Al hablar del arte escultórico de
los mayas, debe recalcarse la diferencia fundamental que presenta, en el área
central por una parte y en el norte de Yucatán por otra. Mientras que, en El
Petén, la región del río Motagua y la cuenca del Usumacinta, la escultura
representa más a los hombres que a los dioses, a seres que seguramente
existieron y no a conceptos religiosos, abstractos o personalizados, por el
contrario la escultura clásica del área septentrional es esencialmente
religiosa, y son las deidades -casi podríamos decir una única deidad, Chac,
numen de la lluvia- o símbolos que en forma abstracta las sugieren, los
principales motivos esculpidos. Mientras que en las grandes ciudades del centro
-Tikal, Uaxactún, Copan, Quiligua, Yaxchilán, Piedras Negras, Bonampak, Palenque,
Comalcalco, etc.- las manifestaciones escultóricas se presentan
individualmente, en estelas, dinteles y tableros, en Yucatán la escultura es
arquitectónica y cubre los frisos de las fachadas.
⇨ Creador del mundo (Colección privada). El demiurgo representado en este icono religioso de cerámica se sostiene sobre el caparazón de una gran tortuga que lo transporta. El simbolismo del artefacto ritual responde al lento pero seguro proceso de construcción de toda la realidad. Parapetado por un abigarrado dosel, el dios mira al frente coronado y vestido con un fajín con flecos y una mano firme hacia delante, para abrirse camino con paso firme.
El carácter histórico de estas
representaciones ha sido confirmado en las últimas décadas por las
investigaciones epigráficas, y podemos asegurar ahora que el texto jeroglífico
que acompaña a los personajes expone datos de sus vidas, sus nombres, títulos,
fechas de nacimiento y muerte, hechos principales de su reinado, nombres de
parientes y sucesores.
En las tierras secas de Yucatán,
en que la vida dependía de la benevolencia de Chac, proveedor de la lluvia, fue
necesario rendirle permanente homenaje, demostrarle la devoción de la población
por su culto, cubriendo las fachadas con su máscara y restándoles importancia a
los hombres, aun a los dirigentes, los que raramente fueron representados en
los monumentos yucatecos. La llegada de los toltecas respetó al todopoderoso e
indispensable Chac, pero lo obligó a convivir en las fachadas con Quetzalcóatl,
llamado Kukulcan en maya, con Tezcatlipoca, con Tlalchitonatiuh, con símbolos
venusinos, con innumerables guerreros toltecas, con múltiples representaciones
de conceptos y escenas rituales propias del centro de México.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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