Ante la necesidad de contar con
una figura femenina, en el siglo XV la Iglesia promovió el desarrollo del culto
mariano; la Virgen se transformó entonces en tema capital del arte cristiano
renacentista. Las representaciones artísticas ilustraban particularmente el
tema de la maternidad. Fra Angélico fue un beato monje dominico que comenzó su
carrera decorando manuscritos, artista de temática exclusivamente religiosa. La
congregación a la que pertenecía fue la que encargó la realización de La
Anunciación (Annundazione).
La leyenda del Nuevo Testamento
describe la visita del arcángel Gabriel a María para anunciarle que ha sido
escogida como la madre del hijo de Dios en la tierra. El retablo compuesto por
Fra Angélico al respecto es una perfecta ilustración del primer Renacimiento.
Receptor constante de los últimos avances florentinos, ha aplicado al esquema
de su creencia un recurso como la perspectiva, entonces en proceso de
desarrollo.
La composición narra con profundo
simbolismo dos temas de manera simultánea: el del primer plano, que se refiere
propiamente a la anunciación; y un segundo, que escenifica la expulsión de Adán
y Eva del Paraíso.
En el conjunto del primer término
aparece el arcángel Gabriel, representado por una figura jovial y llena de
vitalidad, aunque sin rasgos que determinen radicalmente su sexualidad. El
emisario adopta un aire grave ante la importancia de la tarea que debe ejecutar.
Se destaca la meticulosa exquisitez con que están pintadas cada una de las
plumas que componen sus alas.
María se encuentra representada
con las manos cruzadas sobre el pecho en señal de que acepta la misión que Dios
le ha encomendado. La Biblia abierta sobre su regazo hace referencia a la
tradición, según la cual, en el momento de la Anunciación María estaba leyendo
el pasaje del presagio de Isaías sobre una doncella encinta. El manto azul que
viste, representa el color de la Virgen como Reina de los Cielos. La paloma
dorada sobre ella es el símbolo del Espíritu Santo y su venida alude a la
Sagrada Concepción.
El redescubrimiento de las artes
clásicas fue una constante renacentista, y los protagonistas se encuentran
inmersos en una construcción de estilo clásico con columnas corintias. En el
medallón que corona una de las columnas aparece la imagen de Dios Padre.
En cuanto al segundo tema de la
obra, la expulsión de Adán y Eva se lleva a cabo en un plano exterior de la
composición, en el margen izquierdo, y ocupa un espacio reducido del cuadro.
Vigilados por un ángel, ambos personajes son expulsados del Paraíso, cubiertos
sólo por unas pieles cedidas por Dios, en contraste con la fina vestimenta de
las figuras protagonistas del tema central. Fra Angélico establece una
jerarquía de tamaños para determinar un orden temporal y protagonice entre
ambas representaciones: los del tema secundario, lejos en el tiempo, son
considerablemente más pequeños que los del primer plano, más cercanas al
cristianismo y más importantes en la composición.
La obra, un temple sobre tabla de
194 x 194 cm realizado entre 1430 y 1432, se conserva en el Museo del Prado,
Madrid.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario.