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Los palacios florentinos

Brunelleschi dio también el primer tipo de los palacios florentinos del Renacimiento, con una parte baja de grandes sillares apenas labrados, con aberturas rústicas y pisos superiores de paramentos más finos, en los que se abren ventanas adoveladas, y rematando el cubo de piedra un monumental entablamento clásico. Así debía de ser en su proyecto original el palacio Pitti, que dejó sin terminar, por sus dimensiones exageradas, y hubieron de concluir los Médicis un siglo más tarde, cuando ya eran duques de Toscana. 

La nave lateral izquierda de Santo Spirito (en esta fotografía), así como la derecha, están separadas de la nave principal por filas de columnas de pietra serena, piedra de color gris oscuro que subraya su presencia sobre el blanco liso de los muros y hace de las columnas un nuevo organismo plástico perfectamente autónomo.

La capilla de los Pazzi, en el claustro de la iglesia de la Santa Croce, en Florencia, es la única de este tipo a la que Brunelleschi incorporó una fachada al exterior. Las columnas con capiteles corintios que sostienen un entablamento - interrumpido por el arco de la entrada- separan el espacio interno del externo mediante un pórtico concebido por Brunelleschi como un puente de unión entre la luz natural del exterior y la dulce luz difusa, luz geométrica, del cuidado espacio interior.
   Durante el siglo XV los Médicis tuvieron una residencia mucho más modesta en el centro de la ciudad, en la vía Lata, hoy vía Cavour, el palacio que, muerto Brunelleschi, Cosme de Médicis encargó a su discípulo Michelozzo Michelozzi, y que éste terminó en 1460. Conserva aún en la esquina el escudo de los Médicis, pero lleva también el nombre de la familia Riccardi, que lo habitó más tarde. La fachada tiene un cuerpo inferior con grandes arcos, ejecutados con toscos sillares, que en un principio debían de estar abiertos y en el siglo XVI se cegaron, dejando sólo ventanas; los dos pisos superiores llevan ventanitas con ajimez, y en lo alto una espléndida cornisa de piedra remata suntuosamente el edificio.

Interior de la capilla de los Pazzi, obra de Brunelleschi. Para esta capilla, que se abre en el claustro de la iglesia de Santa Croce, en Florencia, Brunelleschi consiguió aquella" luz serena de la razón ", luz que se difunde suavemente, sin producir sombras, y que confiere al espacio interno una calidad irreal, geométrica. Un espacio tallado como un diamante, se ha dicho, y ello constituye una de las aportaciones de Brunelleschi a la nueva arquitectura. Los medallones cerámicos que decoran las paredes de la capilla fueron realizados por Luca della Robbia.
    En una Historia del Arte, el nombre de Cosme de Médicis el Viejo debe citarse aliado del de los artistas de su época, como el nombre de Pericles va unido al de Fidias. Como hemos dicho, Cosme, lo mismo que su hijo y sus nietos, no tenía ningún título ni desempeñaba ningún cargo oficial: se imponía por la superioridad de su espíritu y de sus riquezas, poniéndose francamente al frente del gran movimiento de renovación de las ideas y del arte que se iniciaba en Florencia y que protegía con esplendidez. Cosme, llamado "el Padre de la Patria", era un simple banquero, pero disponía de riquezas inagotables para sufragar las mejoras que juzgaba útiles a su patria.

Interior de la cúpula de la capilla de los Pazzi de Brunelleschi, en la iglesia de la Santa Croce, en Florencia. Brunelleschi emplea de nuevo la solución de "creste e vele", aristas y membranas. Pueden verse los óculos que iluminan el espacio desde arriba y los cuatro medallones cerámicos, de Lucca della Robbia, con las imágenes de los evangelistas.
   Creó centros de estudio en los conventos dominicos de San Marcos y de Fiesole, restaurándolos según el estilo nuevo; fundó bibliotecas siguiendo los consejos e inspiraciones del grupo de grandes artistas y eruditos que recibía en su vivienda, encargó traducciones de los antiguos escritores griegos mientras aceptaba dedicatorias de autores contemporáneos. En su casa de la vía Lata, y en sus patios y jardines, adonde acudían los jóvenes escultores para contemplar las estatuas antiguas que empezaban a reunirse, Cosme de Médicis platicaba con los más entusiastas humanistas de este alborear del Renacimiento, proponiéndose siempre como ideal la resurrección del espíritu clásico, que empezaban a comprender por los mármoles y manuscritos. Cosme en persona, y sobre todo sus nietos Juliano y Lorenzo, tomaban parte en esas discusiones. Un escritor del grupo, Vespasiano da Bistici, ha hecho llegar a la posteridad sus coloquios, exponiendo en qué términos elevados se trataba del buen gobierno o de cuestiones de crítica al estilo de los Diálogos de Platón.


⇨ El Palacio Médici-Riccardi de Michelozzo Michelozzi, en Florencia. Este palacio fue erigido para Cosme de Médicis el Viejo en la antigua vía Lata. Michelozzo fue discípulo de Brunelleschi y concluyó la obra en 1460. Véase la espléndida cornisa de piedra que remata el edificio. Los toscos sillares del piso inferior se abren en unos grandes arcos que fueron cegados en el siglo XVI y convertidos en ventanas.



   Es de notar que otras familias que no pertenecían a la antigua aristocracia florentina, sino que eran patricios de fortuna improvisada, como los Médicis, participaban también en este gran movimiento. Por ejemplo, los Pitti, rivales de los Médicis (cuando Luca Pitti encargó su palacio a Brunelleschi, le pidió que las ventanas fuesen por lo menos tan grandes como el portal del palacio de los Médicis) o los Strozzi, cuyo palacio, construido según el tipo del palacio de Cosme en la vía Lata, es aún más soberbio y monumental. Dirigido por Benedetto da Maiano, es de planta cuadrada, y se levanta gigantesco en las calles estrechas de la vieja ciudad con su masa cúbica de piedra, terminada por la cornisa, que proyecta intensa sombra en la parte alta del edificio.

Patio interior del Palacio Medici-Riccardi de Michelozzo Michelozzi, en Florencia. En este patio Cosme de Médicis y su nieto Lorenzo el Magnífico acumularon los mármoles antiguos que venían a estudiar los artistas que dieron origen al Renacimiento. Este espacio cuadrado y lleno de curvas, realizado por Michelozzo, manifiesta la delicadeza de este discípulo de Brunelleschi.
   El efecto de grandiosidad se logra por la simple distribución de sus diversas partes; el cuerpo inferior, con una sola puerta que se abre en medio de los rudos sillares, forma el pedestal de los pisos altos, con ventanas simplicísimas. Detalles afortunados que han sido reproducidos con más o menos discreción por el mundo entero son el farol de esquina del palacio Strozzi y las argollas para sujetar los caballos, con arandelas para las antorchas.

Interior de la biblioteca de San Marcos obra de Michelozzo Michelozzi, en Florencia. Cabe admirar la elegancia rítmica de las columnas, estructuradas para dividir el espacio en un conjunto de tres naves, solución inspirada en los dormitorios de los conventos dominicos del siglo XIV.
   La disposición de los palacios florentinos del siglo XV es casi siempre la misma: un patio central, cuadrado o rectangular, dispuestas en él las puertas y las columnas con la mayor simetría, y una escalera monumental. Vasari precisa el programa constructivo diciendo que la morada ideal debe ser como el cuerpo de un hombre: la fachada como la cara y las ventanas como los ojos, una a un lado, otra al otro, servando sempre parità ...

Detalle de la fachada del Palacio Strozzi construido por Benedetto da Maiano, en Florencia. Resultan espectaculares y atrayentes los sillares de la fachada, que se van empequeñeciendo al ganar altura. 


⇦ Argolla para sujetar los caballos de la fachada del Palacio Strozzi de Benedetto da Maiano, en Florencia. En esta magnífica figura fantástica con cuerpo de dragón y cabeza antropomorfa, observamos el gran detallismo aplicado por el artista.










⇨ Antorcha del Palacio Strozzi de Benedetto da Maiano, en Florencia. Los detalles ornamentales también están presentes en esta antorcha, realizada como una pequeña obra arquitectónica, con claros elementos renacentistas. 

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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