Constituyen
esta parte de Oceanía una gran isla, Nueva Guinea (la segunda del mundo en
extensión) con más de 800.000 kilómetros cuadrados, y los archipiélagos del
Almirantazgo, Entrecasteaux, Luisiadas, islas Salomón, islas Trobriand,
Woodlark, Santa Cruz, Nuevas Hébridas, Lealtad, Nueva Caledonia y las Fidji.
Sus habitantes pertenecen a la
denominada raza melanesia. Son gentes de estatura mediana, piel muy oscura,
cabello crespo y largo, frente huidiza, arcos superciliares prominentes y
mentón huidizo.
Básicamente, son agricultores que
practican el tipo de cultivo denominado de rozas. La caza y la pesca son
también actividades muy importantes de su economía. Viven agrupados en
poblados; suelen ser polígamos y cada una de las distintas esposas, con sus
hijos, habitan en pequeñas chozas unifamiliares, mientras que los hombres y los
muchachos célibes conviven en grandes casas comunales (Nueva Guinea); en
cambio, en otros lugares, varias familias emparentadas habitan en una gran casa
comunal (islas Salomón). Las relaciones sociales son complicadas y
competitivas.
Practican el culto a los antepasados y a
los héroes culturales. Los mitos que narran las relaciones entre lo
sobrenatural y el hombre, y la magia, que permite a este último dominar a los
espíritus, están presentes en muchos aspectos de la vida cotidiana.
El arte melanésico se caracteriza por la
fuerza expresiva de las imágenes y de los diseños. Son frecuentes las
distorsiones, la desproporción y la exageración de los volúmenes, lo que
confiere a sus tallas, máscaras y objetos culturales un intenso y agresivo
dramatismo, subrayado por los amplios trazos curvilíneos que decoran las
superficies y por los fuertes contrastes de color.
Fuente:
Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat
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