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Artistas de la A a la Z

La modernidad del arte prehistórico

"El arte empieza en el momento en que el hombre crea, no con un objetivo utilitario como hacen los animales, sino para representar o expresar", declara René Huyghe. El arte es un mensaje, un medio de expresión, una forma de contacto y de comunicación entre los hombres, tal vez anterior, incluso, al lenguaje. Esos medios son pinturas o grabados rupestres, figurillas mobiliares, modelados o esculturas, imágenes o decoraciones sobre los más diversos soportes: pieles o cortezas, huesos o defensas de marfil, piedras o cerámica (en época tardía). Muchos de estos soportes· no han llegado hasta hoy destruidos por el tiempo o aún por descubrir. El arte prehistórico sólo ofrece documentos esporádicos, jalones, y por muy brillantes que sean algunas de sus manifestaciones, siempre se lo conocerá fragmentariamente. Los pueblos, casi extinguidos, que se encontraban todavía en la Edad de la Piedra sólo hace algunos decenios, como es el caso de algunas tribus residuales del Alto Amazonas o de la Tierra de Arnheim, en Australia, muestran este arte sobre soportes perecederos.

Al otro extremo del tiempo, en los orígenes del hombre, las destrucciones son más evidentes, ya que los documentos más antiguos resultan ser los más escasos. En el caso de los documentos artísticos, se nota un incremento en el número, paralelo a la aceleración de la historia. Tomando un cordel, en el que, convencionalmente, cada milímetro de longitud represente un siglo, se tendría: las más antiguas herramientas conocidas, los cantos rodados tallados por el Zinjantropo de Tanzania, se sitúan a más de veinte metros. La célebre escultura de Laussel sólo quedará a treinta centímetros. Las galerías de mamuts de Rouffignac estarán situadas a catorce centímetros, los bisontes de la "Sala Negra" de Niaux a diez centímetros ... ¡y Marignan a cinco milímetros!

Hachas paleolíticas (Museo de Saint-Germainen-Laye).Procedentes del Paleolítico inferior. Tienen ochocientos mil años y están datadas en el período abbevilliense. Son unas piedras de doble cara, con talla bifacial y punta lograda a base de golpes con un percutor de piedra.

Hachas paleolíticas (Museo de Saint-Germainen-Laye). Procedentes del Paleolítico inferior. Tienen ciento cincuenta mil años, son más perfectas que las anteriores y presentan rasgos característicos del período acheulense; la punta ha sido acabada con  percutor de madera, más afilada y con un acabado perfecto. Su forma de "almendra" es mucho más bella..

Por consiguiente, el arte es un fenómeno "tardío". Los veinte centímetros de arte prehistórico animalista que guardan las grutas ornamentales, solamente representan la milésima parte de la historia tecnológica.

La realidad es más matizada y delicada. ¿En qué momento una obra humana se convierte en arte? Porque, ¿acaso no se pueden hallar testimonios artísticos mucho más antiguos que las representaciones naturalistas de los bisontes y mamuts de las cavernas? La humanidad más remota sólo conoció un rudimentario utillaje de cantos rodados, sumariamente tallados, golpeándolos entre sí. Estos retoques determinan una pieza cortante o una punta útil.

Arpones de hueso (Museo de Prehistoria y Arqueología, Santander). Los rasgos característicos de la última etapa del período magdaleniense (17000-11000 a.C.) son estos arpones. Hechos sobre fustes de asta, llevan en sus bordes una serie de dientes, elemento que hará que el animal no pueda desprenderse del arma. Es Europa occidental la que ve el desarrollo de los elementos del magdaleniense, aunque en este caso se han encontrado restos que alcanzan hasta Europa central.

El artesano, tanto si es el australopiteco, como el pitecántropo, ha "elegido" el canto rodado, porque su masa, su forma natural, le sugieren la herramienta que desea y que ya ha imaginado en su mente. Esta elección es propiamente humana, supone una inteligencia, conduce a una estética y constituye un lejanísimo intento artístico. Estas primeras fases técnicas son de una lentitud sorprendente. Lentitud que se explica por la extremada dificultad de las transmisiones, de generación a generación, de unos hombres a otros. La longevidad era muy limitada: tres o cuatro decenios para una vida humana. La densidad de población era ínfima, a pesar de su ecumenismo: unos pocos millares de seres, algunas decenas de millares en todo un continente.

Con la industria denominada "abbevilliense", de ochocientos mil años de edad, predomina una forma voluntaria de herramienta: la piedra de doble cara, canto rodado o pequeño bloque de sílex con talla bifacial, de unos quince a treinta centímetros de longitud, conservando en la base la ganga del bloque original, y con una punta forjada a base de vigorosos golpes con un percutor de piedra. Es una "herramienta universal", apta para los más diversos usos. También es una "forma", con una simetría, un equilibrio de la masa, dos hechos que ponen en evidencia una nueva intención.

Útiles de sílex (Museo de Prehistoria, Valencia). Pertenecientes al poblado de Ereta de la fase del Eneolítico. El sílex ofrece la particularidad de que, pese a su dureza, puede modelarse por percusión o por presión. El artesano ya se convierte en artista y construye sus herramientas utilizando este material y aplicando una elevada técnica.

Hacia los 150.000 años, las "bifaces" se han convertido en la "almendra" característica de la civilización "acheulense", de Saint-Acheul, suburbio de Amiens, en el Somme. Su forma es afilada. A menudo tallada a partir de una esquirla de sílex, su sección es menor, de forma plana, ligeramente hinchada en la base para una mejor prensión. La punta tiene un acabado perfecto conseguido con el percutor de madera, que permite cortes precisos y finos.

La bella "almendra" acheulense ofrece un indiscutible aerodinamismo que anuncia nuestras formas modernas. Los técnicos han bautizado esta forma alargada con el nombre de "gota de agua", y posee maravillosas cualidades de penetración y eficacia. Esta perfección de forma y equilibrio, ¿no es ya arte? Cogiendo con la mano una almendra, se percibe la perfección artesana, la minuciosidad extremada del trabajo, la comodidad del gesto. La palabra "arte" es la raíz de artesano.

