Afines del siglo XIX, ante las
exigencias de la moderna sociedad industrial y sus nuevas posibilidades se
imponía la realización de construcciones sin precedentes. El uso en grandes
espacios de materiales como el hierro, el hormigón armado y el cristal al servicio
de una tipología surgida del progreso, dieron lugar al monumentalismo
arquitectónico y el tecnicismo ingenieril. Las grandes exposiciones que se
llevaron a cabo entonces en París y Londres fueron, ante todo, un pretexto para
exhibir las nuevas miras del diseño y la arquitectura.
Punto culminante de esta
tendencia es la construcción de la Torre Eiffel, en la capital francesa,
edificada con motivo de la Exposición Universal de 1889, en conmemoración del
centenario de la Revolución. Se trata de una estructura de hierro de 321 metros
de altura, que estaba destinada a ser un añadido temporal del horizonte
parisino y llegó a convertirse en una referencia definitiva de la ciudad y su
geografía urbana.
Fue creada por Gustave Eiffel,
ingeniero francés que además fue autor de numerosos viaductos metálicos y
diseñó la armadura para la estatua de la libertad de Nueva York, entre otros
muchos proyectos. Eiffel desafió las concepciones estéticas de la
intelectualidad de la época. Para él, la fuerza podía estar de acuerdo con las
leyes secretas de la armonía, pero no para los estetas decimonónicos, que lo
rechazaron con severas críticas. No obstante, algunos años más tarde su obra
fue celebrada y conmemorada en 1929 con un busto que todavía puede verse bajo
la formidable torre.
Este imponente andamiaje de
hierro forjado fue erigido bajo la forma de 18.038 piezas entrecruzadas fijadas
por 2.500.000 remaches, y su peso es de 7.300 toneladas. Su base está formada
por cuatro arcos gigantes que descansan sobre cuatro pilares situados en los
vértices de un rectángulo. A medida que la torre se eleva, los pilares se giran
hacia el interior hasta unirse en un solo elemento articulado.
La torre consta de tres niveles,
conectados por elevadores y una escalera entre los dos inferiores. En el primer
nivel, ubicado a 57 metros de altura, hay actualmente una oficina de correos y
un pequeño museo audiovisual. El segundo nivel está a 115 metros y alberga uno
de los restaurantes más cotizados de París, además de tiendas de objetos alusivos.
El tercero, a 276 metros, ofrece una vista panorámica para 800 personas, con
una visibilidad de hasta 72 kilómetros. Esta estructura se pinta cada siete
años, para lo cual hacen falta 50 toneladas de pintura y expertos en escalada
acrobática. La iluminación, otro detalle característico, requiere 352
proyectores de mil vatios, más cuatro reflectores de seis mil que giran de
forma permanente en la cumbre.
La Torre Eiffel fue la
construcción más elevada del mundo hasta que, en 1931, fue superada en Nueva York
por el Empire State. Actualmente, es propiedad de las autoridades locales de
París y explotada por una sociedad privada, la Société Nouvelle de l’Explotation de la Tour Eiffel. Cada año
recibe millones de turistas, y es uno de los lugares de pago más visitado del
mundo, además de auténtico emblema de Francia e icono reconocido de la
modernidad y todo lo que ella comporta.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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