Punto al Arte: Las grandes catedrales francesas

Las grandes catedrales francesas

Las primeras catedrales góticas francesas se empezaron a fines del siglo XII. La de Chartres, erigida en lugar de la vieja catedral románica, incendiada en 1193, fue consagrada, por lo menos la cabecera, en 1198. Es un ejemplo de precocidad y rapidez en la construcción. La de Noyon, una de las primeras, se construyó también en poco tiempo; en diez años, el 1140 al 1150, se ejecutó la obra y estuvo lista para el culto. La de Laon, empezada asimismo en el siglo XII, fue consagrada en 1200. La de Amiens, la más perfecta catedral francesa, se erigió entre los años 1220 y 1280, sucediéndose tres maestros en la dirección de la obra: el primero de ellos, Robert de Luzarches, fue remplazado por Tomás de Cormont y a éste sucedió su hijo René. La de Reims, empezada en el año 1211, tiene un desarrollo lento hasta el 1400, y con su plan magnífico y su riqueza decorativa quedó en muchas partes sin terminar.


⇦ Catedral de Chartres. Plano de planta de este templo, que inició su construcción en 1194.




















⇨ Catedral de Reims. Plano de la planta de esta catedral, que inició su construcción en 1211. 



Si era difícil precisar escuelas y radios de influencia en el período románico, lo es aún más en la época gótica, en que el poder real impone una unidad que no existía anteriormente.

Contribuye a la progresiva uniformidad artística el hecho de que la época gótica sea un período de universalismo, de ambición enciclopédica y de relación internacional de ideas; la cristiandad en Occidente, no disgregada aún por el protestantismo, tiene un ideal común. De todos modos, algunos monumentos famosos debieron de formar escuela.

Catedral de Amiens. Esta imagen muestra la intersección entre las naves y el ábside. La abundancia de grandes ventanales permite que la luz atraviese el espacio en todas direcciones. Esta catedral se construyó muy rápidamente estre los años 1220 y 1280. 
La iglesia de Saint-Denis sirvió evidentemente de modelo en la construcción de las catedrales de Sens, Senlis y ChâIons. Las obras de Saint-Denis se iniciaron en 1132 bajo la dirección de su abad Suger, y el presbiterio y la fachada ya estaban terminados en 1144, cuando el templo fue consagrado ante Luis VII y la reina. La catedral de Senlis, construida por el obispo Thibaud, amigo de Suger y de Luis VII, fue consagrada en 1191.

París, centro de la vida gótica, conserva todavía abundantes monumentos de esta época. Su catedral triunfa sobre todo lo demás que han hecho en la vieja Lutecia las generaciones posteriores. Se levanta en una isla, reflejando en el Sena sus torres soberbias, sus pináculos y contrafuertes. El obispo Maurice de Sully puso la primera piedra de Notre-Dame en 1163 y aunque el presbiterio fue consagrado en 1182, la nave no se terminó hasta 1250. Pocos años más tarde los arquitectos Pierre de Montreuil y Jean de Chelles realizaron las fachadas norte y sur del transepto.

Catedral de Notre-Dame de París. La fachada subraya los valores horizontales de masa mediante una división proporcionada en diferentes sectores rectangulares. Así, dos bandas interrumpen enérgicamente la verticalidad: la galería de los reyes sobre el portal y la otra galería de columnas, en la base de las torres, que parece proseguir la tradición románica de las galerías ciegas. Como resultado, un equilibrio extraordinario, una serena estabilidad, nacida de una construcción que afirma su masa antes de elevarse al cielo. 
La Sainte-Chapelle de París. Esta iglesia es quizás la obra más bella de todo el gótico francés. Las paredes han sido totalmente reemplazadas por ventanas que filtran la luz a través de multicolores vitrales. Es de una sola nave, y su arquitecto fue el maestro Pierre de Montreuil. Se construyó entre 1242 y 1248. 
Al otro lado del río se construyó o modificó a finales del siglo XII la iglesia tan venerada de San Germán de Auxerre, de la cual queda sólo una torre, y otros edificios famosos de París han desaparecido aún más completamente. Pero en tiempo de San Luis, entre 1242 y 1248, se construyó en París la joya más admirable de todas las obras de arte francesas: la Sainte-Chapelle, destinada a custodiar reliquias de la Pasión, especialmente la corona de espinas. La Sainte-Chapelle es un verdadero relicario; tiene una cripta baja, de toda la extensión de la planta, para elevarla en el aire. En su piso superior, que verdaderamente constituye la capilla, las paredes han desaparecido para ceder su lugar a grandes ventanales con preciosas vidrieras por las que se filtra la luz en todas direcciones, y así el espléndido santuario, abierto del todo, por el solo contraste de los filetes y haces de columnas produce un efecto de mayor lurninosidad que la luz natural del exterior. La corona de espinas se mostraría en lo alto del altar, aureolada de colores.

Album de Villard de Honnecourt (Bibliotheque National, París). Folio 14 v. con la planta y la cabecera de Notre-Dame de Cambray. La anotación dice en un pintoresco francés del siglo XIII: "Vesci l'esligement del chavec me dame Sainte Marie de Cambrai, ensi como il ist de tierre. Avant en cest livre en trouverés les montées dedens et dehors, et tote la maniere des capeles et des plains autresi et li maniere des ars boterés".
Les Très Riches Heures du Duc de Berry (Musée Condé, Chantilly). De uno de los más importantes castillos góticos, el Louvre, de los reyes de Francia, sólo es posible hacerse idea, gracias a esta miniatura de los hermanos de Limburg que lo describe tal y como era a principios del siglo XV. Era un edificio gótico concebido como una fortaleza, con una gruesa muralla y un enorme foso.
Construidas las catedrales francesas casi simultáneamente, con una disposición muy parecida de planta y alzado, a primera vista parecen iguales, como parecen semejantes los templos griegos. Pero participando del espíritu de cada una, se percibe su variedad de carácter y personalidad. Ello depende, además, del genio de su constructor, del genio del lugar, el genius loci, que contribuye a caracterizarlas por ciertas particularidades de advocación y de servicio. La obra de las catedrales se continuaba a veces durante varias generaciones, y los arquitectos se iban sucediendo unos a otros, trabajando respetuosamente en la ejecución de un mismo plan. Su personalidad desaparecía como absorbida por la magnitud de la obra; ellos eran los humildes primeros sirvientes del templo, los acólitos de la devoción que no podía aún practicarse por carecer de cubierta el santuario. Se transmitían unos a otros los primeros principios de su arte y pasaban la vida entregados al análisis y resolución de problemas constructivos.

El Palacio de los Papas en Aviñón. Complejo edificio de sobria grandeza que representa la transición entre el castillo fortificado y la residencia señorial. La parte más antigua, Palacio Antiguo, fue encargada por Benedicto XII a Pierre Poisson. El Palacio Nuevo es obra de Jean Loubieres de Tarascan, arquitecto de Clemente VI.
Con la excepción de algunos casos, como el de Villard de Honnecourt -de quien se conserva un libro de apuntes que refleja tanto su educación artística como su periplo vital- apenas existen noticias ni detalles de las vidas de estos arquitectos. A tal laguna se suma también la inexistencia de un tratado de arquitectura como el que en la Grecia jónica compuso Hipodamos en tiempo de Fidias, Hermógenes en vida de Alejandro, o Vitruvio en la Roma de Augusto. Pero las obras de los arquitectos góticos hablan con un lenguaje más comprensible que todos los escritos de los clásicos.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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