Este primer arte técnico y concreto, fruto armonioso de una forma y equilibrio de una masa, es propio del mundo antiguo, exceptuando el Asia sudoriental. Raras veces el hombre prehistórico creará herramientas con formas tan bellas y eficaces. Nunca tan conseguidas, ni universales ... salvo, quizás, el hacha escuadrada y pulida del desbrozador neolítico. Es ésta una etapa, dentro de las múltiples andaduras del arte que, desde los orígenes tenebrosos, desemboca en la figura animal, grabada o dibujada, que parece "decorar" las paredes de la mayoría de grutas. Hacia los 50.000 años, el hombre de Neandertal, rama que merece una rehabilitación, posee raspadores de sílex de corte perfecto, y puntas cortadas sobre cantos rodados delgados, cuya forma vuelve a encontrarse en los vanos del gótico europeo. Se trata de herramientas cuya acabada técnica conduce a formas artísticas y cuya ejecución pone de manifiesto el goce de un artesano convertido en artista. Se olvidan ex profeso estas primeras formas de arte concreto, porque sólo se quiere ver arte en la imagen, el modelado o la escultura. Antes de crear la imagen, el hombre tuvo que comprender las imágenes de la naturaleza. Las primicias del arte-imagen parecen propias del hombre de Neandertal.

Hachas de mano o bifaces (Museo de Prehistoria, Valencia). Después de la utilización del hacha de mano bifacial. en la época abbevilliense se inició una industria lítica más desarrollada: la acheulense. Se extendió por Europa occidental y central (en particular por Francia, Bélgica y España), África (Etiopía, Tanzania y Argelia), Próximo Oriente (Irán) y el subcontinente asiático (India). Las hachas de mano n bifaces se caracterizan por tener unas formas más cuidadas, más regulares. Las lascas tienen diversas tipologías: raederas, raspadoras, o acabadas en punta.

En la gruta liguriense de Toirano, se descubren sobre la arcilla huellas de pasos, signos trazados con los dedos y numerosos arañazos humanos a imitación de los de osos. Una roca "zoomorfa" adquiere una significación naturalista para los hombres de Neandertal. Se convierte en la "imagen" misteriosa de un animal ... y los hombres la bombardearon con bolitas de arcilla. En Toirano, el hombre ve una imagen, una realidad zoomorfa en una combinación de la naturaleza. De ahí, a crear por sí mismo una imagen, aprovechando un relieve natural sugerente con el que define un cuerno, una pata, un hocico, sólo va un paso ... un paso que exigirá veinte o treinta mil años.

El cazador del trigésimo milenario, perdido en las profundidades de las cavernas, pobremente iluminado con sus lámparas de sebo, identificaba en ellas, con toda naturalidad, a los animales que le proporcionaban subsistencia. En Pech de l'Aze (Dordoña), se encuentran bastones de ocre entre los restos arqueológicos del hombre de Neandertal. Resulta verosímil pensar en pinturas corporales o sobre soportes perecederos. Los trazos sobre arcilla, hechos con el dedo, que encontramos en Toirano, tal vez figuren entre los trazos humanos más antiguos; sin embargo, ¿cuántos resultaron destruidos?


Escultura en gres del Paleolítico superior, procedente del Abrigo Pataud, en Dordoña (Musée de I'Homme, París). La reproducción de las imágenes que rodea al hombre supone una aceptación de la naturaleza, el paso previo pa ra aspirar al Arte. t:l hombre del Paleolítico, además de pintar, graba y esculpe.

Para inhumar a los difuntos, el hombre de Neandertal los colocaba en una fosa, como podemos observar en la Chapelle-aux-Saints, en Correze. Los protegía con una losa calcárea de 100 kilos, como en La Ferrassie, o con un túmulo hecho de piedrecitas, bajo una gruta, como en el Regoudou. Muy cerca de allí, un oso aparece protegido, o conservado, por una roca de 800 kilos. Además de su valor religioso, anuncian los ritos funerarios de los últimos milenios de la prehistoria y de los siglos de la historia: grandes tumbas, enormes túmulos, monumentos megalíticos.

Fuente: Texto extraído de Historia del Arte. Editorial Salvat

El arte de los cazadores paleolíticos

El arte prehistórico nace y se desarrolla con la caza. Desaparece en cuanto ella deja de ser el recurso principal: es un arte "animalista". La última glaciación de Würm pesó mucho en aquel viejo mundo del XV al X milenios. Los grandes glaciares del Ártico se desbordan, en su parte sur, hacia las extensas llanuras de Eurasia. Estas llanuras quedan enmuralladas, asimismo, por la vertiente norte de los glaciares montañosos que se extienden desde las cadenas asiáticas hasta los Alpes. Será una gran suerte natural para Eurasia este paso siempre libre, desde el Baikal hasta el Atlántico, entre las masas glaciares que se extienden al Norte y al Sur.

En esta inmensa faja pululan numerosas especies animales: algunas presentes en todas partes, como el caballo o la cabra montés; otras con un valor ecológico, más concreto, como el gran oso de las cavernas asociado al hombre de Neandertal, y más tardíamente el mamut y el rinoceronte lanudo, flanqueados por manadas de bisontes y renos. Estos animales constituirán los temas favoritos de los artistas cazadores.
Ciervo de la cueva de Parpalló (Museo de Prehistoria, Valencia). En esta cueva se hallaron centenares de pequeñas placas de piedra caliza, en las que aparecen representados, pintados o grabados, los animales que vivían en la zona. En esta área levantina predominan las placas de piedra y el asta de ciervo para el arte mueble, a diferencia de la zona cantábrica, en que la piedra no es tan utilizada en beneficio del hueso.

En las grutas-santuario del norte de los Pirineos, el caballo está representado 727 veces, es decir, el 35 % de toda la fauna allí dibujada. El bisonte da igual porcentaje; el mamut, el12% y la cabra montés, el 8 %. El reno, animal culinario por excelencia, que abunda muchas veces entre los restos de cocina, aparece raras veces grabado o dibujado. El abate Breuil lo explicaba humorísticamente: una especie abundante, gregaria, fácil de cazar, y por tanto respecto a la que no había que recurrir a la magia para conseguirla. Con ello, se llega a las razones profundas de este arte.

La rudeza del clima condena al hombre a buscarse abrigo. El área occidental, con sus planicies calcáreas que contaban con innumerables cuevas, y sus acantilados protegidos por despeñaderos, resulta apta para ser habitada. Junto a las cuevas-refugio, se crearán cuevas-santuario, y el arte prehistórico es el arte de estas cuevas. Las cavernas del monte Castillo, de Altamira, de Niaux o de Montespan, del Tuc d' Audoubert o de Trois-Frères, de Cabrerets y de Cougnac, de Lascaux, de Rouffignac, de Font-de-Gaume, de Les Combarelles, son otros tantos santuarios artísticos. Pero la monumentalidad y espectacularidad del arte rupestre no deben hacer olvidar el arte mobiliar, las múltiples ornamentaciones naturalistas en los objetos.
       
