Punto al Arte: La Atenas de Pericles

La Atenas de Pericles



Busto de Pericles (Staatlischen Museen, Antikensamm-

lung, Berlín). Copia romana de un original griego en

mármol del siglo v a.C. Pericles tuvo la fortuna de na-

cer en el momento oportuno. Sus cualidades respon-

dían tan bien a las necesidades de su época, que la
historia ha dado su nombre al momento más glorioso
de la vida ateniense: la edad de Pericles es la Edad de
Oro de Atenas. De constitución delicada y débil, de
cráneo alargado -que disimulaba con el casco-, era un
alma fuerte, lógica y honrada. Su amor por la belleza
le hizo reunir en Atenas a los artistas más famosos de
su tiempo. 
Aunque nacido de una de las más ilustres familias de Atenas, Pericles desdeñaba igualmente a la aristocracia, orgullosa de sus riquezas, y al pueblo, que, ignorante, recelaba siempre de sus altas iniciativas. Se sostuvo en el gobierno sólo por la rígida austeridad de su vida, y pagó siempre con su persona en las guerras y en todas las dificultades nacionales. Atenas acabó por acostumbrarse a su genio superior y a compartir con él su gran pasión: el amor por la belleza.

Durante el mandato del estratega Efialtes como jefe del partido demócrata, Pericles fue en un principio su ayudante y más tarde lo sustituyó en el año 443 a.C., y en ese cargo se mantuvo siempre por elección popular de la Asamblea hasta su muerte en el 429 a.C., debida a la peste.

La economía ateniense se basaba sobre todo en el comercio marítimo, aunque también era importante la agricultura. Y la sociedad era un patriarcado en el que los hombres tenían todos los derechos y todas las ventajas y sólo ellos se beneficiaban del acceso a la educación y al poder. La mujer ateniense se dedicaba únicamente al cuidado del hogar; asimismo, existían las hetairas, mujeres que recibían una educación esmerada para satisfacer a los hombres con discursos más elaborados e intelectuales y que también procuraban favores de índole sexual. Una de las hetairas atenienses más famosas fue Aspasia, amante de Pericles, quien la defendió cuando los contrarios a su política la utilizaron como blanco de sus críticas.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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