Bartolomeo Colleoni de Verrocchio, en Venecia.
Estatua ecuestre que capta la vitalidad del con-
dotiero y la fuerza efímera de la vida.
|
El escultor más destacado del
siglo XV fue sin duda Donatello. Trabajó, con mármol y bronce, materiales
propios del Renacimiento, y entre sus obras podemos señalar las
representaciones de David y la estatua ecuestre del Condottíere Gattamelatta,
primera del mundo moderno. En un marcado intento de emulación, su discípulo y
colaborador Andrea del Verrocchio, realizó reinterpretaciones de ambas obras. En
la última, el alumno representó la figura de Bartolomeo Colleoni montado a
caballo, cuya composición trascendió la falta de movimiento todavía presente en
el modelo de su maestro.
Andrea di Francesco di Cione -tal
era su verdadero nombre- se inició en la orfebrería junto a Giuliano Verrocchi,
de quien tomó el nombre. Además de un gran escultor fue un destacado pintor, y
desde 1465 dirigió uno de los talleres más importantes de Florencia, donde se
formaron Leonardo da Vinci y Sandro Botticelli.
En 1479 Verrocchio fue llamado a
Venecia por la República de la Serenísima para llevar a cabo la que se
convertiría en su obra más representativa: el monumento ecuestre de Bartolomeo
Colleoni. Tras su fallecimiento, la Señoría de Venecia encargó el término de la
obra a Alessandro Leopardo, que fundió el caballo y dio en 1495 los últimos
toques a la obra.
El vocablo condottiere fue
utilizado para designar a los jefes de bandas de mercenarios que existieron en
buen número durante los siglos XIV y XV, y Bartolomeo Colleoni gozaba de gran
popularidad en Venecia. A diferencia del movimiento pausado unidireccional del
Gattamelata de Donatello, Verrocchio ha destacado el dinamismo en su Colleoni:
la cabeza del caballo gira hacia un lado mientras el jinete se apresta sobre la
montura con las piernas tensas y rectas, con el cuerpo en tensión y la cabeza
ladeada en un contrapunto que unifica la relación con el caballo.
En la expresión exagerada de
furia y angustia del modelo, aparece ilustrado un profundo sentido de
individualismo, y se refleja la crisis y el derrumbe institucional de las
ciudades tras la invasión francesa en 1454. Aunque vista de cerca, la cabeza
del condottiere de Verrocchio no posee la psicología del Gattamelata, en el
conjunto total de la obra, donde el caballo parece agrandarse y el jinete
parece ser más alto montado sobre él, supera en vitalidad a la obra de
Donatello.
Un rasgo característico
renacentista es la abundancia de representaciones ecuestres. El caballo de
Verrocchio se acerca más a los de la antigüedad y otorga gran énfasis a la
representación. Su diseño sigue el modelo fijado por los caballos de San Marcos
y de Marco Aurelio, aunque su espectacular musculatura se encuentra marcada con
más tensión.
Una potencia similar aparece
grabada en el gesto y subrayada en el cuello y la mandíbula tensa del jinete.
Portando casco y armadura, animado por una energía ardiente a la vez que
contenida, la figura de Colleoni presenta una actitud desafiante de enorme
fuerza expresiva. Pese a su bizarría el héroe muestra una actitud de tormento
por la incertidumbre respecto a su supervivencia.
La obra, forjada en bronce
dorado, se halla erigida sobre un pedestal de mármol en el Campo San Zanípolo,
en Venecia.
Fuente: Historia del Arte.
Editorial Salvat.