Al comenzar el siglo XV, el arte
de la escultura, renovado por los pisanos, había acabado por concentrarse en
Florencia. Se trabajaba activamente en el Duomo, sobre todo en las fachadas
laterales, una de las cuales, con la bella puerta llamada “de la Mandorla”,
está cuajada de esculturas. De los discípulos de Nicola y Giovanni de Pisa, el
que se considera de más talento era el florentino Arnolfo di Cambio, que
durante el tiempo que pasó en su patria formó una escuela de escultores; éstos
fueron los que llevaron a Nápoles el estilo de los pisanos al labrar los sepulcros
de los príncipes de la casa de Anjou.
Otro escultor de la escuela de
Nicola Pisano, un tal Andrea, llamado asimismo por sobrenombre Pisano, acaso
más por su arte que por su origen, había trabajado también en Florencia, donde
realizó entre los años 1330 y 1336 unas puertas de bronce para el maravilloso
baptisterio de mármol blanco que se encuentra frente a la fachada principal de
Santa Mana del Fiore, en el centro de la plaza. Las puertas están divididas en
28 espacios que contienen marcos cuatrilobulados, veinte de los cuales
representan escenas de la historia de San Juan Bautista y los ocho restantes,
más bajos, las representaciones en relieve de las Virtudes.
⇨ Puerta sur del Baptisterio de Florencia, detalle, de Andrea Pisano. Representación de El Bautismo de Cristo, que recuerda la misma escena tratada por Giovanni Pisano en el púlpito de Pisa.
Se trata de obras de una
sensibilidad conectada simultáneamente con el linearismo de la escultura gótica
francesa de principios del siglo XIV y con el garbo realista de Giotto. Dentro
de cada compartimiento, los espacios llenos y los vacíos se equilibran con tal
rigurosa exactitud que casi parecen calculados de modo matemático.
Cuando hubo terminado la puerta
del baptisterio, Andrea Pisano emprendió un importantísimo ciclo de relieves en
el basamento del campanile de la catedral, diseñado por Giotto. Se trata de una
serie de escenas, enmarcadas en hexágonos regulares, sobre temas del Antiguo Testamento
y de oficios. Los últimos, quizás más modernos en el conjunto de su obra,
prescinden casi totalmente de las referencias ambientales, para centrar su
interés en las figuras humanas que con sus diferentes actitudes expresan la
apasionada tensión de todas sus facultades físicas e intelectuales. Así, las
representaciones de El Astrónomo, El Arquitecto, El Herrero, La Tejedora, El
Pintor, etcétera, ya sitúan frente a una visión humanista muy típica del
Renacimiento. Hacia 1343, Andrea Pisano se trasladó a Pisa y luego a Orvieto. A
esta última etapa de su vida corresponden algunas estatuas de la Virgen con el
Niño, que la crítica actual cree que fueron realizadas en colaboración con su
hijo Niño Pisano; entre todas son célebres la del Museo dell’Opera de Orvieto,
y las Madonnas de la Leche y de la Rosa, que se conservan en Pisa.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.