Condenado a una alimentación a base de carne, el cazador posee una rica panoplia: puntas de sílex, puntas foliáceas con finos retoques, puntas de hueso, puntas fusiformes ensambladas en azagayas, arpones con una o dos hileras espinosas, azagayas con ranuras para inserir en ellas finos microlitos de sílex, como se ven en Mezin o en Kokorevo. El propulsor incrementa la precisión y el alcance del dardo que envía. Con toda naturalidad, aparece decorado con un motivo animal; tal es el caso del caballo en el propulsor de Bruniquel, o los bisontes y cabras montés de los propulsores pirenaicos.

Caballo grabado en un guijarro procedente de Ain, Ródano-Aipes (Musée de I'Homme, París). Pertenece al Paleolítico auperior. Los grabados y las pinturas en el interior de las cuevas o abrigos, o bien sobre objetos muebles de distinta naturaleza, forman el arte rupestre en el Paleolítico superior. Un arte naturalista ("animalista ") donde se solían representarse, principalmente, figuras de animales.

Cualquier mínima pieza ósea aparece con finos grabados zoomorfos: ¿recuerdos de caza o preparación mágica para la caza? Con la imagen aparece en escena la magia, que viene en ayuda del cazador. En Massar, La Vache o en La Colombiére se encuentran cantos rodados, en los cuales se amontonan grabados superpuestos y en todas direcciones representan do al caballo, a la cabra montés, a ciervos, bisontes, osos ... Algunos son auténticas obras maestras del arte animalista, pero el desorden de las superposiciones demuestra claramente que se está en presencia de algo muy distinto a una obra de arte. Tales superposiciones son voluntarias. El canto rodado fue santificado con un primer grabado, realizado por el hechicero-artista, para invocar una pieza de caza. En el caso de ser ésta fructífera, el guijarro resulta benéfico, y es objeto de nuevos grabados, de nuevas "imágenes-realidad".

El arte prehistórico es, esencialmente, una "acción", una "creación" real. La estética se da por añadidura, al igual que la delicadeza del retoque se agregaba a la almendra acheulense. Las múltiples superposiciones que aparecen en las paredes de las cuevas tienen la misma explicación: Lascaux, Cabrerets, Niaux ... La "elucidación de los temas" conduce a animales aislados, muchas veces yuxtapuestos, más o menos encabalgados, asociados de forma voluntaria o fortuita.

Sin embargo, la magia, de creadora puede pasar a destructora. Tal es el caso de los bisontes y las cabras montés de Niaux, o aquel caballo de Lascaux, atravesados por dardos. El animal, creado, es destruido seguidamente. El oso acéfalo de Montespan, modelado en arcilla, está acribillado con treinta azagayadas. El arte prehistórico, naturalista y basado en representaciones animales, se desarrolló porque respondía a graves imperativos económicos. Lo requería la necesidad de encontrar y abatir a una abundante caza. No obstante, se ha objetado a veces que, para unas creaciones esencialmente mágicas, en las que la estética sólo se daba por añadidura, no había necesidad de llegar a crear obras maestras. Bastaría con simples croquis, con unos esbozos para las prácticas mágicas. Y en efecto así es: ¡no todos los dibujos prehistóricos son obras de arte!

No cabe duda que el esbozo de un buey. realizado con el dedo sobre la arcilla, enriquecido con treinta mil años de edad, resulta conmovedor. Pero no exige el mismo entusiasmo que el que legítimamente despiertan los mamuts grabados en el "friso de los cinco" de Rouffignac, el "abuelo" del gran techo de esa misma gruta, o los bisontes de la "Sala Negra" de Niaux. La emoción arqueológica de un testimonio humano salido de las profundidades de los tiempos, y la emoción puramente artística resultado de una contemplación, constituyen dos sentimientos muy diferentes.

Talla sobre dientes de mamut, del período auriñaciense, hallada en Baden-Wurtenberg (Alemania). Algunos detalles ejecutados por los cazadores paleolíticos son verdaderas obras de arte, miniaturas grabadas sobre cualquier pieza ósea que les recuerdan la caza y les preparan en un acto mágico para la misma. Los elementos de adorno, los dientes perforados y rematados para lucirse, son característicos de este período.

La prehistoria no engendró sólo obras maestras representando animales; muy lejos de esto. Hay esbozos, intentos a menudo torpes, representaciones fragmentarias: he aquí incontables fracasos, aunque siempre resulten muy respetables para el estudioso; pero esto es otro asunto. Ahora, lo que interesa es "elegir" ante la riqueza y la abundancia de la iconografía prehistórica.

El estudio exhaustivo de todas las obras de Delacroix, Matisse o Picasso, incluyendo también sus garabatos, tiene su interés científico, aunque nunca podrá equipararse a la iconografía de sus obras maestras. En el caso de la prehistoria, la elección resulta difícil. Si el censo completo puede hacerse, por fortuna, con la mayor objetividad, en cambio el juicio estético será siempre, por desgracia, subjetivo. ¿Qué criterios deben utilizarse para poder elevar grabados o pinturas rupestres al rango de obras maestras? A título experimental, y sobre la base de la provisionalidad -en espera de unas reglas estéticas por definir-, se ha elaborado un censo de las obras de calidad dentro del universo prehistórico.

De 727 caballos registrados al norte de los Pirineos, destacan 93 figuras de calidad, es decir, el 12%. De 260 mamuts (Europa occidental), destacan 47 figuras de calidad, o sea, el 18%. Entre 184 cabras montés (en la misma área), hay 39 de calidad, es decir, el 15%. Entre 123 renos (en la misma área), 20 son de calidad, es decir, el 16%. De 118 bisontes (registrados al sur de los Pirineos), 16 son de calidad, lo que equivale al 13%. De 56 osos (Europa occidental), 8 son de calidad, es decir, el 14%. Entre 50 felinos, 7 son de calidad, equivalentes al 14% y de 26 rinocerontes, hay 6 de calidad, equivalentes al 23%.

Caballo de Lourdes. Esta figura de caballo, modelada en hueso, procede de la cueva de Espelugnes (Francia). Pertenece al magdaleniense superior, último estadio de la cultura magdaleniense y final del Paleolítico inferior. En este periodo cualquier mínima pieza ósea aparece con finos grabados zoomorfos. Y pese a que éste sea un ejemplo de obra maestra en la prehistoria, no todos los dibujos y esbozos en esta época lo son.

Resumiendo: de un total de 1.544 figuras (registradas por los estudiantes del Institut d' Art Préhistorique de Toulouse), se pueden considerar que 236 son de una notable calidad estética, obras maestras del arte animalista, lo que equivale a un porcentaje global del 15 %. Evidentemente, el juicio es subjetivo por completo, pero al referirse a una amplia iconografía, resulta válido y altamente interesante. Nótese que la mayoría de las especies comunes - caballo, cabra montés, reno, bisonte-, y entre las más numerosas, el oso y los felinos, alcanzan porcentajes "estéticos" rayanos en la media: 12, 15, 16, 13, 14 y 14% respectivamente. Por el contrario, las especies excepcionales por su poder y escasamente representadas en los vestigios óseos de occidente -en consecuencia, especies relativamente raras- como son el mamut y el rinoceronte, poseen porcentajes de calidad superiores a la media: 18 y 23%.

Estas cifras se explican por la calidad excepcional de las obras de Rouffignac, lo cual pesa claramente en la iconografía de la especie. En menor grado, el papel de Les Combarelles, por la calidad de los renos, y el papel de Altamira, por la calidad de los bisontes, también resultan notables.

Las obras prehistóricas son anónimas, pero es evidente la influencia de un "maestro", sobre todo en el arte de las grutas más importantes. Hay el "maestro de Rouffignac" que descuella en la ejecución del mamut con un maravilloso sentido de la composición y organización de los temas: friso, enfrentamiento, equilibrio piramidal, etc. Un mamut grabado en la pared izquierda de Font-de-Gaume, después del "Rubicón", es una prueba clara de su paso por esta gruta vecina a Rouffignac. El ejemplo de Les Combarelles es característico. Sobre ella, el abate Breuil ha dado dos acotaciones personales: una en 1902, poco después del descubrimiento de la cueva, cuando iniciaba sus estudios; la otra, en 1924, al cabo de 22 años de experiencia. En la primera ocasión, señala 14 mamuts y 13 en el segundo inventario. En la primera acotación, registra únicamente 2 bisontes frente a 37 en 1924.
Brazalete de hueso. Datado en el Paleolítico (hacia 1 0000-4500 a C.), fue hallado en el sudeste de Moravia (República Checa). El arte mueble desarrollado durante este período no tenía sólo una utilidad práctica ni estaba limitado a la caza. Colgantes y brazaletes de piedra, o de hueso o concha, dan fe de un cierto interés estético.



¿Qué puede deducirse de ello? Mamuts y bisontes fueron realizados por dos artistas diferentes. El primero era un gran especialista en mamuts, y todas sus obras pueden reconocerse rápidamente, aun por ojos inexpertos. Por el contrario, resulta mediocre "el especialista en bisontes", y sus obras identificadas pasan del 5 al 94%. Estos hechos demuestran la existencia de una auténtica especialización artística y denotan la influencia de verdaderos "maestros". El arte prehistórico, sin perder su carácter anónimo, adquiere cierta personalidad, y el expresionismo, tan diverso y sugerente en el tratamiento del ojo de mamut como es el caso de Rouffignac, denota un temperamento artístico excepcional. En Niaux,los grandes cuadros de caballos, cabras montés y bisontes de la "Sala Negra", son obra del "gran maestro de Niaux". Él asume la responsabilidad principal en el sancta sanctorum de la gruta. En cambio, deja al cuidado de los artistas de su "taller" la realización, por ejemplo, de las figuras de animales de las salas o galerías secundarias.

El abate Breuil, en su testamento científico Quatre cents siecles d'Art Préhistorique, había ordenado el arte en dos grandes ciclos, con determinados matices evolutivos. Esta distribución continúa siendo válida. Sin embargo, conviene adaptarla a las nuevas cronologías (resultado de las determinaciones de la antigüedad por medio del carbono 14) y restringir la evolución entre el XIII y X milenios. Sobre todo, conviene aligerar su noción de ciclo, excesivamente rigurosa, sustituyéndola por la noción de "escuela de arte", más flexible y humana. Las expresiones "perigordiense" y "magdaleniense", que definen los dos ciclos "sucesivos" de Breuil, deben aplicarse a las escuelas con un valor más estilístico que cronológico.

Así, la escuela del Périgord, con su particularísima grafía que se analizará más adelante, nace hacia el año 30000, con el material arqueológico denominado "perigordiense", compuesto por cantos rodados o huesos grabados, fechados a través de estos lechos, representativos precisamente de esta original grafía, pero, sin embargo, la concepción intelectual de las imágenes perdura mucho más allá en el tiempo. Los cantos rodados grabados de La Colombiére, fechados en el 15000 y el arte de Lascaux, considerado del 13500, pertenecen a la época final de esta escuela. El arte del Levante español posterior al X milenio - entre el 10000 y con frecuencia el 5000-, continúa inspirándose en la tradición gráfica del Périgord. Igualmente, el arte del Ártico, entre el 8000 y el 7000, por una parte, y el 4000 y el 3000, por otra, está inspirado también en tradiciones del Périgord extendidas del Baikal a Ucrania. Un arqueólogo (que estudiará sistemáticamente el más mínimo trazo) situará Lascaux en los milenios del magdaleniense. Un historiador de arte verá en Lascaux el apogeo de la escuela del Périgord, en lo que se refiere a los aspectos propiamente estilísticos, y lo considerará contemporáneo de los milenios del magdaleniense medio, en cuanto a la cronología. Esta es la posición que aquí se adopta, y constituyen legión los ejemplos de parecida naturaleza en la historia del arte.

Fragmento de un propulsor magdaleniense en asta de reno, procedente de la cueva de Les Trois Frères en Ariège (Musée de I'Homme, París). La perfección técnica de las armas del hombre del Paleolítico. se fue combinando con la decoración, resultando utensilios como el de la imagen, que además de asegurar la supervivencia dotaban de atractivo a la creación.

a escuela del Périgord posee y conserva durante muchos milenios rasgos visuales simples, procedimientos técnicos primitivos y grafías originales, como es el caso de la "perspectiva retorcida", tan característica: los animales aparecen de perfil, pero las astas y las cornamentas están dibujadas de frente. El procedimiento de la pintura "hueca" aparece en Cargas, con las huellas de manos en negativo: la mano, una vez retirada, deja su forma en blanco, y queda aureolada de color. Los puntos de color, realizados con un tampón más o menos fino, proporcionan unos trazados punteados, después "punteados babosos" y, al final, unos punteados lineales. Generalmente, los trazados amarillos y luego rojos, son anteriores a los trazados negros.

Resulta difícil acotar con certeza esta primera fase del arte, porque se corre el riesgo de atribuirle incluso cualquier entorno inhábil de épocas posteriores. Es preciso no confundir los criterios de una escuela primitiva y las torpezas escolares de un artista tardío. La clasificación sólo se consigue con un conocimiento integral de una cueva.

Bisonte tallado en una asta de reno procedente de Dordoña (Francia) y hallado en la cueva de La Madeleine (Museo de Saint-Germain-en-Laye). El insólito gesto de la cabeza, que parece indicar que el animal intenta lamerse el flanco con la lengua, está condicionado por la forma del asta de reno. El arte prehistórico va adquiriendo con el tiempo cierta personalidad. La pieza tiene un tamaño de diez centímetros.   

