como, sobre todo, en el protagonismo dado al cielo. De hecho, el cielo ocupa casi dos tercios de la superficie de la imagen, poblado por grandes masas de nubes andrajosas que se funden en la distancia en un crepúsculo ardiente y vibrante que envuelve todo el paisaje en una luz casi mágica que explica gran parte de su atractivo. . Du Gué Trapier llama la atención sobre “las nubes rojas, parecidas a llamas, que ondean como un estandarte de batalla”, y la “ejecución inteligente [y] la audacia de su gama de colores”. Gaya Nuño la denomina "Cabalgata mora" y, mucho más recientemente, Arnáiz la titula "Un ejército en campaña" y refiere que se desconoce su paradero. José Luis Diez.

Fuente: https://artsandculture.google.com/


 

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