Clemente VII de Sebastiano del Piombo (Museo
Capodimonte de Nápoles).
|
Si Florencia fue la gran capital
de las artes durante el siglo XV, Roma vendría a relevar su puesto en la
siguiente centuria. Procedentes de la industria de la lana, los Médicis
controlaron un comercio que fue creciendo paulatinamente, de forma que con el
tiempo acabaron convirtiéndose en unos de los más poderosos banqueros de toda
Europa. Este poder económico les permitió hacerse con el control de Florencia,
en 1434, por parte de Cosme el Viejo, situación que mantuvieron hasta 1494,
cuando fueron desterrados. Habría que esperar hasta 1512 para que volvieran a
recuperar el mismo poder de antaño.
Parte de los Médicis se
trasladaron a Roma, y su presencia más poderosa se concentró fundamentalmente
en la figura de los papas León X y Clemente VII. Ambos representaron -junto con
su predecesor Julio II-, de manera arquetípica, la figura del papa mecenas,
consiguiendo aunar a la perfección la admiración hacia la cultura de las
antiguas Grecia y Roma con el espíritu del cristianismo.
Hijo de Lorenzo de Médicis,
Giovanni (1475-1521) fue el único que heredó el talento paterno en el terreno
de la política. En 1513 fue reconocido como el nuevo papa León X, estatus que
le permitió practicar el nepotismo, hacer de mecenas de artistas como Rafael y
Miguel Ángel y encargar obras como la fachada del convento de San Lorenzo, en
Florencia, o la construcción de la basílica de San Pedro del Vaticano.
El otro papa Médicis fue Giulio
(1478-1534), quien accedió al Papado bajo el nombre de Clemente VII y se negó a
reconocer el divorcio de Enrique VIII, lo que desembocaría en el cisma de la
Iglesia Anglicana.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario.