Punto al Arte: Giovanni Pisano y Arnolfo di Cambio

Giovanni Pisano y Arnolfo di Cambio

Seguramente el viejo Nicola sería llamado a Pisa con urgencia, por sus conciudadanos de adopción, para dirigir los nuevos trabajos de las partes altas del baptisterio. Consta de una manera positiva que Nicola estaba en Pisa por aquel tiempo y que, cuando su hijo Giovanni llegó de nuevo a la ciudad para construir el Camposanto, el viejo maestro, restaurador glorioso del arte de la escultura en Toscana, había muerto hacía dos años.

⇦ Virgen con el Niño en brazos, marfil de Giovanni Pisano que forma parte del tesoro de la catedral de Pisa. Esta escultura se inspira de modo bien claro en los marfiles góticos franceses de finales del siglo XIII, perfectamente conocidos en la Italia de su época. El violento expresionismo ilusionista que denota, lo aparta del sereno clasicismo de la obra de su padre Nicola y lo señala como definitivo Introductor del gusto por el gótico en la escultura italiana Esta imagen, erróneamente fechada entre 1265 y 1268, se halla documentada en realidad en 1298. 




La obra del Camposanto muestra todavía hoy la firma de loannes magister encima de la puerta de entrada; una Virgen, colocada sobre la misma puerta, da también testimonio, con su estilo, de la intervención del maestro en aquel edificio. Esta Virgen y otra casi gemela que labró Giovanni Pisano para la capilla de la Arena de Padua muestran que, a pesar de su gran talento y de su genio, no se dio cuenta de lo que representaba la renovación iniciada por su padre. Son dos Vírgenes góticas, casi francesas, y si Giovanni imprimía a estas madonas y a los niños carácter italiano, es debido más a los modelos que al artista.



De todos los discípulos de su padre, Giovanni era el menos dispuesto a seguir sus lecciones de serenidad y calma, sacadas del arte antiguo. A medida que fue olvidando lo que había aprendido de Nicola, su genio violento y descompuesto se manifestaba sin traba alguna. Buen indicio de su temperamento es que Giovanni fuera llamado a Padua para labrar las esculturas que debían adornar la capilla de la Arena.

⇨ Virgen con el Niño, escultura en mármol de Giovanni Pisano, en la capilla de los Scrovegni de Padua. 



Allí Giotto estaba pintando los muros de la capilla, y huésped de los Scrovegni, señores de Padua, fue también Dante. Es posible que los tres artistas más grandes de aquella época coincidieran mientras residieron en Padua. Giovanni, además de la Virgen, que se conserva aún colocada en el altar, esculpió dos ángeles que le hacen custodia y el retrato del señor de Padua, Arrigo Scrovegni, en pie y orando. Giovanni debió de trabajar en otras obras, que precisamente por tener tanto de personal y tan poco de clásico fueron desmanteladas y dispersadas por los renacentistas de los siglos XV y XVI, que no las apreciaron debidamente.

En 1301, cuando Giovanni Pisano tendría unos cincuenta años, firma con su nombre el pulpito de la iglesia de San Andrés, en Pistoia, que tiene aún, después de casi medio siglo de separación, la misma forma hexagonal que el pulpito primero de Nicola, en el baptisterio pisano. Mas ¡qué retroceso!, podría decirse ¡en el camino de restaurar la belleza clásica! Las figuras de Giovanni se revuelven en los plafones de la baranda del pulpito de Pistoia, agitadas por una tempestad de trágicas pasiones.

⇨ Púlpito de la iglesia de San Andrés. en Pistoia, obra de Giovanni Pisano. La estructura hexagonal de este púlpito crea una forma que impide que haya pausas en la expresión narrativa de las esculturas. 



Hasta en las escenas de paz, los personajes parecen esforzarse en disimular un tormento extraño que padecen bajo su aparente reposo; por esto cuando el escultor ha de representar las grandes tragedias de la degollación de los inocentes o del sacrificio de la cruz, la descomposición de aquellas figuras no tiene límites; el tumulto de las escenas excede de toda ponderación. Ni aun en las representaciones más dolorosas de la Edad Media gótica la escultura ha conseguido nunca expresar el sentimiento intenso de los relieves de Giovanni de Pisa. Por esto, dentro de la evolución del arte, el maestro nuevo no tuvo continuadores, porque nadie pudo imitarle en aquel estilo.

⇨ Estatua de Carlos de Anjou, rey de Nápoles, por Arnolfo di Cambio (Musei Capitolini, Roma).  



Deja, es verdad, hijos y discípulos, pero éstos tienen que acudir a la fuente purísima de su abuelo Nicola o, indirectamente, ir a recoger la herencia que conservaba Arnolfo, el discípulo florentino. Debido a los excesos artísticos de Giovanni y al temperamento más ecuánime de Arnolfo, la escultura del Renacimiento, que en rigor comenzó siendo pisana, se desarrolló en Florencia en pleno siglo XIV.


Giovanni Pisano, concluido el púlpito de Pistola, fue llamado a Pisa cuando tenía ya más de sesenta años para labrar todavía el púlpito de la catedral, que tenía que superar al ejecutado por su padre para el baptisterio. Descompuesto por los cabildos barrocos, el púlpito de la catedral estaba reducido a fragmentos en el museo episcopal, pero en 1926 fue restaurado y restablecido a su lugar. Allí, en la catedral, a pocos pasos del baptisterio, la obra de Giovanni se puede comparar con la de su padre Nicola. El púlpito de Giovanni para la catedral de Pisa, realizado entre 1303 y 1310, es una obra aún más extremadamente apasionada que el púlpito de Pistoia y mucho más cargada de intelectualidad que el púlpito ejecutado cuarenta años antes por Nicola en el baptisterio. Está sostenido por varias columnas y figuras rígidas a manera de cariátides, penetradas de una fuerza sentimental extraordinaria. Una de ellas, la estatua que personifica la propia ciudad de Pisa nutriendo a propios y extraños, se yergue convulsa sobre cuatro figuras simbólicas de las Virtudes y el águila imperial, exponente del carácter gibelino de la ciudad.

Púlpito de fa catedral de Pisa (1303-7370). Giovanni Pisano fue llamado a su ciudad cuando habla cumplido ya los sesenta anos para que realizara el púlpito de la catedral de Pisa, con Intención de que superara el del baptisterio, obra de su padre, Nicola. Este púlpito manifiesta ese deseo de superación en su recargamiento e intelectualismo. En contraste con el del baptisterio, lleno de serenidad, éste sorprende por su vehemencia y cierto sentimentalismo convulso. Su plataforma circular se apoya por el centro de la triple imagen de las Virtudes Teologales. y en sus bordes en dos columnas sobre leones y otras que ostentan figuras alegóricas de profetas y de evangelistas. Los relieves narrativos. dominados por su ímpetu expresionista, están separados entre si por imágenes de santos y profetas. 

Detalle de los relieves del Juicio Final (1310-1330) de Lorenzo Maitani, en la fachada de la catedral de Orvieto. Este discípulo de Giovanni Pisano se distingue por su delicada sensibilidad que combina el modelado casi renacentista con un linearismo gótico de refinamiento rítmico extraordinario. 


Lo más sorprendente de este púlpito, en contraste con la serenidad del púlpito del baptisterio, es la gran cantidad de pequeñas notaciones lineales que dividen los volúmenes en sobresaltos luminosos, las proporciones alargadas de las figuras y sus gestos de una vehemencia extraordinaria. Sus temas van de la alegoría didáctica a las alusiones más existenciales del camino de la salvación, tema tan querido por las órdenes mendicantes.



El Renacimiento, sin embargo, debía seguir su camino. Giovanni de Pisa fue un genial episodio en sus comienzos. Arnolfo di Cambio, menos genial que él, lo guió otra vez a la buena senda trazada por Nicola. Después de dejar a los dos Pisanos trabajando en la construcción de la fuente de Perugia, regresó Arnolfo a Roma, donde le encargaron dos obras bellísimas, que aún hoy vemos en su propio lugar: los ciborios o baldaquinos para los altares de las basílicas de San Pablo Extramuros y Santa Cecilia del Trastévere. Los dos tienen una forma muy parecida; se levantan sobre cuatro columnas que sostienen otros tantos arcos ojivales, decorados en sus esquinas con ángeles y profetas; en ellos se revela, principalmente, el estilo puro del discípulo de Nicola.

Sepulcro de Santa Eulalia de la catedral de Barcelona. la cripta de la catedral de Barcelona está presidida por este sepulcro, de mármol blanco, inaugurado en el año 1339 y que parece claramente emparentado con el estilo escultórico de los artistas pisanos.

Uno de estos ciborios, el de San Pablo Extramuros, lo firma Arnolfo: Hoc opusfecit Arnolfus. Después regresó a su patria, Florencia, pero antes se detuvo en Orvieto para labrar el sepulcro del cardenal Braye, que servirá como modelo para los sepulcros de esta época protorrenacentista. Así como el arca labrada por fray Guglielmo en Bolonia tenía simplemente la forma de un sarcófago clásico, en Orvieto el sarcófago sobre el que parece descansar el difunto está dentro de un baldaquín; dos ángeles levantan unas cortinas para dejar ver el cadáver tendido sobre la caja.

Debe mencionarse aquí a Lorenzo Maitani, discípulo de Giovanni Pisano. Los relieves que realizó en la fachada de la catedral de Orvieto, entre 1310 y 1330, se distinguen de la violencia de su maestro por la ondulación suave de sus líneas y por un tierno modelado.

No se conoce el autor del arca sepulcro del cuerpo de Santa Eulalia en la catedral de Barcelona, pero debió de ser Pisano. Su estilo quizá delate la mano de un discípulo de fray Guglielmo. Encima, una Virgen y unos ángeles parecen confirmar la atribución.


Fuente: Historia del Arte. Editorial Salvat.

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