Jorge III ascendió al trono de
Inglaterra en una época especialmente complicada para Europa, cuando se estaba
gestando la futura
Revolución francesa que habría de suponer el principio del
fin de la Europa de los absolutismos. Nieto de Jorge II, su reinado se
caracterizará por un intento de recuperar parte del poder que los monarcas
predecesores habían ido cediendo al Parlamento, uno de los más fuertes de todo
el Viejo Continente, y por la pérdida de las colonias de Norteamérica, debido,
entre otros motivos, a su falta de tacto para tratar los problemas que habían
surgido en las posesiones allende los mares.
Como ya hemos señalado, Jorge III
tenía gran inclinación por ser retratado a poder ser por los mejores pintores
de su tiempo. Ello es una muestra de su deseo de convertirse en un monarca que
si bien no era absolutista como sus "colegas" franceses sí que estaba
dispuesto a ejercer su soberanía de forma muy personal. Para ello, creó un
nuevo partido, los Amigos del Rey, que, como su nombre indica, había de serle
especialmente afín y le ayudaría a anular, en cierto modo, al potente partido
los tories.
Otro síntoma de su deseo de
acumular en sus manos el máximo de poder es su clara desidia por los asuntos
europeos, pues toda su política estaba centrada en controlar los asuntos
internos que amenazaban su autoridad. Por todo lo dicho, sorprende que un rey
que quiso mantener un rígido control se enajenara mentalmente y finalmente
fuera destituido, justo un año antes del estallido de la Revolución francesa.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.