Punto al Arte: Hacia el final de su vida

Hacia el final de su vida

⇦ Joven veneciana de Alberto Durero (Kunsthistorisches Museum, Viena). Pintado en 1505, durante la segunda estancia de Durero en Italia, con este cuadro se inicia una nueva fase en la obra del artista, a la que no es ajeno el arte de Giovanni Bellini. El color y los efectos lumínicos, la velada alegría de esa enigmática sonrisa y la gama de matices, dan al retrato de la dama un aire italianizante. El traje, al parecer típicamente milanés, añade aún otro interrogante a esta obra maestra, que quedó inacabada y que podría ser la Gioconda del Norte.



Aparte de pequeños viajes, por ejemplo a Augsburgo y a Bamberg, o a Suiza, en compañía de Willibald Pirckheimer y del patricio nuremburgués Martin Tucher, Durero emprendió solamente tres viajes de importancia para su desarrollo artístico: dos visitas a Italia y un viaje a los Países Bajos. En junio de 1520 estuvo con su esposa, Agnes, en los Países Bajos. El motivo real del viaje era hacer ratificar en Amberes, por Carlos V, la pensión que le concediera en su día el emperador Maximiliano. Su diario de viaje da cuenta de los altos en el camino, encuentros e impresiones; se han conservado, además del texto, varios dibujos de paisajes, retratos, etc. Este viaje llegó a ser el mayor acontecimiento artístico de sus últimos años para el artista maduro y ya célebre. Conoció a los pintores neerlandeses más famosos que vivían entonces, visitó ciudades conocidas por su riqueza y prosperidad: Amberes, Malinas, Bruselas, Brujas y Gante. Le conmovieron de igual modo las obras de los maestros del siglo XV, como Van EyckRogier van der Weyden y Hugo van der Goes, que las de Lucas de Leiden, Jan Provost, Joachim Patinir y Quentin Massys, dejando huella en su obra tardía la sorprendente técnica pictórica, el estilo de la composición y el colorido de los pintores de los Países Bajos. Pintó Durero un San Jerónimo para el comerciante portugués Rodrigo Fernández d’Almeida, a quien ya había retratado en un dibujo a la tinta en 1521. Esta magnífica pintura religiosa es la primera obra, desde 1520 o 1521, en la que se combinan las influencias del arte neerlandés con las propias experiencias y hallazgos. Durero había hecho varios estudios para preparar esta composición. Los dos dibujos de un anciano de noventa y tres años son de lo mejor de la época madura del artista (Viena, Albertina; Berlín, Stiftung Preussischer Kulturbesitz Staatliche Museen) y ambos fueron realizados como proyecto del San Jerónimo. En ellos, con el mayor realismo y profunda penetración psicológica, creó Durero una prodigiosa riqueza de formas; los rizos de la barba y el modelado de los surcos del rostro llegan a evocar, bajo la superficie visible, la verdadera grandeza y serenidad de este anciano. El colorido del cuadro es suntuoso y está maravillosamente matizado.

Retrato de Michael Wolgemut de Alberto Durero (Germanisches Nationalmuseum, Nurem' berg). Fechada en 1 516, no fue obra de encargo, sino que Durero la pintó para poseer un retrato de su maestro. Tres años más tarde, el pintor añadía a la inscripción "Murió el día de San Andrés antes que el sol se pusiera" Al igual que en el dibujo de su madre, la fuerza interior domina el rostro de este anciano de 82 años de edad con una intensidad extraordinaria; la mocencia, la pureza de sus ojos claros contrasta enormemente con la dureza de su perfil de hueso.


San Jerónimo en su estudio, de Alberto Durero (Museo Albertina, Viena). En esta obra maestra del grabado sobre plancha de cobre de 1 513 se pone de manifiesto el pensamiento humanista de Durero, sintetizando en la expresión del concentrado santo la actitud enérgica y decidida de los cristianos. Comparada con otras xilografías encargadas en 1492 por el impresor Nicolás Kessla. en ésta confiere mayor realzado a los detalles, aunque pervierte el realismo en la disposición del león, manso como un canto adormilado junto a un perrillo faldero. El autor siempre plasmaría al santo encerrado en su celda o haciendo penitencia en el desierto, admirado por el ejemplo de reflexión e intelectualidad del beso, un claro icono de la fe reformista.

