Pero el château por excelencia, el palacio que resume las características
del clasicismo francés del Grand Siècle,
con su ingrediente de potencia escenográfica barroca, era el que fue construido
en Versalles, lugar sin tradición de residencia real cuando Luis XIII compró
aquellas tierras. Allí se hizo construir aquel palacio campestre, de ladrillo,
que está englobado todavía hoy en el centro del gran edificio, formando el
pequeño patio llamado la Cour de Marbre.
Este primer castillo de Luis XIII
no era una gran residencia, pero el rey lo tenía en mucha estima. Y ya en su
juventud, Luis XIV se aficionó también a Versalles. Este rey no cesaba de
proyectar mejoras y ampliaciones, discutía los planos, y estimulaba la
diligencia de los constructores con notas marginales puestas en las memorias
que le daban cuenta del estado de las obras.
Colbert, al principio, opuso resistencia
a ese capricho del monarca, e incluso le escribió una carta en la que, entre
muy comprensibles exageradas muestras de sumisión, le intentaba convencer de
que, para bien de su gloria real, le dejara seguir con sus planes. El rey, sin
embargo, no le hizo el menor caso.
Primero Le Vau añadió dos alas al
palacio de Luis XIII, dejando en el centro el antiguo patio. Versalles, pues,
creció alrededor de ese patio central primitivo: la Cour de Marbre. Las alas de Le Va u fueron prolongadas hacia el
jardín, y entre ellas quedaba una terraza; allí construyó Jules Hardouin
Mansart una crujía, que es la que aloja el Salón de los Espejos. Ello ha
destruido la fachada al jardín que había levantado Le Vau en 1660 y años
siguientes. Por lo que puede verse en las fachadas laterales, Le Vau había
realizado una obra muy "clásica", con una gran sensibilidad por lo
grandioso. Jules Hardouin Mansart, a partir de 1678, además del Salón de los
Espejos, añadió las dos alas gigantescas del Norte y del Sur, y la capilla en la
que sorprende su gran elevación interior. Posteriormente, nuevas depenciencias
fueron añadidas al palacio, a mediados del siglo XVIII, por Gabriel, hasta que
en 1756 adquirió su aspecto definitivo.
Bajo Luis XIV André Le Nôtre
trazó los jardines de Versalles. Aquel palacio, por el lado de poniente, que es
donde se extiende la fachada que da a los jardines, resulta más elevado que el
terreno que lo circunda, y esto obligó a disponer escalinatas que descienden
pomposamente al plano del jardín. Una ancha avenida, bordeada de árboles,
permite extender la vista hasta el horizonte y, por aquel lado, el crepúsculo
deslumbra los ojos con un espectáculo natural de incomparable belleza. Ocupa el
centro de aquella amplia avenida, en toda su extensión, un gran estanque, el Grand Bassin. Orientado exactamente
hacia el Oeste, el Sol se pone cada tarde en su extremo, tiñéndolo de rojo y
oro, para ofrecer a Luis XIV, "el Rey Sol", una imagen gloriosa de su
propio apelativo. El racionalismo y la dureza clásica que hay en la poesía de
Boileau, en la teología de Bossuet y en el teatro de Racine, se encuentran
también en la geometría fría y perfecta de estos jardines de Le Nôtre.
Grand Trianon de Jules Hardouin Mansart (parque del palacio de Versalles, París). Éste capricho regio que Luis XIV encargó a su arquitecto es, sin lugar a dudas, el más bello de los palacetes que ornan el parque del palacio de Versalles.
Las fuentes que rodean el mismo
palacio suelen tener formas arquitectónicas. Muchas de ellas están adornadas
con estatuas. A ambos lados se extiende el gran parque, poblado también de
esculturas, con bosquecillos mitológicos, laberintos, ménageries y otros lugares de esparcimiento, y jeux d'eau o cascadas.
El elemento más extraordinario
que se encuentra en estos jardines es el Grand
Trianon. Aunque Luis XIV amaba el ceremonial complicadísimo de la corte y
las grandes recepciones, deseaba un lugar retirado para descansar entre los más
íntimos. Esta necesidad originó el palacete conocido como el Grand Trianon, para distinguirlo del
"Petit Trianon" que Gabriel construyó para Luis XV. El Trianon de
Luis XIV, conservado intacto, fue levantado según planos de Jules Hardouin
Mansart y con extraordinaria rapidez (1687 -1688). Carece de piso alto, y es
una construcción de una sola planta dividida en dos pabellones a los que une
una graciosa columnata abierta. Jules Hardouin Mansart utilizó en las fachadas
columnas de mármol aparejadas y ventanas de proporciones esbeltas con molduras
tan finas que parecen talladas y cinceladas en marfil.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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