Punto al Arte: La estética de la máquina

La estética de la máquina

La llamada "revolución industrial", que se puede situar hacia finales del siglo XVIII, constituye el punto de partida en este campo. Desde su aparición, la máquina provoca un fenómeno decisivo en la historia del arte moderno, que consiste en la transformación de la producción artesana en industrial y en el nacimiento de una nueva clase trabajadora. Este fenómeno fue particularmente evidente en Inglaterra, donde la investigación tecnológica se orientó hacia fines eminentemente prácticos, iniciando la producción industrial de todo tipo de productos, incluso los tradicionalmente artesanos, como es el caso de las famosas cerámicas Wedgwood.

Pionera de la revolución industrial, la Inglaterra victoriana supo formular principios teórico-prácticos al reto que imponía la máquina a la estética tradicional de tipo artesanal. Intelectuales, artistas y responsables del gobierno y el comercio se preocuparan a lo largo del siglo XIX por los efectos negativos de la revolución industrial y la pérdida de la armonía estética y social que conllevaba la irrupción de la máquina. Los esfuerzos reformistas en este campo fueron notorios; era necesario definir unos principios rectores del diseño industrial que acabaran con el caos estético existente y devolvieran la dignidad a los objetos producidos por las máquinas. Fue éste, por otra parte, el período que contempló las primeras grandes construcciones de ingeniería, verdaderas precursoras de los principios que más tarde inspiraron la arquitectura y el diseño moderno. Las Halles Centrales en París, las Oriol Chambers en Liverpool, el Cristal Palace de Paxton en Londres y, más tarde, la Torre Eiffel en París, son algunas de las construcciones que se pueden considerar precursoras de la nueva estética industrial contraria al eclecticismo decimonónico. Al igual que este tipo de arquitectura, los productos industriales de gran complejidad técnica, inaccesibles al diseño de los artistas, ofrecen más ejemplos de la situación ambivalente de los criterios estético-funcionales del siglo XIX.  


Butaca de Otto Wagner (Colección particular). Mueble creado en 1902 por este innovador e influyente arquitecto austriaco que propulsó y lideró el movimiento Sezession vienesa en contra del clasicismo de la Academia. Una de sus facetas creativas fue el diseño de mobiliario, como éste, realizado en madera de haya teñida con asiento tapizado y accesorios metálicos. 

Pero ésta no fue una postura compartida por toda la arquitectura y la producción industrial de finales de siglo. En un primer momento, la arquitectura, aun adoptando los nuevos materiales y el esqueleto metálico, los revistió de paramentos y de ladrillo, casi para" ocultar" la vergüenza de estos nuevos métodos de construcción, y, a la par, los primeros objetos creados por la máquina, las primeras máquinas de uso doméstico, como las de coser, se revistieron de ornamentos disfrazando su cualidad de objetos mecanizados.

Las teorías de la "forma esencial", del" utilitarismo", definidas por el grupo de Henry Cale y de William Morris en Inglaterra, consiguieron con el arquitecto alemán Gottfried Semper (1803-1879) sistematizarse de manera clara articulando una auténtica filosofía de la producción industrial. Sus teorías sobre la forma esencial tendrían una gran influencia en las ideas racionalistas de principios del siglo XX y fueron decisivas para la aceptación de la nueva" estética de la máquina".


Servicio de té de Josef Hoffmann (Lucie Rie, Londres). Este juego diseñado en 1905, es un ejemplo del estilo modernista al que se adhirió este arquitecto austriaco involucrado en el movimiento Sezession vienés. Elaborado en plata dorada, este juego demuestra el interés del autor por la relación entre la artesanía y el proyecto, y es el resultado de la influencia de los Wiener Werkstatte, talleres vieneses que Josef Hoffmann contribuyó a crear en 1903, y que ejercieron una gran influencia en el diseño industrial del siglo XX.  


Armario de la "Princesa Encantada" de Kolo Moser (Colección particular). Diseñado hacia 1900, este mueble fue realizado con diversas maderas, cristal y cobre niquelado. Su autor estuvo vinculado con el movimiento Sezession vienés y con los talleres Wiener Werkstatte de Josef Hoffmann, que buscaban nuevas líneas de expresión en el arte del diseño industrial. 

El art nouveau estuvo a caballo entre dos siglos y ganó su propia batalla contra la dicotomía "ornamento-forma esencial", aportando nuevos elementos para la creación de una futura estética genuinamente industrial por su dignificación del objeto y el rechazo a las imitaciones de modelos historicistas. En especial, el modernismo vienés supo en su audacia creativa integrar los valores ornamentales a la esencia estructural de la forma siguiendo el ejemplo del arquitecto escocés Charles Rennie Mackintosh (1869-1928). La Sezession vienesa simplificó las formas de los productos artesanales siguiendo una concepción compositiva armoniosa, lineal y geométrica, que serviría más tarde para definir el nuevo vocabulario formal del diseño industrial. 

La obra y teorías de Otto Wagner (1841-1918), Koloman Moser (1868-1918), Josef Hoffmann (1870-1956) y, en especial, Adolf Loas (1870-1933), ilustran este capítulo clave para la paternidad del posterior Movimiento Moderno.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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