En 1886 Paul Cézanne rompió la
profunda amistad que lo unía al escritor naturalista Émile Zola al encontrarse
representado con el personaje de un pintor fracasado en su novela L’Oeuvre. Ese
mismo año, Cézanne heredó la fortuna de su padre y consiguió al fin su
independencia económica. Permaneció, sin embargo, aislado de la sociedad y fijó
su residencia en el mediodía francés. El aislamiento y la concentración, así
como la singularidad de su búsqueda, fueron quizás los responsables de la
increíble evolución que experimentó el estilo del pintor durante los años
siguientes.
Cézanne realizó el cuadro entre
los años 1898 y 1905. El de las bañistas es un tema en el que Cézanne trabajó a
menudo y Les Grandes Baigneuses representa,
quizás, el conjunto de las expectativas pictóricas del artista, y es
considerada su obra emblemática. En ella, el artista recupera uno de los
grandes temas mitológicos y clásicos de la pintura de los siglos XVII y XVIII
para despojarlo de toda alegoría a través de su técnica.
Los ricos azules que dominan las
armonías cromáticas de esta pintura evocan el color presente en la atmósfera
mediterránea sin describir concretamente ningún paisaje. Las figuras se
encuentran compuestas a base de contrastes entre colores cálidos y fríos:
azules en las formas que se alejan y pierden de vista, y rosas, naranjas y
amarillos en las que se aproximan al espectador.
El pintor no ha utilizado la
caída de la luz para constituir las formas, sino que ha creado la sensación
lumínica a través de la sombra que arrojan las piernas de las dos bañistas
sentadas a derecha e izquierda. El influjo de la luz se encuentra en las partes
menos recargadas, las más próximas al espectador, dejando que la base brille a
través de la pintura; las zonas más alejadas y sombrías son las más densamente
pintadas.
Los azules intensos de los
contornos que rodean las figuras, crean un relieve físico que contradice la
recesión, pero producen a la vez una ilusión que tiene el efecto de realzarla.
Como podemos observar, Cézanne ha prescindido de la perspectiva lineal y el
claroscuro, alcanzando mediante el color una superposición rítmica de planos
geométricos, lo cual puede interpretarse como un anuncio del cubismo.
En cuanto a la composición, nos
encontramos frente a una clara construcción piramidal que sugiere solidez,
donde los cuerpos de los personajes han sido deshumanizados como si se tratara
de naturalezas muertas. Cézanne reconstruye los cuerpos y los deforma. La
morfología de las mujeres sigue las líneas de la vegetación y se somete a un
proceso de abstracción que consigue establecer un estado de osmosis con
respecto al paisaje.
Un detalle a tener en cuenta es
la representación incompleta de un perro, acariciado por una de las bañistas,
junto a la sutil presencia de una naturaleza muerta en el primer plano.
En esta pintura, Cézanne, logra
una espléndida integración de la figura en la naturaleza, una de sus
principales obsesiones, y abre las puertas a la disolución de formas que
experimentará la pintura en el futuro. El óleo, de 127 x 196 cm., se encuentra
en la National Gallery, Londres.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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