La escuela magdaleniense, que corresponde al segundo ciclo de Breuil, se afirma hacia el 15000 y dura aproximadamente hasta el 10000. Por consiguiente, sus primeras obras son contemporáneas de las obras tardías de la escuela del Périgord. Los trazos lineales simples adquieren una elegancia y una precisión radicalmente nuevas. Con lentitud, los colores planos, siempre oscuros, invaden las superficies que representan animales, con lo que se llega a una nueva experiencia en el modelado. Se impone el detalle, que va acompañado de precisiones clínicas. La perspectiva se hace "real". Los mamuts de Cabrerets aparecen todavía con una perspectiva semirretorcida en lo que se refiere a las defensas, pero la trompa, el opérculo anal y el pelaje son ya detalles propios de la nueva escuela.

La contemporaneidad de las escuelas se hace patente en una "corrección" realizada en la gruta del Porte (Ariége). Las pezuñas de un bisonte negro puesto de perfil -vistas de frente en perspectiva retorcida-, quedan corregidas en la perspectiva real mediante un delgado trazo de buril sobre la pintura negra, que es algo más antigua.

Propulsor de hueso decorado procedente de la cueva de Bruniquel, en Tarn-et-Garonne (Museo de Saint-Germain-en-Laye). También se lo conoce como El caballo saltando. Se fecha en el magdaleniense IV y es de suma importancia para la datación de las obras parietales, ya que los detalles del grabado de su crin son idénticos a los de los caballos que se hallan en los conjuntos de pintura. Mide 28 centímetros. 

Rouffignac señala la fase clásica del dibujo magdaleniense. En ella, se multiplican los hechos expresivos: tratamiento del pelaje, expresionismo de los ojos, riqueza de detalles en los cuernos, trompas, pezuñas y crines, pero sobre todo precisión y exactitud llena de vida en las actitudes. Las figuras se ordenan en temas principales: el de los animales enfrentados, en el friso, el monumental encuentro de dos manadas de mamuts ... Esta organización rítmica, compleja, es la aportación esencial de la escuela magdaleniense. El tema del enfrentamiento inicia aquí una larga y fecunda carrera que desembocará en las leonas de Micenas. Al igual que las técnicas, el arte experimenta su aceleración. Entre el 12000, estimación cronológica de Rouffignac, y el 10000, fecha en que terminan las obras maestras de Niaux, se concentran grabados y dibujos de múltiples grutas, todos ellos de elevado valor artístico: Les Combarelles y Font-de-Gaume, Marsoulas y Niaux, el Tuc d' Audoubert y Trois-Frères, las grutas del monte Castillo, Tito Bustillo, la maravilla de Altamira, la primera cueva decorada que se descubrió y que continúa siendo la más espléndida.

Los inventarios de objetos artísticos mobiliares resultan significativos: La Madeleine y Laugerie Basse proporcionan 1.142 documentos, de los 2.329 inventariados en todo el Périgord, es decir, el 48%. El 5 % de los yacimientos mobiliares, ofrece el 66% de las obras. Tales concentraciones implican auténticos "talleres artísticos", como Limeuil, La Marche, Gönnersdorf... de acuerdo con los preceptos de las escuelas. Cada escuela tiene sus temas predilectos. El 4% de los renos dibujados puede atribuirse a la escuela del Périgord, frente al 96% a la escuela magdaleniense.

Fragmento de una lanza esculpida con la figura de un mamut en el período magdaleniense, procedente de Montastruc, Tarn y Garona (British Museum, Londres). Es una pieza de aproximadamente de unos 12.500 años de antigüedad. Este es el único ejemplo conocido que tiene un agujero como ojo (que probablemente sostuvo un encarte de hueso o piedra). El gancho que sobresale también es infrecuente en este tipo de creaciones.

La escuela magdaleniense es mucho más que una escuela artística. También es una escuela de pensamiento. El techo de la cueva de Altamira mide 18 metros de largo por 8 o 9 de ancho. Son dimensiones a escala humana y una ojeada puede abarcarlas. En sus orígenes, sólo alcanzaba dos metros de altura. Erizado de protuberancias rocosas, del orden de los 50 centímetros, cada una tiene pintado su bisonte, captado en actitud recogida, saltando o revolcándose. La enorme impresión que produce es la de un impetuoso rebaño desplegado en una oleada a los pies de la gran corza policroma (2,25 metros) que ocupa el sector más alejado, con la cabeza vuelta hacia la entrada. ¿Será la lejana prefiguración de la Diana cazadora?
       
En Rouffignac, los frisos alinean mamuts y rinocerontes. Únicamente, un sector escapa a esta ordenación: el gran techo. Este sólo tenía uno o dos metros de altura en sus orígenes. En él se ven superpuestos cincuenta magníficos animales, imágenes-realidad, creadas y sobrecargadas unas con otras por la magia, no por pura gratuidad artística. ¿Por qué se eligió sólo este techo?

Bajo el techo, se abre un vasto embudo, cuyo fondo desemboca en el piso inferior. En él corre una estrecha galería y a nivel del suelo, una fisura conduce al tercer piso por donde discurre todavía el río subterráneo. Los magdalenienses conocían y utilizaban esta fisura. En el pilar que hay sobre ella, se despliegan, en rojo y negro, bisontes, caballos y mamuts. A la altura de la vista, preside el lugar un magnífico antropomorfo, el "Ser Superior" de Rouffignac, gozando de una situación elegida y privilegiada, como el "hechicero" o el "dios cornudo" de la gruta de los Trois Frères.

Figura de un bisonte esculpida en madera, período auriñaciense (4500020000 a.C.) y procedente de la cueva de Birdsman (Alemania). En el período medio del auriñaciense surgen diversos objetos tallados en hueso, madera y marfil, las primeras manifestaciones artísticas. Y aunque el auriñaciense es conocido especialmente en Francia, su zona de dispersión es muy grande, hacia el Este de Europa, y penetra también en la región cantábrica española.

El arte se convierte en filosofía, en religión, en esta gruta de Rouffignac, la gruta de los cien mamuts (en realidad 123 ...). Dos descubrimientos recientes confirman este tema de génesis: en Ekain, veinte caballos aparecen encima de dos "bocas de la oscuridad" que conducen igualmente a las profundidades; en Tito Bustillo, grandes caballos y renos forman un vasto conjunto en torno a una boca semejante, desde la cual se oye el rugido del torrente subterráneo. Delfos nació de una grieta rocosa en las Fedriadas. Rouffignac se despliega sobre una sima subterránea. Para los magdalenienses, el mundo animat mundo sagrado que les proporciona la subsistencia, nace de la tierra, una tierra con rostro de "Tierra Madre".

