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Área meridional

Comprende las tierras altas de Guatemala, al extremo sur del estado mexicano de Chiapas y la porción más occidental de El Salvador, además de una angosta faja costera, entre las serranías y el océano Pacífico. Esta región tuvo en tiempos prehispánicos, como sigue teniendo hoy, una población de habla mayance, principalmente de las lenguas quiche, cakchiquel, mame, pokoman, zutuhil, ixil, kekchí. A través de toda su historia, probablemente dominada por élites extranjeras, recibió influencias de otras culturas y sirvió de corredor de tránsito a pueblos del centro de México que llegaron a ocupar parte de América Central. Esto explica por qué comunidades étnica y lingüísticamente mayas, cuya cultura básica a nivel popular no puede separarse de la maya, no dejaron vestigios arqueológicos con las características de la alta cultura maya, como templos y palacios techados con la llamada bóveda maya e inscripciones jeroglíficas correspondientes a la escritura maya. Hasta tal grado carecen los centros ceremoniales de esta zona de los elementos que se consideran típicos de la civilización maya, que algunos sabios mayistas indebidamente los excluían de su área cultural.

Durante el período preclásico, en el transcurso del milenio anterior al inicio de nuestra era y de los dos o tres siglos siguientes, fueron influencias olmecas las que llegaron de la costa del golfo de México al litoral del Pacífico (Izapa, Abaj Takalik, Monte Alto, El Baúl), a través del istmo de Tehuantepec y después de dejar sus fuertes huellas en la cultura de Oaxaca (Monte Albán I); estas influencias pasaron más tarde a las tierras altas de Guatemala.

Templo Mayor (Yaxchilán, Chiapas). En el santuario dedicado al dios "pájaro-jaguar" se pueden ver los diferentes estratos que se sucedieron en el desarrollo del mismo templo durante más de doscientos años. Muchas de las piezas descubiertas en las excavaciones del mismo se exhiben actualmente en un museo temático.

Durante los seis siglos del período clásico (300-900 d.C), el altiplano guatemalteco continuó recibiendo elementos culturales extraños. Primero fueron teotihuacanos, reconocibles en la arquitectura y aún más en la cerámica (Kaminaljuyú), pensándose que no llegaron como producto de una simple irradiación espiritual o intercambio comercial, sino como resultado de un verdadero imperio teotihua-cano que se hubiera impuesto hasta en esas lejanas regiones. Después, aunque siempre durante el período clásico, fue una cultura de la costa atlántica, llamada totonaca, la que llevó a esta zona, quizá mediante oleadas migratorias de tribus de lengua náhuat llamadas “pipiles”, numerosos objetos característicos de ella: esculturas de los denominados yugos, hachas votivas, palmas, así como escenas de sacrificios de decapitación asociadas al juego de pelota, como los de Santa Lucía Cotzumalhuapa. Durante el período posclásico, lo tolteca, chichimeca y azteca caracterizan sucesivamente los centros ceremoniales del altiplano guatemalteco, en la arquitectura y en la escultura. Reflejan esta situación las crónicas quichés y cakchiqueles, en el Popol Vuh y el Memorial de Sololá, así como también la toponimia, ya que muchos sitios llevan nombres nahuas.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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