Descendiente de una familia de la
aristocracia francesa, Henri de Toulouse-Lautrec encontró el tema de sus
pinturas en la vida nocturna de Montmartre, donde tuvo su estudio durante trece
años. El oficio lo había aprendido primero en casa de León Bonnat y,
posteriormente, en la de Fréderic Cormon, donde conoció a Van Gogh y al artista
Louis Anquetin. Su encuentro con este último lo introdujo en el círculo de
personas que frecuentaba el café-cabaret “Le Mirliton”, situado precisamente en
Montmartre. Desde entonces, Toulouse-Lautrec trabajó con regularidad en los
cafés de este barrio parisino, dibujando apuntes de amigos, artistas,
bailarinas, prostitutas y cortesanas. Conoció a la joven retratada en La inglesa del “Star” (L’Anglaise du Le Havre) en un bar; ella
era bailarina, aunque en esta ocasión no de Montmartre.
Después de una estancia
involuntaria por problemas de alcoholismo en el hospital psiquiátrico de
Neuilly, cerca de París, el artista decidió partir de viaje en compañía de un
pariente lejano que oficiaba como su tutor por prescripción médica. Habían
pasado juntos unos días en Albi y se encontraban en una taberna inglesa en el
puerto de El Havre, esperando zarpar a Bordeaux, cuando Toulouse-Lautrec
conoció a Miss Dolly, una camarera, bailarina y animadora del bar que lo sedujo
inmediatamente.
El artista realizó, incluso,
varios retratos de la muchacha allí mismo. Este en particular, donde la joven
inglesa aparece ocupando prácticamente todo el plano de la composición, ha sido
motivo de numerosos estudios por la relación que guarda con el expresionismo.
Con pinceladas precisas y sueltas, que no presentan huellas de su reciente
crisis, reproduce con inmensa maestría la sonrisa de la jovial modelo. Los
bucles rubios sobre un fondo de planos geométricos que, por otro lado, anuncian
la llegada del cubismo, enmarcan la seductora expresión, plena de inteligencia,
de Miss Dolly, restando importancia a toda referencia espacial.
El colorido de la composición es
realmente exquisito. Tonos rosa muy delicados en medio del azul del traje y el
amarillo naranja del cabello. Los tonos verdes de la blusa se repiten en el
fondo mezclándose con azules suaves. El óleo, muy disuelto y fino, ha sido
aplicado en líneas, como si se tratara de un dibujo. La pintura que por
momentos parece un mosaico de manchas y rayas, produce en el espectador un
impacto más fresco y vivaz que su dibujo preliminar realizado con lápiz.
El color se manifiesta sobre la
importancia de las líneas, y el artista ha seleccionado las tonalidades más
vivas de la composición para representar el personaje. La luz de la vidriera
que se encuentra al fondo a la izquierda, se destaca, sin embargo, en el rostro
pleno de la joven, cuya personalidad, desde el centro mismo del lienzo, domina
por completo la obra.
Se conservan varias piezas que
tienen a Mis Dolly como protagonista. Este pequeño óleo pintado sobre madera de
tilo en 1899 mide 41 x 33 cm. y está considerado una obra maestra del arte del
retrato. Se encuentra en el Musée Toulouse-Lautrec, en Albi.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.