Retrato de René Descartes de Frans Hals (Musée
du Louvre, París).
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En una sesión memorable de la
Academia Francesa, en 1687, Charles Perrault leyó su poema Le Siècle de Louis le Grand, que fue clamorosamente acogido; la misma
pluma que escribiría La Cenicienta cantaba
en aquel poema las glorias del siglo XVIII. Por su gobierno, personal Luis XIV
se identificó con el Estado, hasta el punto de afirmar "El Estado soy
yo".
Siendo el arte una fuerza activa,
sentía el deber de dirigirlo también desde el trono. Así, se organizan las
Academias para dirigir el desarrollo literario y artístico: la Academia
Francesa es fundada en 1635, las academias de Pintura y de Escultura en 1648 y
son reorganizadas en 1664, la Academia de Arquitectura en 1665. Es, pues, el
arte oficial francés de aquella época un arte "dirigido", al que se
pretendió dar, para mayor lustre, una dirección enteramente
"clásica".
El adjetivo de
"clásico" no deja de ser ambiguo, aunque es evidente que en el arte
francés del SIglo XVII se aprecia una resistencia al Barroco europeo y a sus
valores de fantasía, retórica y exaltación sentimental. Francia levanta en esta
época un estilo monumental y de una gran lucidez racional, paralelo al
pensamiento cartesiano que se desarrolla en esta misma época (el Discours de la méthode de Descartes fue
publicado en 1637). Sobre todo, durante la segunda mitad del siglo XVII, en que
-bajo el reinado de Luis XIV- el Estado sustituye a la Iglesia, la figura del
rey se convierte en origen de toda autoridad y el orden político centralizado
se ve reflejado en las formas artísticas.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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