Mientras los dibujos, grabados o pinturas, y los modelados o las esculturas de animales tienen expresamente una gran calidad estética (con un 15 % de obras maestras), en cambio, las representaciones humanas (de las cuales, el 63% son asexuadas) son de una lastimosa torpeza. Los grabados antropomorfos de Rouffignac, "Adán y Eva", al igual que los de Les Combarelles o de Marsoulas, no pueden compararse con los grabados de animales vecinos. No pueden ser obra de la misma mano ...

Cabeza de buey esculpida sobre una piedra, procedente de Riparo Tagliente (Italia). Período paleolítico. La reproducción de la naturaleza ofrece una amplia información de las especies que predominaban en una zona durante ésa época y de la especialización de la caza. Así, en Europa central y oriental, caballos, bóvidos, rinocerontes lanudos y mamuts fueron los más representados. En Europa occidental, en cambio, lo fueron el ciervo y el reno.

Igualmente, las figurillas, modeladas o esculpidas, conocidas con el nombre demasiado halagador de "Venus", presentan ex profeso idénticas características: exageración en las formas, gruesas y abundantes, frecuente negligencia en los rasgos del rostro, los brazos y las piernas, como si la feminidad esencial se limitara a un cuerpo sobrecargado, deformado por las maternidades. En efecto, estas figurillas no son "bellezas", sino "madres".

Desde el Extremo Occidente hasta la más lejana Asia, sin prejuzgar su área de origen, se las encuentra, tanto en la escuela del Périgord, como en la magdaleniense. Al parecer, su realización escapa a las influencias de las escuelas artísticas. Esta es la explicación de su mediocridad estética. El arte animalista, ligado a la economía de la caza, fundamental para el hombre, es un arte de escuela, un arte que sacerdotes, brujos y artistas enseñan en los santuarios colectivos de las grutas.

Bastón con grabados de peces y un caballo, perteneciente al período magdaleniense, procede de La Madeleine (British Museum, Londres). El lugar que dio origen al nombre del período fue precisamente la cueva de La Madeleine (Dordoña), que es donde se han hallado mayores vestigios de la época. Debido a la decoración del bastón, se supone que éstos fueron los símbolos del poder.

Los dibujos y estatuillas humanas femeninas (en un 99 %, en el caso de las estatuillas), son el resultado de un arte "doméstico", estrechamente ligado al hábitat. En una choza de Mezin, junto a la pared, varias estatuillas femeninas estaban clavadas en el suelo, a modo de guardianas del hogar, anunciando los iconos del futuro ... De Lespugue a Sireuil, de Tursac a M en ton, de Dolni-Visto ni ce a Mezin, en Gargarino, Malta y en los confines del Baikal, se observa esta completa continuidad geográfica, con una misma estética.

Cuando los cambios climáticos y las nuevas economías provocan la desaparición, hacia el10000, del arte naturalista de representaciones animales, ligado a las escuelas de arte y a la caza, continúan subsistiendo las estatuillas femeninas domésticas, porque la vida prosigue …

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Figuración y abstracción

Los primeros trazos realizados con el dedo que se aprecian en Toirano, se multiplican en las grutas hacia el XIII milenio: en Santa Isabel, dentro de la gruta de Clotilde, en Gargas, donde el Institut d' Art Préhistorique está llevando a cabo un inventario exhaustivo. Se trata de rasgos digitales sobre arcilla maleable que, por fortuna, la calcita consolidó en algunas ocasiones. A menudo, descienden por la pared unos trazos verticales. Otros, irregulares, ondulan y llegan a ser serpentiformes. Trazos horizontales se cruzan con otros verticales.

Piedra con escena de un hombre atacado por un oso, procedente de Pechialet, Dordoña (Museo de Saint-Germain-en-Laye). No sólo son los animales los representados por los cazadores del Paleolítico, también lo son el hombre y las escenas de caza, con la silueta y la acción ejecutada de forma lateral.

Se podría pensar en grafías abstractas, pero no parece ser así. Más bien se constata como un frenesí en esos múltiples trazos digitales para guarnecer la pared, como manifestación de un horror hacia el vacío y la arcilla desnuda. Es el caso del niño psicótico que, para protegerse de los demás, se considera "encarcelado" con una profunda angustia y "atiborra" el vacío, multiplicando los grandes trazos circulares o el punteado sobre la hoja de papel. Este frenesí viene a ser reflejo de un temor, de una honda angustia. La humanidad cazadora es todavía infantil y sus condiciones de existencia resultan difíciles.

Bastón de mando hallado en la cueva del Pendo (Museo de Prehistoria y Arqueología, Santander). Tallado en hueso, en el bastón se perfila una cabeza de caballo con las orejas y el hocico bien destacado, además de otras figuras de animales y gran variedad de signos. Ha pasado a denominarse "el rey de los cetros paleolíticos". Son doce los bastones de mando que ha proporcionado esta cueva de Cantabria, una excepcional colección de arte mueble del magdaleniense. 



Una nueva etapa nace de estos rasgos. Primero al azar, luego, deliberadamente, el dedo esboza un perfil de animal, una línea dorsal, una doble cornamenta, y un zigzag evoca el trazo de las cuatro patas del bóvido. El grafismo zoomorfo se afirma, inspirado, evidentemente, en el ambiente de caza familiar. Los lógicos se inclinarían a ver el origen del arte en la escultura o el modelado. Estas técnicas delimitan mejor lo concreto. Las estatuillas o los contornos recortados sobre marfil de Dolni Vistonice, de Willendorf, los bloques en alto relieve de Laussel, y entre ellos, la célebre Venus del cuerno, se remontan alrededor del XIII milenio.

La grafía y el alto relieve pertenecen a unas mismas épocas, aunque los descubrimientos realizados son insuficientes para poder decidir sobre la anterioridad de una u otro. Estas formas de expresión duran largo tiempo. Rouffignac ofrecerá miles de metros cuadrados de trazos digitales del año 12000 aproximadamente, y la era de las estatuillas femeninas llegará hasta el tiempo contemporáneo, sin la menor interrupción. Estas experiencias en los orígenes figurativos determinan un "estilo arcaico" que sólo hasta más tarde, en especial hacia el 15000, no fructificará en el naturalismo de representaciones animales y en el expresionismo.

Queda por resolver el difícil problema del arte abstracto. ¿Tiene su origen en simplificaciones manuales o mentales, derivando hacia formas geométricas? Se puede seguir la evolución de una expresiva cabra montés de Lascaux, y de múltiples formas de transición hacia las cabras montés de colores planos y pequeño formato de Minateda, hasta que se desemboca en el esquema rígido, difícilmente reconocible, del último estilo de la Pileta: auténtica" decoración", en púas. En este caso, se trata de un estilo "abstracto derivado", surgido del naturalismo, a partir del XV milenio. De este modo, numerosos elementos abstractos no son más que el fruto de sucesivas deformaciones de motivos naturalistas.

