Los documentos que se conservan
sobre Alberto Durero (en alemán: Albrecht Dürer) son la Crónica Familiar ,
que incluso contiene algunas anotaciones de su padre con información sobre la
historia de su familia, algunas copias de su diario de viaje por los Países
Bajos, una hoja original de su “Libro de recuerdos”, numerosas notas
manuscritas y un fragmento de su testamento.
Sus antepasados, probablemente de
origen alemán, procedían de Ajtós, un pueblecito situado cerca de Guyla en
Hungría. Ajtós significa puerta, que
en alemán es Türe; por tanto, Thürer quiere decir: el que viene de Ajtós. Del padre de
Durero, Alberto el Viejo, se tiene la primera noticia en Nuremberg el año 1444;
antes había estado en los Países Bajos en viaje de estudios. En 1467 logró la
ciudadanía de Nuremberg y se casó con Bárbara, hija del orfebre Jerónimo
Holper; en el año 1468 obtuvo el diploma de maestro orfebre. De esta unión
nacieron dieciocho hijos, siendo el tercero Alberto Durero, que nació el 21 de
mayo de 1471. Como su padre y abuelo, aprendió el oficio de orfebre; su padre
fue su maestro y toda su obra llevará el sello de este primer aprendizaje.
⇦ Mein Agnes, de Alberto Durero (Museo Albertina, Viena) Entre los centenares de dibujos preparatorios que hizo Durero a lo largo de su vida se conserva uno de los escasos retratos que dedicó a su esposa poco después de la boda. Casi todos sus dibujos eran retratos acabados y ofrecidos a sus modelos como meros ejercicios técnicos, una herramienta previa que servía como boceto para adelantar el pago de los encargos. Generalmente retrataba el busto del personaje sobre fondos no saturados y dejaba un amplio espacio bien visible para la firma, la fecha y la dedicatoria.
Por deseo propio, ingresa el 30
de noviembre de 1486 en el taller del pintor Michael Wolgemut, vecino de la
familia de Durero, en calidad de aprendiz. Era Wolgemut en aquel entonces el
pintor de más fama de la ciudad, y en su taller, que se convirtió en un centro
de actividades muy influyentes en Nuremberg, trabajaban numerosos
colaboradores. Practicaba un estilo sobrio y narrativo, naturalista en los
detalles, con un concepto realista del espacio que acusaba la influencia de la
pintura de los primitivos flamencos.
En relación con el taller de
Wolgemut empezó entonces una amplia actividad gráfica el editor e impresor
Antón Koberger. Entre otras obras imprimió las planchas en madera para un
“Tasionark” en prosa (1491) y la famosa Crónica Mundial de Schedel, el libro con la más rica ilustración del gótico tardío
alemán, a base de grabados en madera. Es muy posible que colaborara el joven aprendiz
en ambas obras, ya que Antón Koberger era padrino de bautismo de Durero y tal
vez tuviera un interés especial en ello.
En el taller de Wolgemut
predominaban los encargos de temas religiosos: altares y epitafios que seguían
estrictamente el canon de la
época. En cambio, las xilografías para libros y la creación
de retratos, que se habían iniciado en Alemania a mediados del siglo XV,
permitían el desarrollo de un ímpetu innovador para el arte. Casi las tres
cuartas partes de los retratos de la época que han llegado hasta nosotros
proceden de Nuremberg. Los dibujos anteriores a su época de aprendizaje en el
taller de Wolgemut nos confirman el enorme talento de Durero para el dibujo. No
se ha conservado el estudio con tres cabezas del niño de nueve años; sí, en
cambio, su famoso autorretrato a punta de plata, que se conserva en Viena
(Albertina), hecho a los trece años y que revela una enorme capacidad de
observación. El paso por el taller de Wolgemut sólo proporcionaría a Durero una
sólida formación artesana; allí aprendería especialmente a conocer la técnica
del grabado en madera. Para obtener planchas de madera inastillables se usaba
generalmente madera de peral, que era tallada con el sistema llamado de
impresión en relieve, consistente en eliminar con la gubia lo que la tinta no
debe recubrir. Las líneas se perfilaban con un cuchillo fino y afilado.
El artista acostumbraba a
entregar sólo el esbozo, que había copiado en sentido inverso sobre la plancha
de madera. Una rama especial de artesanos, los tallistas, concluía el trabajo.
Durero ya había aprendido antes, en el taller de su padre, el manejo del buril
para el grabado en cobre. Posteriormente, en el taller de Wolgemut, conoció, a
través de grabados, el arte de Martin Schongauer y el del llamado Maestro del
Dietario, que eran los grabadores alemanes de más fama durante el gótico tardío
y cuya influencia sobre Durero se refleja claramente en sus dibujos de esta
época.
⇦ Autorretrato con una flor de cardo, de Alberto Durero (Musée du Louvre, París). Durante su estancia en Estrasburgo, los padres del joven pintor le anunciaron su compromiso con Agnes Frey, una adinerada novia de Nüremberg a la ' que hizo llegar el primero de los muchos autorretratos que pintaría. Para expresar su amor se plasmó sosteniendo un cardo en la mano, símbolo de Cristo al tiempo que también de fidelidad conyugal. Para reafirmar el mensaje, Durero confiesa en la leyenda del marco superior que su destino está trazado desde lo Alto, en referencia no sólo a su matrimonio de conveniencia, sino también por lo que respecta a su trayectoria vital y artística. No obstante, las desavenencias matrimoniales surgieron demasiado pronto, y en menos de dos meses después de la boda el pintor se fugó a Venecia. Su rostro expresa un gesto arrogante pero seguro de sí mismo, con la mirada un tanto perdida, y su tocado resulta extravagante pero a la última moda alemana del momento, en un alarde de modernidad y esnobismo.
Por la Pascua del año 1490,
Durero dejó el taller de Wolgemut para emprender un viaje. Se supone que estuvo
en el Rin central, y tal vez también en los Países Bajos. En otoño del
siguiente año llegó a Colmar, la ciudad alsaciana donde vivía y trabajaba
Martin Schongauer, que había muerto en febrero del año de la llegada de Durero
(1491). En la testamentaría de aquél adquirió varios dibujos, cuyo estilo
traduciría a su manera. La obra de grabador de Durero, después de su regreso,
es inconcebible sin los rayados a punta seca del Maestro del Dietario, y
también lo es el estilo de su dibujo sin la concepción formal de Martin
Schongauer.
Al terminar su estancia en
Colmar, Durero se trasladó a Basilea, donde se le puede situar por la
inscripción que grabó en el reverso de la plancha de madera que representa un
San Jerónimo: Albrecht Dürer von Normergk
(Alberto Durero de Nuremberg), de finales del año 1491 o principios de 1492.
Por recomendación de su padrino, Antón Koberger, el joven operario debió ser
aceptado por las casas editoras de Basilea. Durante esta estancia trabajó para
el editor Martin Amerbach, quien le encargó la ilustración de las Comedias de Terencio, que no se
llegarían a publicar. Sin embargo, se conservan 125 planchas dibujadas, 6
planchas talladas y 7 grabados. Además, parece ser cierta su colaboración en la
ilustración de La nave de los locos,
de Sebastián Brant.
En 1493 fue a Estrasburgo, donde
probablemente trabajó en el taller de un pintor. De esta época se han
conservado dos pinturas capitales, el Autorretrato
con flor de cardo (hoy en el Museo del Louvre, París) y una Santa Faz (Karlsruhe, Pinacoteca del
Estado). La primera obra mencionada es el primer autorretrato autónomo del arte
occidental, y con este cuadro daría Durero el paso decisivo que va del
autorretrato dibujado a la
pintura. La inscripción que lleva, My sach die gat/Als es oben schtat, está relacionada con el tema
religioso del fondo. De los tres autorretratos que pintó en el transcurso de
siete años, es el primero de afirmada personalidad. La segunda obra es la
pequeña tabla de la Santa Faz , descubierta
en los últimos años, de un realismo cruel y profundo, cuyo fondo dorado y
repujado recuerda el aprendizaje del pintor como orfebre.
En mayo de 1494 volvió a
Nuremberg, donde se casó el 7 de julio del mismo año con Agnes Frey, hija de
Hans Frey, que gozaba de cierto renombre en la ciudad. El recién
casado fijó los rasgos de su joven esposa en un dibujo a pluma de trazos
rápidos e impulsivos que lleva una inscripción que dice: mein Agnes. En este testimonio personal y humano, Durero realiza
una composición llena de vida y a la vez íntima y soñadora (Viena, Albertina).
Sus primeros dibujos de paisajes remontan probablemente al verano de 1494 y con
ellos inicia Durero el género de pintura que tiene como tema el paisaje. Entre
ellos se encuentran La noria (Berlín,
Kufferstichkabinett de los Staatliche Museen) y El cementerio de San Juan.
En este momento, el ambiente
pictórico de Nuremberg sólo podía serle de estímulo en el detalle. Hasta
entonces, la naturaleza y el paisaje habían figurado siempre como fondo de la composición,
sin lograrse casi nunca la unión de persona y paisaje. Durero combinará la
visión real del conjunto con la reproducción minuciosa del detalle, graduará la
profundidad, diferenciando los planos entre sí, y, partiendo de una verdadera
observación de la naturaleza, animará el paisaje con seres humanos. La noria
que le sirvió de modelo se hallaba en las cercanías de la Hallerwiesen, al
oeste de la ciudad, y el cementerio, que todavía existe, aunque ahora es de
mayores dimensiones, se encontraba al noroeste de la noria. En un período de
unos siete años realizó una docena de acuarelas con tema de paisaje, y anticipó
ciertos temas sobre los cuales no volvería hasta mucho más tarde.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.