La escuela artística unitaria que
había florecido en los antiguos Países Bajos durante el siglo XV terminó
dividiéndose en dos escuelas cada vez más divergentes: la flamenca y la
holandesa. Durante el siglo XVI participaban todavía indistintamente en la
pintura de aquella región de Europa maestros nacidos en Flandes con otros
oriundos de las provincias neerlandesas del Norte. La penetración de la cultura
humanística y la influencia italiana que había determinado la aparición de la
tendencia "romanista" y, más tarde, la del manierismo, se produjo
simultáneamente en una y otra zonas del país.
La escisión artística que se estudiará ahora fue promovida por acontecimientos político-religiosos. En el año 1564 estallaba en todo el país la insurrección contra el dominio español, y en 1581 se consumó finalmente la división política al aparecer la República Bátava (u Holandesa) en las Siete Provincias Unidas norteñas que habían abrazado el protestantismo. España reconoció la independencia de este nuevo Estado en 1609. Mientras tanto, las provincias meridionales, o Flandes, se mantuvieron religiosamente fieles a Roma y políticamente sometidas a España hasta que fueron cedidas a Austria en 1715. La escisión artística se manifestó no sólo en pintura, sino también en las otras artes.
⇦ Fachada del Palacio Municipal de Amberes de Cornelis Floris. La dominación de Flandes por el imperio español propició la difusión del estilo barroco, sobre todo por parte de los jesuitas. Ejemplo de ello es este edificio .
En arquitectura, Flandes se
caracterizó por la absorción del barroco. En la segunda mitad del siglo XVI
había triunfado el Renacimiento de inspiración italiana por obra de Cornelis
Floris, que construyó el Palacio Municipal
de Amberes (1561-1565). Este "romanismo" quizá facilitó que
Flandes adoptase el Barroco difundido por los jesuitas y por la dominación
española, como estilo romano de la Contrarreforma. Buena prueba de ello son: la
iglesia del Beguinage, en Bruselas;
la de San Pedro, en Gante; la de Saint
Loup, en Namur, y la suntuosa fachada de San Carlos Borromeo, en Amberes.
Iglesia de San Miguel de Willem van Hees, en Lovaina. Considerada la obra maestra del barroco belga, su diseño, de 1650, se debió a este jesuita, un admirado predicador de la Orden conocido como Hessius. La fachada sigue de cerca los modelos romanos y se adorna con la obra del escultor Lucas Faydherbe, que logró integrar los diversos elementos en una acertada unidad. El carácter nórdico de este barroco viene determinado por las proporciones del edificio, que subrayan la importancia de las líneas verticales.
Y quizás la obra maestra del
barroco jesuítico flamenco sea la iglesia
de San Miguel, de Lovaina, construida en 1650-1666 por los padres Hessius y
Faydherbe que, a pesar de su inspiración evidente en modelos barrocos romanos,
recogieron en ella las tradiciones locales del verticalismo de ascendencia
gótica, y terminaron su fachada con una especie de "piñón" típicamente
flamenco. El verticalismo y la abundancia de pináculos y remates decorativos,
característicos del gótico flamígero, cobraron nueva vida con la gran
influencia barroca del siglo XVII y que hoy dan un sabor especial a la fastuosa
Grand Place de Bruselas. Todas sus
casas gremiales fueron construidas a partir de 1695, año en el que un bombardeo
del ejército francés destruyó totalmente las antiguas edificaciones medievales.
En cambio, lo característico de
la arquitectura holandesa de este período es el rechazo a las formas barrocas.
Es el momento en que Amsterdam se convierte en una de las ciudades mayores de
Europa y pasa a controlar el mercado mundial de los diamantes y de los metales
preciosos. Esta rica burguesía protestante amaba la simplicidad señorial y las
sencillas estructuras derivadas de la utilización del ladrillo, el material de
construcción típicamente holandés. Así se desarrolló un estilo que aún hoy es
peculiar en todo el centro de Amsterdam, y confiere su tranquila poesía a los
anillos concéntricos de sus hermosos canales. Hendrik de Keyser (1565-1621),
autor de un tratado en latín titulado Architectura
Moderna, es quien con sus múltiples construcciones dio a Amsterdam su
fisonomía actual. De Keyser fue el creador del modelo de iglesia protestante de
planta central, que reúne a los fieles en tomo al púlpito, con su Noorderkerk (iglesia del Norte) de
Amsterdam.
La Grand-Place de Bruselas muestra claramente que los constructores barrocos belgas no lograron liberarse de los conceptos artísticos medievales y sólo se limitaron a decorar las estructuras góticas según la nueva tendencia. De las seis casas de la ilustración, las tres de la izquierda corresponden a la reconstrucción de 1697, dos años después del bombardeo de Villeroy, que destruyó la plaza. Las tres casas de la derecha datan de mediados del siglo XVIII.
Fachada posterior del Mauritshuis de Jacob van Campen, en La Haya. Construido para el príncipe Mauricio de Nassau, el arquitecto tuvo como ayudante a Pieter Post y en su proyecto siguió las tendencias inglesa y francesa de sobriedad decorativa. Se puede decir que este edificio es el arquetipo del palladianismo en su versión holandesa. En la actualidad es un museo.
Hacia 1630 se desarrolló en
Holanda, quizá por influencia inglesa, un nuevo estilo clásico que encaja
perfectamente con el gusto por la sencillez de esta rica burguesía holandesa.
El edificio más representativo de tal tendencia es el Mauritshuis de La Haya, el famoso palacio -hoy museo- del príncipe
Mauricio de Nassau. El Mauritshuis, construido por Jacob van Campen (1595-1657)
y su ayudante Pieter Post, presenta una tendencia clasicista que fue seguida
por otros edificios como el Mercado de
los Paños de Leiden, obra de Van Gravesande, y otras construcciones
realizadas más tarde por los mismos arquitectos del Mauritshuis: Post diseñó el Palacio Municipal de Maastricht y Van
Campen inició en 1648 el Palacio
Municipal de Amsterdam.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
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