Ejemplos pertinentes han sido aportados por el abate Breuil. El reciente descubrimiento de la inmensa gruta de Porto Badisco, en el golfo de Tarento, por el profesor Graziosi, ilustra esta evolución. De las líneas serpentiformes, se pasa a la espiral. De cuatro personajes, sentados ante un velador cuadrado, se obtiene una "cruz de Malta".

Paralelamente a este arte abstracto derivado, existe otro abstracto "puro", integral, compuesto únicamente por trazos no figurativos. Desde el 30000, en los costados de los bóvidos, como ocurre en Tarté (Alto Carona), se observan numerosas pequeñas entalladuras, cuidadosamente alineadas, herederas de las huellas de descarnación tan frecuentes en los restos óseos abandonados por el hombre de Neandertal. A partir de aquí, los trazos se ordenan en rayados paralelos, formando sombreados, ora en una dirección, ora en otra, que crean verdaderos cuadriculados o cruces. Cada vez son más frecuentes los motivos abstractos que no son resultado de una esquematización naturalista.

Hueso grabado con la figura de un caballo, procedente la cueva del Pendo (Museo de Prehistoria y Arqueología, Santander). Los utensilios hallados en la cueva presentan una gran perfección técnica y mucha variedad. El caballo fue representando de forma reiterada, constituyendo el tema favorito de sus artistas cazadores. La ocupación de la cueva del Pendo puede remontarse al Paleolítico inferior. En ella se sucedieron los períodos solutrense, magdaleniense y quizá el aziliense.

El yacimiento de Mezin, en Ucrania, se revela como un lugar de extraordinario interés para iluminar la génesis de este arte abstracto puro. Aunque los arqueólogos soviéticos atribuyeron al lugar una antigüedad de 25.000 años, estudios más recientes lo sitúan entre 15.000 y 14.000. Este período, en torno al 15000, parece de considerable importancia, al producirse un auténtico "hervidero"intelectual y artístico, resultado del desarrollo demográfico de los pueblos cazadores y de la multiplicación de los contactos humanos.

En Mezin, lugar de un campamento de cazadores de mamuts, abundan las decoraciones abstractas, grabadas sobre hueso o marfil. Estas decoraciones adornan brazaletes obtenidos de los colmillos de mamut. Los más simples tienen rayados oblicuos y paralelos. Las mujeres llevaban dos o más brazaletes y del contacto entre dos brazaletes decorados con rayas oblicuas en sentidos opuestos, nace el denticulado. El denticulado, a su vez, adorna los brazaletes. Estas alineaciones de denticulados paralelos coinciden en el ángulo agudo y forman unas "X".

Con los ángulos obtusos, forman rombos. A partir de un rombo central, forman ordenadamente dos largos frisos de denticulados, rigurosamente paralelos. Podemos seguir muy bien esas etapas de formación a través de brazaletes enteros y sus fragmentos. Y llega el "día fausto", según expresión del profesor Pittard, en que el artista de Mezin ya no dispone los denticulados siguiendo el eje del brazalete, sino perpendicularmente a él. Tres, cuatro forman un motivo bien conocido, que se va repitiendo. En un segundo brazalete, los denticulados quedan invertidos ... y en este preciso instante sobreviene el milagroso azar.

Este azar que tantas veces ha intervenido en favor de la humanidad para proporcionarle el canto rodado astillado, el fuego, el primer rasgo figurativo en el que el hombre vio finalmente una imagen ... la tapadera de Papin, la manzana de Newton, el moho de sir Fleming. En la muñeca de la elegante compañera de los cazadores de mamuts, en esta muñeca adornada con dos brazaletes decorados con denticulados se ha producido un salt ... Y aparece una maravillosa deco ración geométrica, una decoración de "meandro", una auténtica "greca" anticipada, extremadamente elaborada, con total independencia del naturalismo.

Esta nueva decoración quedará transcrita en una magnífica diadema-brazalete de 60 milímetros de altura, obra maestra de la orfebrería marfileña. Aún en Mezin, dos mandíbulas y un omóplato de mamut presentan admirables dibujos en rojo, con unas series de denticulados superpuestos. Se trata de unos de los pocos huesos pintados que han llegado hasta nosotros, y ponen en evidencia la estrecha relación existente entre el grabado y la pintura, así como la importancia de los soportes de difícil conservación.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

Los orígenes de la pintura

Hablar de los orígenes de la pintura supone hablar del porqué del arte, de cómo se origina. Parece ser, pues, que ha de buscarse en el momento en que nuestros antepasados empezaron a concebir sus objetos o su vida con una intención más allá de la funcionalidad. Desde el descubrimiento de las primeras muestras de este arte en Altamira hasta la actualidad, se han realizado numerosos descubrimientos que han ayudado a configurar un cierto esquema histórico y artístico para el estudio de esta pintura, cierto, pero también para enfatizar su relatividad.

Fundamentalmente, en el momento de estudiar este tema, se suele reducir al ámbito europeo -prácticamente, todo el continente- y mediterráneo, a pesar de existir otras zonas tan interesantes, como el caso de las pinturas halladas en Argelia, en Tassilin-Azyer. No obstante, suele ser el arte reunido en la zona de la cuenca cantábrica y del sur de Francia la que más ha atraído la atención de arqueólogos e historiadores.

Relieve sobre piedra de una yegua y un búfalo, fechado en el Paleolítico, procedente de Le Roc-de-Sens. El solutrense que podría denominarse "clásico" se extendió por Francia, Gran Bretaña, Portugal y el norte de España. El origen africano, o el origen en la Europa occidental son las teorías que se manejan para cifrar el antecedente del mismo. La cortedad de las patas y la cabeza pequeña eran características del solutrense inferior.

Es difícil establecer una cronología para un abanico temporal tan amplio. Más que los habituales Paleolítico, Mesolítico y Neolítico, en el campo de la Historia -o "Prehistoria"- del Arte se suele hablar de términos como auriñaciense y magdalaniense, fijados por el abate francés H. Breuil. Con ellos se refería a dos de las grandes zonas y épocas del período paleolítico (a lo que habría que añadir el término de arte esquemático levantino, ya en época neolítica, como se puede ver en la Cueva de la Cocina, en Valencia). Así pues, las primeras pinturas aparecen en el Paleolítico superior tardío, hace unos 25.000 años, sobre todo en Francia, en España y en los Urales.

