La arquitectura de la Escuela de
Chicago, expresión que define un conjunto de obras que configuraron en los
últimos años del siglo XIX el centro administrativo de esta ciudad, representa
uno de los avances más decisivos hacia la arquitectura racionalista, superando
incluso sus propias reminiscencias eclécticas de carácter decimonónico. Pese a
la variada personalidad de sus autores, estos edificios fueron concebidos con
una mentalidad libre de prejuicios, basada en la búsqueda de nuevas soluciones
funcionales para conseguir el máximo aprovechamiento del suelo edificable y la
utilización de los polifuncionales espacios interiores, definiendo con ello la
nueva tipología de los rascacielos que unos años más tarde configurarán la
nueva fisonomía de las grandes ciudades.
⇨ Monadnock Building de Chicago, de Burnham y Root. En 1871 un pavoroso incendio devastó Chicago. La tragedia impuso la necesidad de reconstruir una ciudad que carecía de tradición arquitectónica. A este hecho se sumó la ignorancia de los estilos del pasado y también de los más recientes. Sin embargo, estas carencias abrieron un amplio horizonte creativo a los arquitectos que conformaron la llamada Escuela de Chicago, cuyas realizaciones significaron un espectacular salto en la concepción de una nueva arquitectura urbana.
Los arquitectos de la Escuela de
Chicago, en el preciso momento que el modernismo europeo producía sus obras más
brillantes, iniciaron en el ámbito industrial avanzado de los Estados Unidos la
negación del sistema formal imperante durante el siglo XIX desde los
historicismos al modernismo. Zanjaron las incertidumbres estilísticas de todo
un siglo proyectando con visión de futuro una arquitectura nueva de espíritu
funcionalista, acorde con el ritmo de los tiempos y las necesidades de los
nuevos habitantes de las grandes metrópolis.
Reliance Building, en Chicago, de Burnham y Root. Iniciado en 18 90, se construyó con una altura de cinco plantas a las que se añadieron años más tarde otras diez. Puede considerarse uno de los edificios más significativos de la Escuela de Chicago y el punto de partida de la corriente "estructuralista". Revestida de vidrio y terracota de color claro, esta torre repite sin alteración alguna el motivo de las ventanas corridas y las bandas decoradas a lo largo de toda su superficie.
En 1892 Sullivan había escrito ya en su artículo El ornamento en arquitectura: “Sería de desear que durante unos años renunciáramos por completo a todo ornamento, de tal modo que pudiésemos concentrar nuestro pensamiento en la construcción de edificios que sean agradables en su desnudez.”El pensamiento de este arquitecto y el conjunto de las obras realizadas en Chicago durante los últimos años del siglo, iban a influir profundamente en los europeos que la visitaron, a la cabeza de los cuales se encontraba un adoctrinado de la arquitectura moderna, Adolf Loos, uno de los principales críticos del formalismo, de una manera de hacer entregada al decorativismo, carente de toda racionalidad técnica, económica o social y puesta al servicio, en cambio, del esteticismo de la clase aristocrática. El debate entre el pasado y el futuro apuntaba ahora de manera clara hacia una racional interpretación del progreso; Chicago sería uno de los escenarios de tal episodio y la cimentación de la verdadera sociedad contemporánea.
Entrada del Rookery Building en Chicago, de Burnham y Root. Encuadrado dentro de la tendencia estructuralista de la Escuela de Chicago, este edificio ejemplifica la eficacia con que algunos arquitectos emplearon materiales como el hierro y el ladrillo o la mampostería para conferir mayor seguridad a las estructuras de los edificios sin desdeñar los elementos ornamentales, en los que aún se observan huellas historicistas.
El intenso desarrollo económico
que vivió Chicago tras la guerra civil (1861-1865) fue consecuencia de su
privilegiada situación geográfica; no en vano era un centro de comunicaciones
que unía la costa Este con el rico Oeste americano en plena expansión. La
elaboración de un lenguaje apropiado a las nuevas necesidades de la ciudad,
centro de gran actividad comercial y económica, fue el objetivo de sus
arquitectos. El Reliance Building, iniciado en 1890 por Burnham y Root, con una
altura inicial de cinco plantas que más tarde se amplió a diez, puede
considerarse uno de los edificios más significativos de esta escuela
arquitectónica y el punto de partida de la corriente “estructuralista”.
Leiter II Building de Chicago, de William Le Baron Jenney. La solidez de este edificio, actual sede del One Congress Center, y el tramado abierto de sus muros le confieren un efecto coherente y majestuoso, en la línea más estructuralista de los edificios comerciales de la Escuela de Chicago. Gracias al nuevo sistema Le Baron Jenney pudo superar muchas de las limitaClones constructivas existentes hasta entonces en los grandes rascacielos.
La unión de una armazón metálica
con el ladrillo o mampostería hizo los nuevos edificios de la asolada dudad de
Chicago, arrasada por un incendio en 1871, más resistentes al fuego. Este
principio constructivo se convirtió en un hallazgo estructural y plástico para
la nueva arquitectura comercial; el Roockery Building, de Burnham y Root, o el
Sears, Roebuck & Co. Building, de William Le Barón Jenney, son diferentes
ejemplos de construcciones comerciales de este tipo. Aun a pesar de que algunos
de estos edificios interpretan en su exterior un estilo de traza historicista
(uso de almohadillado, gruesas columnas, arcadas que enmascaran el verdadero
alzado de sus plantas, etc.), los arquitectos e ingenieros que los construían
interpretaban necesidades redescubriendo las formas más racionales de la
arquitectura del pasado.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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