Se puede seguir la evolución de la pintura francesa de mediados del siglo XIX tomando como punto de referencia la sucesión de acontecimientos históricos que entonces tuvieron lugar en Francia.
La industrialización, el desarrollo de los medios de comunicación terrestre y marítima (gracias al empleo de la máquina de vapor) determinan, de hecho, la desaparición del artesanado, y la formación de una numerosísima población obrera que se acumula en los grandes centros urbanos. Con ello, las condiciones de la vida económica y social sufren una alteración profundísima, que se refleja en las ideologías.
Mujer de la perla de Corot (Musée
d’Orsay, París). Una obra
emblemá-
tica del realismo posromántico. Lo
que atrae de la pintura es la “luz
in-
terior” que parece emanar de la mu-
jer retratada. |
Mientras Auguste Compte elaboraba en Francia la filosofía del Positivismo, tenía lugar una serie de descubrimientos científicos del más diverso orden, que fomentaron la formulación de una doctrina optimista: la del Progreso Social. Así como antes el hombre del Romanticismo sentía nostalgia del pasado, a partir de ahora los ideales se verán proyectados hacia el porvenir.
En vez de soñar como antes en la mejoría de una vida que le aparecía como algo sustancialmente inmutable, el hombre tiene ahora que especular partiendo de la realidad; se torna realista.
Este cambio de actitud, entre el idealismo que dominaba hacia 1830 y el positivismo de 1850, donde primero se trasluce, en lo que concierne a la pintura, es en el nuevo concepto del paisaje.
Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat