Punto al Arte: Artes aplicadas

Artes aplicadas

De las artes suntuarias de España durante el siglo XVIII, se hizo mención al tratar del Arte Rococó; sin embargo, conviene que se precise aquí algunos aspectos más que merecen atención.

Un magnate aragonés, el conde de Aranda, que se propuso emular la loza fina francesa, fundó en uno de sus señoríos valencianos la fábrica de Alcora, cuyo primer jefe técnico fue el francés J. Ollerys, relacionado con el centro francés de Moustiers. En 1750, el hijo del fundador, don Pedro Pablo Abarca de Bolea, conde de Aranda, que fue ministro de Carlos III, nombró director al sajón Knipfer, que intentó producir allí porcelana. Técnicamente, Alcora conoció, en pos de esta aspiración, varios fracasos que tuvieron su contrapartida pues, en cambio, el refinado gusto de sus modelos y ornamentaciones triunfó en su lujosa loza, que causó gran admiración en toda España. La fabricación de loza terminó en el siglo XIX, cuando su dueño, el duque de Híjar, traspasó el edificio a una empresa industrial.

IzquierdaVirgen con el Niño de Francisco Salzillo, en la iglesia de San Miguel (Murcia). Con su estilo nervioso expresa el difícil equilibrio que quiso mantener su autor entre el apasionamiento barroco y la depuración de formas del neoclasicismo que triunfaba en el siglo XVIII. DerechaSalón Chino del Palacio Real de Aranjuez, en la Comunidad de Madrid. Detalle del muro del salón, cubierto de porcelanas del Buen Retiro, realizadas entre 1759 y 1765 por Giuseppe Gricci, uno de sus mejores modelistas. La moda de las "chinerías" se explica por la afición del siglo XVIII por todo lo exótico, y por la posibilidad que ofrecía el Oriente mítico de hacer de él un reflejo, gozosamente irónico, del comportamiento occidental.
La fábrica de porcelanas del Retiro, en Madrid, fue secuela de la de Capodimonte, fundada por Carlos III en Nápoles, y trasladada, en 1759, con sus materiales y operarios. Ya se han mencionado los gabinetes de porcelana que el rey hizo fabricar para los palacios de Madrid y Aranjuez. La producción iba destinada a satisfacer las necesidades de la corona, pero el rey Carlos N consintió que se vendiese parte de la fabricación. Los primeros directores técnicos eran Giuseppe, o José, Gricci y Carlos Scheppers, y luego Carlos Gricci, hijo de José. En la última etapa se fabricaron porcelanas de gusto neoclásico, inspiradas en las cerámicas inglesas de J. Wedgwood. Por otro lado, en 1803 el director Bartolomé Sureda marchó a París para estudiar la producción de Sevres. Subsistió la fábrica hasta que, durante la Guerra de la Independencia, su edificio -que el pueblo de Madrid designaba La China- fue destruido por los cañones ingleses. Fernando VII volvió a instalarla, parcialmente, en La Moncloa, a orillas del Manzanares, y allí produjo, con menos calidad, hasta 1849.

En La Granja, el rey don Carlos III había instalado una fábrica de vidrios finos, que empezó a cargo de un grupo de operarios catalanes dirigida por un cierto Ventura Sit. Esta producción de vidrios, con adornos tallados y dorados, y aún policromos, gozaron de gran reputación en buen parte de Europa hasta bien entrado el siglo XIX.

Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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