Para establecer estas dataciones, se han usado diferentes medios, como la estratigraficación. Pero como la gran parte de las muestras pictóricas prehistóricas es de tipo parietal, se han de señalar otros medios más efectivos como el estudio de las superposiciones -de unos dibujos sobre otros-; por la comparación entre las diversas manifestaciones pictóricas de la época en los más variados soportes; así como a la comparación de los animales representados; o el análisis de los restos orgánicos -que pue dan estar presentes en las superficies pintadas o en los pigmentos usados para su realización-.

Relieve que representa a un carnero, del período solutrense procedente de Le Roc-de-Sens en Charente (Francia). El solutrense, representado especialmente en el suroeste de Francia y en España, se sitúa (18000-15000 a.C.) entre el perigordiense y el magdaleniense, y se caracteriza por el preciso retoque de sus creacione 

De todas maneras, el método que revolucionó todos los anteriores y que permitió una gran exactitud para lograr fechar las piezas fue el carbono 14, que apareció en la década de 1950.

Como ya se ha señalado anteriormente, la pintura prehistórica se realizó fundamentalmente sobre la pared de las cuevas o rocas sobresalientes donde se cobijaba el hombre nómada del Paleolítico. Es por este motivo que recibe el nombre de arte rupestre. No obstante, otras muestras no tan espectaculares de pintura se hallan en objetos, exentos, pequeños y de fácil manejo, sobre hueso o piedra (arte mobiliar).

Figura de un hombre león perteneciente al período auriñaciense. Esta escultura de marfil tiene 29,6 centímetros de alto y fue hallada en la cueva Stadel, cerca de Ulm (Alemania), en 1939, siendo restaurado hacia 1997. Su antigüedad es de 32.000 años. Representa un híbrido entre el hombre y el león y fue tallada utilizando un cuchillo de piedra. Que en la misma  región fuera hallado otro ejemplar puede hacer suponer que estas creaciones formaban parte de la mitología del hombre en esa zona y esas fechas. 

Fundamentalmente, destacan tres zonas al respecto: la península Ibérica, el centro y sur de Francia, y el sur de la península Itálica, siendo la zona francocantábrica donde se halla el mayor número de cuevas conocidas - y de mayor calidad-, lo que ha llevado a muchos a simplificar el arte de este período con la denominación de" arte francocantábrico". Aparte de las famosas (y magistrales) pinturas halladas en Altamira, en esta área pueden subrayarse las existentes en Castillo, Lascaux o Niaux, que ofrecen el mismo interés.

Pinturas rupestres en la cueva de Lascaux. La escena compone una manada de animales. La cueva de Lascaux está considerada como la más importante entre las que contienen pinturas rupestres. Los animales representados son bisontes, vacas, caballos, toros ... En la antesala algunas de sus figuras miden más de cinco metros de largo.

Sean de donde sean, siempre se repiten unos mismos motivos en este tipo de grutas. Es el caso de una iconografía zoomorfa, con animales como ciervos, toros, cabras, carneros, mamuts, incluso algún pájaro y pez, aunque los más representados eran los caballos y los bisontes. En general, tenían algún tipo de relación con la caza. Y también pueden incluirse aquí a otros animales no reales o pertenecientes a especies conocidas, híbridos, como el famoso licornio que decora parte de la cueva de Lascaux.

El conjunto de Lascaux en Dordoña. Una de sus particularidades es la incorporación de diferentes colores, además del negro y el rojo característicos del Paleolítico. Destacan el amarillo, el ocre, el pardo y el carmesí. Cabe destacar el extraordinario movimiento con que están representados. En la imagen se observa la plasmación de animales frecuentemente representados en el arte paleolítico, como es el caso del caballo. 

Aparte de los animales, otros temas que aparecen representados son signos (geométricos o no), a veces interpretados como esquematizaciones de objetos reales (armas, escudos, cabañas ...), en otras como símbolos sexuales masculinos y femeninos (vulvas, falos), pero en algunos casos resistiéndose aún a una clasificación en relación a un modelo naturalista. De hecho, el arte prehistórico osciló siempre -como un claro preludio de lo que sería el resto de la historia del arte- entre la figuración y la abstracción.

Fragmento de las famosas pinturas rupestres de la cueva de Lascaux, en Dordoña que, por su estilo, representan el apogeo de la escuela del Périgord. Este toro negro mide en total unos tres metros. Delante del hocico tiene un signo dentado y la silueta inconfundible de un caballo. Obsérvese la "perspectiva retorcida": el animal está de perfil, pero los cuernos aparecen de frente. Su expresionismo consigue gran tensión. Cronológicamente, se sitúa en el magdaleniense medio.

Pintura de la cueva de Lascaux (Dordoña, Francia), en la que se advierte la utilización de la típica perspectiva tordue (retorcida): los ciervos, de perfil, muestran los cuernos girados para que ambas puntas puedan ser vistas por el espectador. La cueva de Lascaux es un ejemplo de la perfección y la finura del arte magdaleniense.

El último gran tema iconográfico es el de la figura humana, tanto hombres como mujeres. No obstante, pueden señalarse la peculiaridad de la presencia de las manos, tanto en negativo como en positivo, de las que la mayoría son de niños y mujeres. Algunas aparecen como mutiladas, sin alguna de las falanges o incluso sin dedos; aún hoy en día se desconoce el porqué de esta situación. Otro grupo curioso de imágenes lo constituye el de figuras antropomorfas que parecen representar a "chamanes", de los que se hablará más adelante. Con todo, en muchos casos no constituyen escenas narrativas, sino simplemente son imágenes superpuestas.

Bisonte herido de la cueva de Lascaux (Dordoña). Una de las escenas más curiosas y conocidas de la cueva de Lascaux es la de un bisonte herido por una lanza y destripado, mientras carga contra la figura humana representada en la parte inferior, trazada de una forma esquemática. A la izquierda, un rinoceronte se aleja. Situado en el lugar más profundo de la caverna, el Pozo, cabe hablar de una representación esencialmente alegórica, quedando todavía hoy a oscuras su verdadero significado. 

Cabra montés, pintura de la cueva de Lascaux (Dordoña, Francia). Es uno de los animales más representados en estacueva. Con formas esquemáticas, recuerda que la caza era especializada y que estos animales eran los preferidos por los cazadores de la época.

En cuanto al aspecto técnico de estas pinturas, se realizaban con materiales de tierras o minerales mezclados con alguna clase de material aglutinante (agua, resina ...). El resultado es que la mayoría de estas imágenes presentan una tonalidad negra y/o rojiza, colores aplicados mediante el uso de un pincel, o incluso con los dedos. Estos pigmentos a veces se empleaban con la intención de crear los perfiles del animal a representar, pero en otras ocasiones se pintaba también el interior, de forma plana o con modelado, o incluso se raspaba o se usaba el grabado. Este grabado se conseguía mediante el uso de algún instrumento punzante.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat

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