A finales de su vida, Durero se dedicó intensamente a la publicación de sus obras teóricas: en 1525 apareció la obra Instrucción para la medición, dos años después la Teoría de la fijación y en 1528 los cuatro libros de su Teoría de las proporciones. Estos trabajos, portadores de nuevos impulsos, influyeron mucho en sus coetáneos. En la Instrucción para la medición, obra a la que dedicó 16 años de su vida, Durero pretendió realizar un tratado para los artistas de su tiempo, recopilando en ella los conceptos básicos de las matemáticas, así como explicaciones detalladas de geometría aplicada y de estereométria. La Teoría de la fijación es la primera explicación teórica impresa sobre este tema y tuvo su origen en sugerencias múltiples.

Como ya se ha dicho antes, Durero se ocupó desde aproximadamente el año 1500 de la construcción y proporciones de la figura, planteándose el problema de la belleza del cuerpo humano expresada en dimensiones mensurables. En principio había planeado una teoría de la pintura, en la cual su trabajo sobre las proporciones no iba a ser más que un capítulo.


⇨ Melancolía, de Alberto Durero (Germanisches Nationalmuseum, Nuremberg). Es uno de los grabados más famosos de Durero; en él se ha querido ver no sólo un autorretrato íntimo del propio artista, sino la esencia misma del humanismo universal. La desesperanza de esta figura alada ilustra a la vez los peligros y las satisfacciones de la investigación intelectual y la vida contemplativa, siendo asimismo una imagen prototípica del espíritu creador, del hombre a solas consigo mismo, simbolizando la antítesis de la apreciación que tenía Durero por otro personaje pensativo como San Jerónimo.



Dada la extensión de este capítulo, Durero decidió profundizar más en estos problemas y publicar por separado la Teoría de las proporciones. En ella desarrolló un sistema dotado de bases científicas; en el curso de sus estudios teóricos pasó de la búsqueda del ideal único de belleza a la"teoría de la variedad en la perfección", publicada en 1528 . Su obra se pu284 blicó en latín en 1523 y 1534, en francés en 1557, en italiano en 1591 y en holandés en 1622.

⇦ San Jerónimo, de Alberto Durero (Museo Nacional de Arte Antiguo, Lisboa). Pintado en 1521, este retrato idealizado del santo reflexivo es una pieza maestra de su dominio de la línea, como se evidenoa en la retorcida barba rizada de San Jerónimo, en las páginas recortadas de los volúmenes que destacan en el margen inferior, en el detallado talle de la calavera y, sobre todo, en la fuerza psicológica que contiene la expresión cansada del anciano, quien señala con un dedo el lugar físico del pensamiento mientras se sostiene su cabeza con la mirada atormentada dirigida hacia el espectador, advirtiéndole del dolor y la fatiga del eJercicio mental.



Alberto Durero murió el 6 de abril del año 1528 y fue enterrado en la tumba familiar de los padres de su mujer en el cementerio de San Juan, en Nuremberg. En el libro de fallecimientos ilustres de Nuremberg (Nuremberg, Gerrnanisches Nationalmuseum), hoja "von mitvoch nach invocavit bis uff mitvoch nach Pfingsten" (del4 de marzo al4 de junio del año 1528), consta: "Alberto Durero, pintor en la Zystlgasse" y, añadido por otra mano," el artista insigne". Dice Willibald Pirckheimer en su lamento por la muerte del amigo (impreso en la edición de la Teoría de las proporciones de Durero, publicada el 31 de octubre de 1528) que la muerte se le había llevado todo menos su gloria, y que ésta perduraría mientras existiera la Tierra.

Hacia finales del siglo XVI y comienzos del XVII se observó un renacimiento de la obra de Durero como fuente de inspiración de la nueva generación de artistas: se citaban sus libros, se realizaban obras inspiradas en su estilo y, sobre todo, se coleccionaban con entusiasmo sus obras o, cuando faltaban éstas, buenas copias. El emperador Rodolfo II, en Praga, y el duque de Baviera y príncipe elector Maximiliano I fueron los coleccionistas de mayor importancia. Adquirieron las obras más relevantes, y por esta razón se encuentran en Praga la Instauración de la fiesta del Rosario, y en Munich el Altar Paumgartner, los Cuatro Apóstoles y la tabla central del Altar de Heller, hasta que fue destruida por un incendio en 1729. También existieron, sin embargo, coleccionistas entre la burguesía, especialmente en Nuremberg, que pudieron enorgullecerse de poseer obras de Durero en sus colecciones.

Los primeros aniversarios de su muerte y nací­ miento se celebraron con entusiasmo, pero fueron los románticos alemanes quienes popularizaron la figura de Durero. El fue el primer artista a quien se erigió un monumento en bronce, proclamándolo" el padre del arte alemán".

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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