Al
tratar el arte persa, lo primero que hay que decir es que fue poderosamente
influido por las culturas orientales y que evolucionó a la par que el Imperio,
nacido en los territorios que actualmente corresponden a Irán, iba ampliando
gloriosamente sus fronteras. Cabe destacar, como se verá en profundidad más
adelante, que el Imperio persa no tenía una única capital que fuera el centro
de referencia politico, religioso y cultural para el resto de las poblaciones y
regiones del territorio, sino que estaba gobernado por una corte itinerante que
cambiaba de residencia cada cierto tiempo. Así, no se debe pensar que en este
recorrido por el arte persa se va a encontrar una ciudad que destaque sobremanera
por encima de las demás, que sea la Roma, la Atenas o la Bizancio del
importante imperio persa.
La
corte cambiará muchas veces de residencia, llevándose con ella el poder
político, el militar y el económico, lo que, lógicamente, impediría la preponderancia
prolongada de una ciudad sobre otra. De este modo, las ciudades más importantes
de la época, y en las que, lógicamente, se encuentran las manifestaciones
artísticas de mayor interés, fueron Susa, Babilonia, Ecbatana, Pasargada y
Persépolis. Por tanto, en esta aproximación al arte de los persas hay que
centrarse en los citados núcleos urbanos, cuna de algunas de las obras de arte
más importantes que ha elaborado la humanidad.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.
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